22. La última oportunidad

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-¡Alex! ¡Alex!

Escuchaba que decían su nombre, sabía que era Kara, reconocía su voz, tambien sabía que estaba llorando. Nunca se equivocaba, sabía si su hermana sonreía o estaba triste incluso escuchándola por teléfono.

Las otras voces también le resultaban conocidas, distinguía a Maggie, pero no podía entender lo que decían, lo único que podía escuchar con claridad era a su hermana llamándola. Sentía las manos que se movían rápidamente para abrir su camisa, suponía que era Lena. También sentía como su cuerpo se sacudía, alguien estaba tirando de sus hombros frenéticamente, imaginaba que era su hermana.

Sentía otro par de manos pasar suavemente por su frente corriendole el cabello y estaba segura de que era Maggie. Sus manos estaban calientes, y estaba segura, aunque no sabía por qué, que sus manos debían estar siempre calientes.

Intentaba abrir los ojos, intentaba gritar, pero simplemente su cuerpo no respondía. Sabía lo que pasaba, después de todo era una doctora importante. Sus pulmones estaban fallando, el oxígeno no corría por su sangre y no llegaba a sus órganos, eso significaba que en pocos minutos todo su cuerpo iba a fallar.

-¡Hay que llamar a una ambulancia!-

Era Lena, definitivamente era ella. Nunca había tenido una buena relación con ella en el instituto y menos después, no hasta que conoció a Kara y se hicieron amigas. Tampoco la veía como alguien digno de toda su confianza, pero en éste momento sabía que su vida dependía de ella. La única persona en esa habitación que sabía qué hacer era Lena.

-¡Alex despierta!-

La voz de su hermana seguía siendo la que tenía mas presente, podía sentir la desesperación en su voz. Deseaba con toda su fuerza poder abrazarla y decirle que todo estaría bien.

Sentía las manos de Kara sujetando sus brazos con fuerza mientras la sacudía intentando despertarla. Sabía que quería ayudar, pero lo único que estaba consiguiendo era causarle contusiones con cada golpe que su cuerpo daba en el piso por los movimientos bruscos.

-¡Kara vas a lastimarla! Dejala-

Maggie, esa voz autoritaria tenía que ser ella.

-Llevatela a la cocina-

Maggie otra vez, ¿Hablaba de ella o de Kara?

-Kara vamos, Lena está ocupándose

¿Nicole? No parecía la voz de Waverly. Todas las voces empezaban a sonar iguales, cada vez mas lejanas, confusas. Sus ojos habían estado cerrados todo el tiempo pero ahora la oscuridad empezaba a ser más negra que antes.

Su cuerpo estaba fallando, lo sabía, ya no había nada que hacer. No podía moverse y tampoco hablar, sólo podía pensar en todo lo que había perdido en su vida. Había perdido a su padre y a su hermana en una sola noche. También había perdido a su mamá ese día, aunque no físicamente, Eliza Danvers nunca volvió a ser la misma.

Había perdido su infancia y su inocencia y la oportunidad de una adolescencia normal. Ahora iba a perder a su hermana para siempre, iba a perderlo todo, su vida. Lo último que pasó por su mente fue lo que no se animaba a aceptar estando consciente.

Estaba por perder algo más, estaba por perder la oportunidad de reconocer sus sentimientos, de entender y aceptar lo que le pasaba. Había decidido negarse a ver la realidad, negarse a aceptar que sentía algo especial cuando estaba con Maggie, y ahora se arrepentía de tantas cosas. De no haber salvado a Melanie, de no haber estado a la altura para evitar ver a Kara sufrir. Y se arrepentía de no haber besado a Maggie.

Silencios de familiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora