27. Aceptar

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Los siguientes días fueron normales para las hermanas Danvers, las cosas no parecían haber cambiado. Alex debía usar oxígeno mientras dormía, pero había decidido no hacerlo, desde su visita al hospital, Kara había ido su cama en medio de la noche todos los días, por eso no podía tener un tanque de oxígeno sin que ella lo notara.

Maggie y Lena estaban preocupadas, no sólo por la enfermedad de Alex y por saber que ella no estaba cumpliendo con el tratamiento, sino también por lo difícil que sería cuando Kara descubriera la verdad. Pasaban todos los días por su departamento, a veces iban a cenar, otras veces se quedaban durante toda la tarde, Maggie iba todos los días al laboratorio de Alex a comprobar que estuviera bien.

-Danvers

-Hola Maggs- saludó sin sacar la vista de su computadora- ¿No deberías estar trabajando?

-No, hoy tengo el día libre asi que pensé que sería buena idea que tu y yo hagamos algo divertido

-Estoy trabajando

-Alex tu eres la jefa, puedes irte cuando quieras

-Si pero...

-Vamos Danvers, sal conmigo, podemos ir a ese lugar que te gusta, el que vende yogur helado

-Esta bien, pero tenemos que buscar a Kara cuando salga del instituto

-No te preocupes, ya arreglé todo, Lena va a buscarla y vienen a cenar con nosotras a mi departamento

-Odio cuando organizas mis actividades

-Lo sé, y no hay nada en el mundo que me divierta más que molestarte

Caminaron hasta el lugar favorito de Alex, el camino fue en silencio, pero no un silencio incómodo, sino ese en el que no hace falta decir nada, porque la compañía es tan buena que no se necesita nada más.

Maggie obligó a Alex a sentarse mientras ella iba a hacer el pedido. Regresó pocos minutos después con dos vasos llenos de yogur con frutas y salsa de chocolate, el favorito de Alex. Maggie sabía exactamente lo que a ella le gustaba.

La conversación era divertida, siempre era así entre ellas. Tenían algo de qué hablar sin importar qué tan seguido se vieran, nunca se aburrían cuando estaban juntas. Alex había dejado de lado sus dudas por un tiempo, pero ese día se sentía diferente. Estaba disfrutando tanto la compañía de Maggie, estaba segura de no haberse sentido así nunca.

Había pasado algún tiempo intentando entender lo que sentía, y lo entendía. Sabía que lo que tenía con Maggie era especial, sabía que sentía un hormigueo en todo su cuerpo cada vez que pensaba en ella, y pensaba en ella casi todo el tiempo. Odiaba cada segundo que estaban separadas y sentía la enorme necesidad de pensar cómo se sentiría estando con ella en cada actividad que hacía durante el día.

A Maggie le encantaría esta película, seguro Maggie amaría esta comida, que increíble sería que Maggie viera ésto ahora conmigo. Estaba presente todo el tiempo, pero aún así no había podido aceptar realmente lo que le pasaba. Se había preguntado varias veces, ¿Y si ésto que siento es porque me gusta Maggie? Pero en seguida habia decidido que no, sólo eran amigas.

En algún lugar de su mente, en un lugar tan profundo que ni siquiera sabía que existía, había creado un miedo irracional a ser gay. Maggie le gustaba, y eso era seguro, pero no podía aceptarlo, y por eso intentaba convencerse a sí misma de que no sentía nada cada día. Y ahora, en ese preciso momento, mientras la observaba, intentaba convencerse a sí misma de que no estaba completamente perdida en sus ojos.

-¡Alex!- Maggie hizo sonar sus dedos frente a ella para llamar su atención

-¿Qué?- dijo ella saliendo de su trance

-Hace casi 20 minutos que estoy hablando y tú no estás escuchandome, ¿Dónde estas?

-Perdon, yo...estaba pensando en algo

-Bien, ¿En qué pensabas?

-En que yo...creo que tu...no sé

-Si lo sabes Alex ¿Por qué te cuesta tanto decirlo?

-Supongo que tengo miedo

-¿Miedo de qué? ¿De que no te acepten? Vamos Alex, tu madre no es ese tipo de persona

-No, no lo es, soy yo

-Tu tampoco eres ese tipo de persona, porque si lo fueras, no estarías aquí conmigo

-Es que, toda mi vida crecí viendo parejas...ya sabes, y yo no... simplemente no siento que ésta sea yo

-Pero lo eres, y no tiene nada de malo, tal vez no eres la persona que imaginabas cuando eras pequeña, pero es lo que eres y tienes que estar orgullosa de eso

-Si, es sólo que no sé como hacer ésto, quiero decir...¿Qué se supone que haga?

-Lo que tienes que hacer Danvers, es simplemente ser feliz

-Y si alguien... ¿y si algunas personas no lo aceptan?

-Escucha, jamás vas a hacer algo que todo el mundo apruebe, todo el tiempo juzgamos lo que los demás hacen, y si no es por ésto, será por otra cosa, siempre va a haber alguien que no esté a favor de tus elecciones. No puedes detener tu vida por esas personas, jamás vas a complacerlos a todos, y despues de todo, ¿Por qué deberías? Aquí solo importa lo que te haga feliz, si te hace feliz estar conmigo pues hazlo, y si es con otra chica estará bien. Y si decides que te haría mas feliz estar con un hombre yo voy a alegrarme por tí, pero eres la única que sabe lo que realmente te hará feliz, y créeme, no hay tantas oportunidades, asi que elige bien tu jugada Alex, porque es tu turno y depende de tí ganar éste juego.

Alex sonrió tímidamente, observó a Maggie unos segundos y volvió a hablar.

-¿Qué debería hacer ahora?

-Bueno, podrías empezar por decir lo que sientes. La mejor manera de aceptar lo que te pasa es escucharlo con tu propia voz. No es tan fácil como suena Danvers, muchas personas necesitan tiempo para poder decirlo en voz alta, y tú llevas bastante tiempo guardandolo

-Yo...yo...creo que...

-No, no puedes decir creo, tienes que estar segura de lo que dices, porque si no lo estás, lo mejor es que no digas nada hasta estar lista. No hay lugar para dudas

-Si estoy segura

-Entonces hazlo, fuerte y segura, me gustan las mujeres

-No es eso lo que quiero decir

-Bueno, entonces dime lo que quieres decir, dime lo que sientes

-Te amo Maggie

Silencios de familiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora