CAPITULO 17

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Las llamas ondeaban en torno al caldero de Piedrecita mientras la noche iba cayendo sobre el campamento. Bastian miró al bosque... si Verruga y Lars pasaban cerca verían el fuego. Lo deseaba. Tanto. Pero sí atendía dentro de sí mismo, no creía en ello. Era demasiado extraño para ser una casualidad.

Su mirada se encontró con la de Sandra, que estaba sentada con Lisbeth sobre una manta y cuchicheaba. Ella apartó los ojos enseguida, pero Lisbeth no. Lisbeth lo observó, como si lo viera por primera vez. Tenía la boca ligeramente abierta, como si no pudiera creer lo que indicaban los ojos de Bastian.

¿Tenía algo en la cara? Se pasó la mano con rapidez. No, no le parecía. Pero los ojos de Lisbeth no se apartaban de él. ¿Qué le estaría susurrando Sandra? ¿Algo relacionado con él? Lo estaba poniendo nervioso, se dio la vuelta.

En la hierba cantaban los grillos y entre las copas de los árboles apareció un pequeño trozo de luna, blanca como el gis. Era la primera vez que comían todos juntos, pero el humor general estaba por los suelos, y no tenía nada que ver con la comida. Bastian no había comido nunca un guiso de ejotes tan delicioso. 

La escudilla se le vació demasiado pronto y había pocas reservas.

Iluminada por el fuego y por la luna, Iris estaba sentada en una de las rocas que formaban la ballena jorobada, tenía el arpa en las rodillas. Cuando empezó a tocar, Bastian enseguida reconoció la melodía. Planxty Drew. Lo transportó a varios sitios a la vez. A esa misma tarde. Al momento en que Verruga se había metido en el bosque saludando con la mano. A cientos de años atrás, cuando las personas también se sentaban junto al fuego, como su grupo ahora. La belleza del momento lo conmovió y lo puso triste al mismo tiempo. Cerró los ojos, y solo se dio cuenta al escuchar su nombre.

- ... creo que Bastian tiene razón - era Lisbeth. Solo vio su perfil, su rostro estaba vuelto hacia el bosque nocturno. Tenía la cabeza en una posición extraña, como si no quisiera que la alcanzara el reflejo del fuego.

- Razón ¿sobre qué? - preguntó Sandra.

- Sobre que no estamos solos aquí. Creo que alguien nos sigue, nos acecha..., pero no se muestra - se frotó los brazos con un escalofrío.

Por primera vez el arpa de Iris desafinó, ella dejó de tocar y puso el instrumento a un lado.

- ¿Por qué crees eso? - preguntó - . ¿Has visto a alguien?

- No. Verlo del todo, no. Puede ser que me lo haya imaginado - Lisbeth movió ligeramente la cabeza para mirar a Iris - . A lo largo del día he tenido en varias ocasiones la sensación de que alguien nos miraba desde el bosque.

- Podía haber sido uno de nosotros - propuso Sandra.

- No creo. Si había alguien de verdad, no quería ser descubierto - .

- Bobadas - Sandra se rio sin ganas - . ¿Qué iba a hacer aquí alguien extraño? ¿Y solo?

El tema le quitó a Iris las ganas de seguir tocando. Metió el arpa en la bolsa.

- ¿Cómo se veía? -

- Ni idea. Como una sombra en la penumbra. Al principio creía que era un animal, pero luego lo escuché toser - .

- ¿Toser? -

- Sí. Parecía enfermo - .

- Pues claro - dijo la voz suave de Doro - . Sufre. No descansa. Vaga continuamente y no se puede lavar la sangre de su hijo de los huesos.

- ¡Otra vez no! - la voz de Bastian sonó irritada, pero le daba lo mismo. Ya era suficiente. Se iría a dormir mientras el fuego todavía no se hubiera consumido. Así por lo menos sabría dónde estaban sus cosas.

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