†25

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– Casi no lo logras, Fahrenheit.

– Lo siento... me enteré hace 20 minutos que tenía que tomar este tren.

El rubio sonrió y desvió la mirada hacia el tren que estaban a punto de montarse. Tenía una duda la cual no dejaba de rondar por su cabeza desde hace un rato. Abrió su boca para hablar, pero el sonido de el tren liberando presión lo interrumpió. Eso significaba que era hora de montarse.

Los dos jóvenes entraron al tren y se sentaron en el mismo asiento. Dos minutos después, llegó el Mayor Armstrong y se sentó al frente de ellos. Esto hizo que instantáneamente Edward pusiese mala cara. Paris lo notó y empujo al rubio bromeando.

– Vamos, ya verás que no será tan malo. Armstrong es súper divertido – susurró la castaña de manera que solo el rubio pudiese oír.

– ¿Tu crees que es divertido oírlo hablar sobre cómo su alquimia ha sido pasada de generación en generación? – preguntó sarcástico igualmente susurrando.

La chica se lo pensó – Pues... si lo tomas a la ligera, en realidad todo tiene su gracia – explicó sonriendo.

El rubio volteó a la ventana al escuchar unos golpecitos en esta. Vió al Coronel teniente Maes Hughes parado al otro lado de la ventana sonriendo y saludando energéticamente. Bajó la ventana con su única mano para así poder escucharlo mejor.

– Hola hola, ¿como nos encontramos por aquí? – saludó energéticamente el de ojos verdosos.

– Todo en orden – respondió la castaña sonriendo.

– Todo el mundo en los cuarteles estaban muy ocupados, así que yo fui el único que pudo venir a despedirlos – comentó.

– Eso está bien, no importa... pero... – Edward vió por el rabillo de su ojo al Mayor Armstrong con sus distintivos brillitos al rededor de su cara. – ¿Por qué viene Armstrong con nosotros? – preguntó estresado.

– ¿No es obvio? Si Scar te ataca de nuevo, serás igual de inútil que el Coronel en días lluviosos si te falta un brazo, ¿no es así? – comentó, haciendo que Paris empezase a reírse silenciosamente. Edward tanteó el lugar en donde se suponía que su brazo debía estar, ya que aún era extraño simplemente no tener su usual brazo de metal en su lugar. – El Mayor te ayudará si algo sucede. También tendrás extra ayuda de Fahrenheit. Te convienen. – explicó.

– Niños como ustedes no tienen por qué ser tan tímidos – comentó Armstrong con aires de orgullo.

– ¡No me trates como a un niño! – exclamó molesto Edward. Por alguna razón la antena de su cabello se movía frenéticamente. Paris al ver ese pequeño detalle recordó al Edward de su dimensión. Ambos compartían ese pequeño y tierno hábito. – Por cierto... te aseguraste de que Al este a bordo ¿verdad?

– ¡Por su puesto! Está en el vagón de carga junto con las ovejas.

Paris abrió los ojos de par en par – Ay... pobrecito...

– ¡Oye! ¡¿Que demonios crees que es Al?! – el rubio reaccionó un poco molesto.

– Alguien que asustaría a las personas si ven a una armadura hueca hablar – explicó Armstrong tranquilamente, haciendo que Edward se sentase de nuevo, refunfuñando.

Un fuerte silbido se escuchó, indicando que el tren estaba apunto de partir.

– Bueno... ya es hora – avisó Hughes – Tengan un buen viaje y vengan a visitarme a mi y a mi linda hija e esposa cuando pasen por Central – hizo un saludo militar, a lo cual el resto le imitó. Edward tuvo que hacer dicho saludo con su mano izquierda debido a... ciertas circunstancias.

El tren empezó a avanzar. Iba a ser un largo camino hasta Resembool. Debían dormir en aquel tren y luego hacer un cambio más adelante.

Pasadas algunas horas, nadie hablaba, en realidad todos estaban en sus propias mentes. Armstrong leía una revista que consiguió en su asiento. Edward veía el trayecto desde la ventana y Paris tenía sus ojos cerrados intentando dormir. Por alguna razón aquel silencio no era incómodo, pues no había más nada que hacer.

– Fahrenheit... – Edward llamó suavemente a la castaña, pensando qué tal vez podría estar dormida.

