Capítulo 7

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—Bajo la bendición del Dios del sol, en presencia de los grandes aliados de Rikegisk y con la bendición de la difunta reina Hanni, penúltima gran heredera de Skinnende Gull, comenzaremos con la ancestral ceremonia matrimonial… 

YoonGi intercambia su mirada del sumo sacerdote a JiMin. El más bajo lucía realmente lindo con ese traje blanco con esos delicados bordados en dorado, el velo era de una fina filigrana blanca que de no ser por la luz que reflejaba dicho color, YoonGi estaba seguro que podría distinguir gran parte de su rostro, la corona que sostenía el velo era más pequeña y delicada que la primera que le vio usar, pero no por eso tenía menos joyas. JiMin lucía todo bonito y delicado parado frente a él, bajo ese arco de flores de un particular tono dorado y anaranjado. 

—... esto que no es sólo una unión o compromiso mutuo, sino, el momento en que nuestro Dios permite que ambos entrelazen sus almas, aquellos que son bendecidos están destinados a permanecer juntos con mutuo amor y respeto por todas su vidas mortales…

YoonGi miró al hombre mayor, ¿unión de almas?, ¿que clase de ceremonia era esta?, todo parecía tan serio, miró a Hoseok y Yerin sentados a un par de metro de él, su boda no había sido así, no se habían dicho muchas palabras y uno de los sabios de Solufell les había hablado sobre buena fortuna y alianzas, ambos se besaron y todo terminó en una buena fiesta bebiendo vino toda la noche. 

Tal vez JiMin le había hablado de esto, pero no lo recordaba, eso podía deberse  a que en ocasiones se distraía dándole breves miradas a Hwasa, las cuales nunca fueron notadas, o eso esperaba él. 

El sumo sacerdote tomó la mano izquierda de ambos, las alzó y las colocó palma contra palma, después comenzó a atar ambos brazos juntos con un delicado lazo muy suave de color rosa pálido, los ató hasta el codo y dio un paso atrás. 

—Al unirse ambos serán iguales, ninguno es más o menos que el otro. Ambos son uno, compartirán alegrías y tristezas, penas y dichas, dolor y salud. ¿Aceptan esta unión? 

YoonGi no estaba seguro si debía responder primero, pero cuando estaba por abrir la boca recordó que JiMin si que le había hablado de esto, primero debía hablar el menor pues se estaban cazando bajo sus costumbres. Pero antes de eso YoonGi debía retirar su velo. Se lamió los labios de forma nerviosa y con su mano libre se acercó a la cabeza del más joven.

Vio como el sumo sacerdote retiró la corona de JiMin, YoonGi tomó el borde del velo y con cuidado y lentitud comenzó a levantarlo, podía notar la tensión que los rodeaba, todos los presentes morían por ver el rostro del príncipe, pero nadie posia estar mas ansioso que YoonGi. Fue levantando suavemente la tela y pudo ver la barbilla del príncipe, la piel era clara y  en apariencia suave, subió más y descubrió unos esponjosos y muy rosados labios que parecían sumamente suaves, luego siguió una pequeña y delicada nariz junto a unas lindas y grandes mejillas que se encontraban ligeramente ruborizadas, sus hermosos y únicos ojos junto a sus largas pestañas y definidas cejas plateadas, su frente lisa sin marcas y finalmente retiró el velo dejando ver la platinada cabellera.

El velo fue entregado al sumo sacerdote después de que este volviera a colocar la corona de JiMin en su lugar, YoonGi aún no salía de su asombro, JiMin no era hermoso, era algo más allá de esa simple y mundana palabra que no hacía ni lo mínimo de justicia a la belleza y perfección del joven príncipe. Y No era el único que lo pensaba pues era capaz de oír las exclamaciones de asombro entre lo invitados y los susurros comentando sobre la belleza inhumana de su esposo. 

JiMin era simplemente irreal, nadie jamás podría parecerle siquiera atractivo a su lado, el joven brillaba tanto por sí mismo, con su belleza, encanto y corazón tan noble, como brillarian mil soles juntos y aún así el menor podría arreglárselas para opacarlos.

Rey de Cristal  *Yoonmin* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora