CAPITULO 29

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El fuego de la primera sala estaba a un paso de apagarse y Bastian sintió que algo había cambiado allí. Ni un sonido del exterior, tal como había dicho Alma.

- Han cerrado el agujero - gritó Ralf en cuanto llegaron - . Paul, ¿qué vamos a hacer ahora?

- ¿Cómo está Arno? -

- Ni idea, duerme creo. Pregúntale a Mona - .

- Está fatal - la voz de Mona salió de un rincón en la sombra. Su pelo rubio era una mancha de claridad en la penumbra - . Me parece que tiene fiebre. Pero se ha dormido hace un momento.

La escasa luz impedía ver la abertura por la que habían bajado. Tiraron unas ramas al fuego, que empezó a humear pero también creció en luminosidad.

- Alguien tiene que tratar de subir - dijo Paul - . Lo mejor sería que fueras tú, Nathan, eres el más liviano de nosotros. Podemos levantarte hasta que encuentres un apoyo.

- No quedamos en nada de eso - murmuró Nathan, negándose, a un paso de las lágrimas - . No lo he hecho nunca, no puedo.

Vista de mierda. Bastian miró hacia arriba entrecerrando los ojos y comentó:

- Si me puedo subir a tus hombros, Paul, y encuentro un sitio para sujetarme en esa zona que no es tan vertical, a lo mejor lo logro - .

- No - la réplica de Paul fue inesperadamente rápida - . Tú, no.

- ¿Qué? ¿Por qué no? -

Paul trató de buscar una contestación:

- Porque... eres nuevo en Saeculum. Inexperto. Además, ves mal - .

Bastian no contaba con un argumento tan endeble. Hizo caso omiso con un movimiento de cabeza.

- Estupideces. Vengan, sujeténse a la pared y yo me subiré encima - .

Salió mejor de lo esperado. Bastian halló un saliente de la roca donde asirse e impulsarse hacia arriba. La hendidura era lo bastante ancha para aguantarse si uno se sostenía con la espalda y las piernas contra las rocas.

Cuando creyó encontrar una posición más o menos firme, echó un vistazo hacia arriba.

Negro.

No le llegaba nada de luz. Tenía que trepar más, tocar el peñasco. Los brazos le dolían terriblemente, pero se izó más, centímetro a centímetro. Volvió a buscar apoyo. Había una pequeña saliente donde podría poner el codo. Se balanceó, se sujetó con la mano derecha en una brecha, palpó con la izquierda hacia arriba, sobre su cabeza. Estaba húmedo, había musgo en la piedra.

Una roca.

De todas las posibilidades esa era la peor. Toneladas de piedra en la única salida.

Aun sabiendo que era inútil, empujó la roca con la palma de la mano, empleó todas sus fuerzas, pero no se movió ni un ápice.

¿ Qué creías? ¿ Que iba a salir rodando como una bola de billar?

Empujó de nuevo, con tanta energía que casi se resbala. Cedió en su empeño y se dispuso a bajar. Sin cuerda y casi en vertical... realmente era un desastre.

Abajo lo esperaba Paul y lo ayudó a aterrizar cuando Bastian saltó los dos metros y medio últimos.

- Ninguna posibilidad - dijo jadeando - . La roca tapa el agujero por completo. Aquí todo es granito, es enorme. Debe pesar su buena tonelada ya - apoyó las manos en las rodillas para recuperar mejor el aliento - . Esperaba que estuviera inestable y pudiéramos hacerla rodar un poco. Pero no. El agujero está cerrado por completo, se necesitaría una grúa para levantar esa mole.

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