Algo se movió. Algo palpitó bajo sus manos. Algo gritó lejos, a distancia, grave y desesperado.
El mundo regresó poco a poco. El suelo duro bajo su cadera derecha, el dolor en su nuca torcida. Luz oscilante si levantaba los párpados.
La memoria volvió a su sitio y el gritó se tornó un aviso de peligro. Bastian se incorporó de golpe, vio que Iris ya estaba de pie y miraba en la dirección de donde procedían los gemidos. Georg estaba agachado, en posición acechante, dispuesto a saltar, el escudo en la mano. Debía de estar de guardia porque Paul dormía, se había ganado su descanso. Lisbeth tampoco se había despertado; Alma, en cambio, sí. Estaba sentada al lado de Arno, con el rostro contraído, y le ponía la correa a Roderick, al que los gemidos parecían haber vuelto loco. Agitaba el rabo, tiraba de la correa, y como eso no servía de nada, comenzó a ladrar y a responder a los gemidos.
- Almas - musitó Doro - . Almas hambrientas - se acurrucó y volvió a la carga con sus conjuros de la tarde, en voz más baja esta vez. Casi no se oían sus palabras, ya que aquellos gemidos inmateriales que llegaban desde la oscuridad, las enmudecían sin ninguna dificultad. Todos se fueron despertando uno tras otro.
- Como si vinieran de otro mundo - susurró Alma.
Bastian y Piedrecita intercambiaron una mirada de desconcierto. Fantasía no era, eso estaba claro. Fantasmas... la sola idea ya resultaba ridícula. Las sombras negras y rojas que el fuego proyectaba en los muros de la antigua bóveda de piedra danzaban al compás de los gritos, se mecían a su ritmo...
- ¿Qué hacemos? - Ralf estaba próximo a las lágrimas.
- Esperar - respondió Bastian con sequedad. No tenía explicación para lo que sucedía allí, estaba demasiado cansado para pensar con sensatez. Almas hambrientas. No, ni pensar en eso. La realidad era más sencilla: no estaban solos. Aquellas voces lastimosas eran la primera prueba palpable de que en aquel bosque por lo menos había otra persona.
Alguien comparte esta sala subterránea con nosotros y nos canta su escalofriante melodía nocturna. Y nosotros estamos sentados alrededor del fuego, empequeñecidos por el miedo pero iluminados como si nos halláramos en un escenario.
A pesar de ello, Bastian se sentía agradecido de no tener que soportar aquellos cánticos, que subían y bajaban de volumen, en medio de la oscuridad. Si algo iba a acercárseles, lo verían.
De pronto, Ralf no aguantó más. Se arrastró a gatas hasta Paul y lo sacudió por los hombros.
- ¡Paul! ¡Por favor! ¿No lo oyes? -
Bastian lo tiró para atrás.
- ¿Estás loco? Déjalo en paz, lleva todo el día caminando, cargando a Arno, no ha podido descansar ni dos minutos... ¿Qué pretendes de él? -
- Es el más fuerte de nosotros - lloriqueó Ralf - . Él sabrá lo que tenemos que hacer y yo tengo mucho miedo, no me quiero quedar aquí. Doro ha dicho que será nuestra tumba y yo no quiero morir. Por favor, Paul, despiértate, por favor...
Gimoteaba con cada nueva palabra, su mano derecha se agarraba a la camisa de Paul, y antes de que Bastian pudiera arrancarlo de allí, logró su propósito: Paul abrió los ojos.
Se mostró desorientado tan solo una décima de segundo, al momento sus ojos se pusieron en alerta.
- ¿Qué ocurre? -
- No lo sabemos - respondió Ralf sollozando - . Doro ha dicho que son...
- ¡Doro! - resopló Paul. Se levantó de un salto y caminó unos pasos en dirección a los gritos y la galería oscura.
ESTÁS LEYENDO
Saeculum
Mystery / ThrillerSaeculum promete ser un emocionante juego de roll, un inofensivo viaje al pasado. Cinco días en un paraje remoto sin estudios, sin trabajo y sin tecnología de ningún tipo. La aventura perfecta para desconectar y quizás conquistar a esa persona que r...