– Me puedes llamar por mi nombre, ¿lo sabes? – respondió sarcásticamente en un tono bajito sin abrir sus ojos.

– Ya... – respondió el rubio desviando la mirada. Volvió a ver la ventana. Quería hacerle una pregunta, pero en realidad le daba... ¿Vergüenza? ¿Ansiedad? ¿O solo mera curiosidad? No lo sabía, solo estaba consiente de que le carcomía la cabeza.

Paris al notar que se quedó callado, abrió su ojo derecho y por el rabillo del ojo lo vió mirando hacia la ventana con un semblante pensativo, algo le estaba molestando en su cabeza. ¿Como lo sabía? El Edward de Amestris tiene algunas costumbres físicas que el Edward que ella conoce también tiene. Enderezó su cabeza y se inclinó un poco hacia adelante, buscando los orbes ámbar del rubio – ¿Estás bien? Algo te está molestando, ¿verdad? – preguntó suavemente, y Edward volteó a enfrentar su mirada. Se le notaba indeciso, entre hablar o no hablar.

– Es que... – empezó a balbucear, su mano apretaba su pierna fuertemente.

– Me puedes contar lo que quieras... ¿lo sabes? – reafirmó la castaña.

– ¿P-por que no me has preguntado nada sobre Al? – soltó difícilmente, desvió la mirada realmente nervioso.

– ¿Sobre Alphonse? – repitió la chica. Entendió a lo que se refería. Ella ahora sabía que Alphonse era solo una armadura sin cuerpo humano, y a Edward le extrañaba el hecho de que ella no hubiese hecho ninguna pregunta sobre aquello desde que se enteró. Suspiró y sonrió suavemente para luego volver a recostarse en el espaldar de su asiento – Ya te lo dije, ¿no? No quiero saber nada que no me quieran decir, Edward. Y no preguntaré sobre el cuerpo de Alphonse y sobre cómo pasó a menos que ustedes quieran que yo sepa algo. Es decir... no es nada de mi incumbencia, ¿no es así? – preguntó retóricamente, pero se retractó – No espera... eso sonó mal... – cruzó sus brazos para pensar una mejor manera de expresar lo que decía – A lo que me refiero es que... se nota que es un asunto muy personal y difícil. No quiero interponerme en medio de eso y ser una molestia para ustedes o algo por el estilo... – dijo mientras también desviaba la mirada. Le dió un poco de vergüenza darle tal tratamiento al rubio.

– ¿Una molestia? – repitió Edward ahora soltando una pequeña carcajada – Si no has hecho nada más que ayudarnos hielitos – dijo burlón, a lo cual Paris inmediatamente volteó para darle una mirada asesina. No le agradaba ese apodo.

– Aún así... – carraspeó su garganta, cambiando su semblante por uno más suave – estaré aquí. – reafirmó, sintiendo como su cara subía en temperatura – E-estaré aquí esperando a que u-ustedes decidan contarme lo que quieran... – cerró sus ojos con fuerza. ¿Por qué se le hacía tan difícil decir eso simplemente? No lo sabía. Ella creía haber superado esa fase de 'este no es el Edward del cual estás enamorada' así que, para Paris; que reaccionase así por una estúpida confesión de confianza la confundía.

El rubio no pudo evitar pensar que aquellos cachetes tintados de un suave color rosa se veían tiernos. Al darse cuenta de que pensó esto, se asustó de sí mismo. »¿En qué cosas pienso...? Uhg« pensó frustrado. Aún así, a pesar de esto, tenía que dejarle saber a la chica que estaba agradecido. Así que sonrió suavemente al ver que la castaña había abierto su ojo y lo estaba viendo de nuevo – Gracias por entender, Paris.

... Inexplicable.

Inexplicable fue la sensación de satisfacción y felicidad que la chica sintió al escuchar su nombre salir de los labios del rubio. Podía sonar exagerado, insignificante y hasta estúpido. Pero era verdad. – N-no hay de qué, Edward.

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Por si no saben, en la portada del libro, debajo de "Future Nostalgia" dice "please call out my name"

Ahora si, sad times oficiales lol

Anyways chingus, denle amor a la sepsi estrellita, que no muerde ❤️

Future Nostalgia [FMAB•Edward x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora