CAPITULO 21

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Los crujidos de su estómago eran muy molestos. Iris se apretó el vientre con una mano y se dirigió a un punto más claro que había entre dos abetos. No, tampoco era una seta. Mierda. Pasó por debajo de una telaraña gigantesca y se dio la vuelta. Bastian no estaba muy lejos de ella, había decidido acompañarla y la chica sentía su presencia como algo que la envolvía cuidadosamente. El recuerdo del brillo de sus ojos al decir que también ella se quedaría... No, no era bueno abandonarse a ese tipo de sentimientos. Te volvían débil e incauto. Podías conocer a personas durante años y solo descubrir su verdadera cara en momentos así.

A pesar de todo.

Hacía tanto bien confiar en alguien.

Dio unos cuantos pasos más, hacia donde el río formaba una pequeña cascada sobre un desnivel de piedras. La roca de al lado estaba tan cubierta de musgo que parecía un cojín. Iris no pudo resistirse, se sentó encima y aguardó a Bastian, que estaba atravesando la maleza con esfuerzo.

Tres días de naturaleza le habían proporcionado un nuevo rostro. Algo más moreno. Sin lentes. Su cabello estaba muy lejos del peinado liso de niño bien que al principio le resultaba tan cómico. Ahora le llegaba casi hasta los ojos y cada vez que se lo apartaba a un lado con una sacudida enérgica de la cabeza, algo se removía en el interior de Iris. Llevaba la camisa medio abierta sobre el pecho; la chica se imaginó que rozaba su piel, deslizaba las puntas de sus dedos por ella, esperaba su reacción...

Mierda, Iris, ¡no seas idiota! Cómo si no tuvieras otras preocupaciones . Por Dios. Sacudió la cabeza y miró al río, observó ensimismada una rama que señalaba en dirección al campamento. Los pasos de Bastian se hicieron más cercanos.

- Adivina lo que tengo - dijo él. Algo marrón destacaba bajo su nariz - . En contra de lo esperado el miope ha vuelto a encontrar algo.

- Parece una baya comestible - dijo ella olfateándola - . Llevémonosla. Piedrecita es experto en... - sin haberlo acabado de decir supo que había despertado la mala conciencia de Bastian por la manera en que este bajó la cabeza - . Estuvo bien que lo hayamos dejado con Paul - dijo con rapidez - . No estaba tan caliente y respiraba mejor —se levantó de un salto y tomó la mano de Bastian - . Vayamos al lago. Puede haber setas escondidas por todo el bosque, pero los peces están seguramente en el agua.

Fueron todo el camino de la mano y una voz que parecía reír para sus adentros y surgía del interior de Iris trataba de convencerla de que no le pasaría nada mientras Bastian no la soltara. Sin embargo, cuando tuvieron el lago frente a ellos, ella lo hizo para quitarse los zapatos y meter los pies en el agua. Cerró los ojos. Levaba meses imaginándosela una y otra vez. Esa sensación de paz, sin ningún miedo. No duraría mucho, todas las preguntas en torno a Verruga, Sandra y Lars volverían imperiosamente a situarse en primer plano, pero ese momento era... mágico.

Sintió en el rostro un toque tan leve como el de una pluma.

- ¿Estás llorando? - preguntó Bastian en voz muy baja mientras su mano continuaba paseándose por su cabello, y de pronto Iris se habría puesto a gritar y se habría abrazado a él para sacarse de adentro toda la tensión que acumulaba. Pero su cuerpo fue más rápido que ella, y a causa de aquel roce inesperado se contrajo y se echó hacia atrás.

- Lo siento - dijeron los dos al unísono.

Él se irritó por la reacción de ella, como para no tenerla en cuenta, pero no hizo preguntas. Iris se aproximó a Bastian una vez más, deseando de nuevo el contacto de su mano, pero estaba claro que ahora él no iba a tocarla ya.

- Es solo que... - Iris trató de encontrar las palabras - . No te conozco, no sé nada de ti. Y aunque mi intuición me diga que eres honesto, ni yo misma puedo creerlo. Mi intuición ya me hizo comportarme en una ocasión como una completa idiota - vio que las comisuras de sus labios se levantaban sutiles, y también sus cejas.

SaeculumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora