9. Daniel Scott

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Dos niños corrían en medio de la pradera, corrían como si su vida dependiera de ello, y así era. Un hombre disgustado corría detrás de ellos, con la ira devorada, con sed de sangre. Un niño cayó, su hermano se devolvió, lo levantó y se quedó allí, conteniendo al hombre mientras su hermano se dirigía a la libertad. Y el acero se llevó consigo la vida.

Daniel Scott se despertó sobresaltado, respiraba rápidamente y sudaba como si hubiera acabado un maratón. Estaba asustado y triste. En aquella mañana David se dio cuenta que los demonios ajenos pueden rasguñarnos.

Volvió a acostarse, se frotó la cara y miró la hora en su celular, faltaba una hora para que la alarma sonara, trató de volverse a dormir, pero no pudo.

Se levantó y se tomó un café negro, era un nuevo día que afrontar y sin el café, estaría como un zombi.

Como siempre salió de casa para correr sus dos kilómetros diarios, que mantenían ese excepcional estado físico.

Se duchó y se alistó para ir a combatir el crimen, siempre le hacía gracia esa expresión, pero en ultimas era lo que mejor definía su profesión.

Vaya sorpresa la que se llevó.

Cuando llegó al departamento de investigación para su saludo habitual con William, estaba en su apogeo todo el escándalo mediático, Daniel apartó a todas las personas que se encontró.

Sin embargo, su amigo no estaba allí. Se temió lo peor, ¿había tenido otro ataque? Esperaba que no fuera como el que tuvo en su casa y nadie hubiera salido herido de ello. Buscó por todas partes a Stephen, pero este no estaba allí.

Por desgracia ya no tenía tiempo que perder y tuvo que volver a lo suyo.

Aquel día fue pésimo, no podía concentrarse. En su mente estaba William, ¿qué le habrán dicho ahora? ¿había descubierto toda la historia de su hermano?

Del poco conocimiento de la psique humana que tenía Daniel Scott, sabía que a veces las personas no podían enfrentar sus traumas, entonces su mente trataba de salvarlos tomando dos caminos, o se olvidaba del hecho, o creaba a otra persona. Este último modo lo había visto miles de veces en los reclusos, donde varias personas vivían dentro de ellos y por lo menos una cometía un error que los enviaría a todos a la cárcel.

Por otro lado, sabía que William no era así, sabía que la mente de William había olvidado a su hermano y aquel álbum que había visto era de las cosas de sus padres y él lo había guardado sin siquiera darle un vistazo, por eso el recordarlo lo ponía tan mal, le mostraba una mentira y él quería estar en la mentira, no quería volver a esa verdad llena de dolor y culpa.

Y muy en el fondo sabía que Stephen lo sabía.

No durmió mucho esa noche, las pesadillas continuaron, no podía dormir si el hermano de su amigo estaba en su mente, lo aterraba. Salió de su casa para dar una vuelta, aclarar su mente. Pensar que pasaría de ahora en adelante, cómo podían solucionar esto. Ninguna idea llegó a su mente.

Se volvió decepcionado por no saber qué hacer, y en su silencio lo escuchó.

Escuchó los pasos que lo seguían, se volteó y vio a esa figura encapuchada, siguiéndolo a pocos metros.

Trató se seguir tranquilo, sin pensar demasiado en ello, debería de ser una persona con mucho frío o alguien que no quería ser visto por alguien más.

Siguió caminando olvidándose por completo de la persona.

Llegó a su casa, se acostó y pudo dormir toda la noche.

Fuera de su casa la figura encapuchada, sacó su cámara y fotografió todo cuanto pudo, aquella casa no sería segura por mucho tiempo. vio la última fotografía en la que Daniel estaba semidesnudo en su cama, como si nada pasara, como si su casa fuera una fortaleza impenetrable.

Luego, la persona se rio. 

La pesadilla de BelltownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora