Capítulo 39

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—¿Ese es tu patético ofrecimiento?—preguntó con burla el mayor de los presentes.

Jisoo miro a Shin con hastío y luego se enfocó en el rubio frente a ellos, era alto de piel clara y cabello rubio casi blanco, muy guapo sin duda, pero nada de eso importaba, no cuando lo único que llamaba su atención eran los ojos del joven, esos ojos... ella recordaba haber visto ojos así alguna vez.

—No es con usted con quién hablo—respondió calmado—. Pero aún así lo que ofrecí debería interesarle.

—¿Por qué lo haría?, yo he hecho el plan, he reunido a mi gente y los del norte me conocen—miró al contrario directo a los ojos, la molestia brillando fuertemente en ellos—. No pienso compartir la corona con nadie, Vinterdod es mío.

—Tal vez deberías reconsiderar—propuso Jisoo con tranquilidad.

Shin la miró mal para luego sonreír de manera burlona.

—Tu podrás ser la "reina madre" pero eso es en la capital, aquí en el norte no eres nada, no representas nada—se levantó tan rápido que la mesa frente a él se movió provocando un fuerte ruido cuando todos los vasos sobre ella cayeron—. A la gente del norte, ¡a mi gente!, no le importa lo que puedas ofrecer, jamás obedecerán a alguien que no haya nacido aquí.

—Por eso le he permitido quedarse y escuchar lo que ofrezco, soy plenamente consciente de que en el norte no tengo poder, mucho menos autoridad—aclaró—, con su ayuda, después de quitar a Min del trono ambos podemos ser dueños de Vinterdod y así comenzar una rebelión contra los grandes reinos de Rikegisk, y cuando Rikegisk sea mío, dejaré que tome en trono en Vinterdod.

El rubio se levantó de forma más tranquila y rodeó la mesa hasta estar junto a Shin quien lo miraba con aburrimiento, en un movimiento rápido y que nadie se esperaba sacó una daga y apuntó con ella directamente al cuello de Shin. Jisoo gritó debido a la sorpresa pues en ese momento todos los hombres que acompañaban al rubio también sacaron sus espaldas, pero Shin no tuvo ninguna reacción.

—O puedes morir ahora—agregó con malicia el rubio.

Shin sonrió de medio lado—. No vas a matarme, no eres idiota—empujó el filo del cuchillo con un dedo—, si yo muero mis hombres van a regresar al rey JiMin a su castillo, ustedes podrán ser muy buenos pero son pocos, yo por otro lado tengo a quinientos hombres de mi lado y ustedes son veinte—se acercó un paso al rubio—. Sabes cómo funcionan esos números en batalla, ¿no es así?.

—Creí que querías a Min fuera del trono—dudo Jisoo.

—Lo hago, más que nada—respondió a la mujer pero sin alejar la vista del rubio—. Pero si debo elegir entre Min y esta basura de aquí, voy a elegir al bastardo de YoonGi—una sonrisa en sus labios—. Porque es del norte y sólo un nacido en el norte se puede sentar en el trono, no idiotas que tienen sueños de guerra absurdos. Mucho menos un extranjero que se piensa puede gobernar a nuestra gente.

—¿Extranjero?—cuestión ofendido—. Qué me dices de su rey consorte, no es acaso un sureño, alguien que no nació aquí al igual que yo.

Una gran carcajada lleno la cabaña—. Lo es, pero tu crees que todos lo querían—negó divertido—. Cuando lo vieron llegar el pueblo lo odio, pero a diferencia de ti ese mocoso llegó con medicinas, sanadores y sacos y más sacos de alimento, alimento seguirá llegando mientras el mocoso este aquí, eso la gente lo tiene claro y aún más importante ha llegado de la mano de Min. ¿Qué tienes tú que compita con eso?.

Cuando el rubio se separó un par de pasos, labios fruncidos y ojos molestos, Shin sonrió.

—No tienes nada muchacho y es por eso que pretendes que mi batalla gane el norte para ti—se acercó al rubio—. Planeas pelear con los grandes reyes y los Lores de Rikegisk pero para eso necesitas hombres, hombres bien entrenados ¿no es así?

Rey de Cristal  *Yoonmin* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora