Bastian necesitó tomar aire sin comprender del todo lo que estaba viendo.
Esqueletos, retorcidos, desmembrados, con las armas caídas en las proximidades, o deshechas entre los huesos de las manos. Algunos llevaban restos de armaduras metálicas, en otros no quedaba más que un pequeño jirón de tela. Ninguna de las osamentas daba la impresión de que sus dueños hubieran muerto en paz... yacían en la misma postura en la que habían fallecido.
Víctimas de una batalla transcurrida mucho tiempo atrás. Bastian se dio cuenta de que había dejado de respirar, aspiró aire con fuerza y dio un paso más, con cautela.
Había cuatro sarcófagos de piedra decorados con escenas de caballeros luchando y nobles a la caza del jabalí. En todos estaba grabado el mismo escudo: dos espadas cruzadas y, sobre ellas, el halcón de alas desplegadas, aquel halcón que parecía perseguirlos, el mal augurio alado.
"Sarcófagos", pensó Bastian. "Tumbas de piedra. Una cripta." El recuerdo de la leyenda que Paul les contó en el tren lo dejó sin aire.
Alrededor de las tumbas tuvo lugar una lucha encarnizada. Los soldados hendían sus espadas en los cuerpos de los inermes, los ensartaban con sus alabardas, los decapitaban. Las paredes de la cripta se tiñeron de rojo, el suelo estaba resbaladizo a causa de la sangre, los alaridos de los moribundos llegaron al pueblo y arrancaron del sueño a sus habitantes.
Bastian entró en la cripta. La luz de la antorcha oscilaba, proyectaba sombras vacilantes en las paredes y en el suelo. Movió los pies con precaución... la sangre llevaba seca un tiempo inmemorial, pero la idea de pisar alguno de aquellos huesos antiguos, sentir que se deshacían, hizo que un escalofrío recorriera su espalda.
Un hacha, que se había quedado clavada en el cráneo de un hombre de gran complexión. Una espada, aprisionada entre costillas. Un esqueleto retorcido, cuya pierna derecha había desaparecido.
En un sarcófago junto a la pared yacían los restos de un hombre. Sus brazos estaban abiertos a derecha e izquierda, como si quisiera abrazar el féretro de piedra. Le faltaba la cabeza.
Sin dudarlo más, Ludolf le cortó a su hermano la cabeza. La sangre de Tristram corrió por la tumba de su padre y empapó sus restos.
Con una mezcla de repulsión y curiosidad, Bastian buscó por el suelo levemente iluminado por la antorcha de Paul. Había una calavera unos cuatro metros más allá. Le sonreía con una mueca, todas sonreían como si quisieran darle la bienvenida. Los gritos de antes, las risas, unidos a la imagen de la cripta, hicieron que un estremecimiento de alarma vibrara en su cabeza.
- Es una maldita casualidad, una maldita y fatídica casualidad - murmuró Iris - . Estamos en la cripta ensangrentada, ¿no? Existe realmente.
- Sí - respondió Paul - . O no, ni yo mismo me lo creo - se frotó la frente con fuerza - . Lo único que sé es que tenemos que mantener a Doro alejada de aquí.
El aviso de Paul no era porque sí; se acercaban voces, seguro que atraídas por los gritos de Carina. Bastian e Iris miraron hacia la entrada, donde Georg, Lisbeth, Nathan y Doro aparecieron a la luz de otra antorcha.
- Maldición - los ojos de Paul iban de uno a otro - . No dejen entrar a Doro. Lo digo en serio.
Era la primera vez desde que Bastian lo conocía que Paul daba muestras de hallarse agotado. No debía de haber dormido más de dos horas y apenas podía sujetar la antorcha sin que se le viniera abajo.
- ¿Por qué gritó Carina? - oyeron que decía Georg - . ¿Le pasó algo a Paul? ¿O a otro? -
- No, todo está bien. Pueden regresar, tienen que ocuparse de Arno. -
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Saeculum
Mystery / ThrillerSaeculum promete ser un emocionante juego de roll, un inofensivo viaje al pasado. Cinco días en un paraje remoto sin estudios, sin trabajo y sin tecnología de ningún tipo. La aventura perfecta para desconectar y quizás conquistar a esa persona que r...