Capítulo 24

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SE LE HACIA IMPOSIBLE RESPIRAR. Cada aliento que tomaba, era como miles de agujas filosas clavándose en su pecho. Ni siquiera era consciente de sus propios gemidos y las quejas que producía muy profundamente con su garganta.

La garganta de ella se llenaba de sangre, y por sus mejillas corrían lágrimas indecorosas. Con todo el valor que pudo acopiar en el momento, giró su cabeza, pegando su pómulo sobre el suelo frío. La propia sangre de ella tiñó su piel de rojo y saboreó la sensación de su propia calidez.

Invierno había vuelto a su forma anterior. Su cabeza estaba en un ángulo extraño y el cuerpo de él permanecía demasiado quieto. Verlo allí, inmóvil, con los ojos cerrados casi parecía que estaba durmiendo.

Las orejas de él estaban caídas, marchitas. Sus patas abiertas alrededor de él y la cola enredada entre las piernas. Un agujero profundo amanecía desde su lomo hasta por encima de su pecho.

El sollozo de ella resultó ahogado y escupió sangre.

Lo observó, deseando que se pusiera de pie y lamiera sus heridas como siempre lo había hecho. Se preguntaba qué habían hecho con los demás lobos, si ellos estaban bien, si ellos habían logrado escapar.

Un bufido a causa del esfuerzo la hizo despertar de su aturdimiento. La estancia parecía dar vueltas y la escasa luz que producían las antorchas hacía que todo se llenara de sombras siniestras y le diera escalofríos, aún así en medio de la muerte. Quería volver a levantarse pero eso ya no importaba. A Elysa ya no le quedaban fuerzas. Podía oír la llamada de la inconsciencia que se filtraba por su cerebro y su cuerpo parecía flotar.

—Elysa —llamó una voz familiar—. Aguanta.

Hunter se asomó en su línea de visión. El rostro de él estaba hinchado a causa de los golpes, totalmente irreconocible. Aún con sus dificultades por mover los músculos de su cara, le regaló una sonrisa que suponía ser tierna. Tenía los dientes llenas de sangre.

—Sólo aguanta un poco más. Te sacaré de aquí.

Había demasiado silencio. ¿Dónde estaban los Nativos y aquellos hombres inmensos?

—No te preocupes, me encargué de ellos. Lograremos salir de aquí.

Elysa negó con la cabeza en silencio. Tosió más sangre, convulsionando por el dolor.

Fue consciente demasiado tarde de las heridas que cargaba Hunter. ¿Cómo había podido luchar con cuántos sabe quién, hombres y mujeres del doble tamaño de él y con su mano diestra dislocada?

—No estuve a punto de perder mi brazo favorito para nada, ¿de acuerdo? Te sacaré de aquí y la Reina Elena tendrá que abastecerme con miles de banquetes y oro, jamás será suficiente.

Gruñendo por el esfuerzo, intentó levantar a Elysa del suelo. Él no estaba tratando de ser tan cuidadoso, así que el dolor se incrementó y los pinchazos hicieron que ella gritara del sufrimiento.

—Lo lamento.

Como no podía cargarla, la agarró de los pies y comenzó a arrastrarla por el camino. La fuerza que tenía era increíble, y más si se trataba de intentarlo con una sola mano.

Él le hablaba, obligándola a mantener la conciencia.

—Invier...

Boqueó. Las palabras fueron mezcladas con sangre y dolor.

—Es muy tarde para tu lobo, lo siento mucho.

Elysa se resistió. Intentó mover sus piernas en contra de Hunter. Él frunció el ceño, brindándole la mejor cara de incredulidad.

El Espíritu del InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora