17. Ira

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La tormenta azotaba los grandes ventanales, y a él le encantaba escuchar el incesante golpeteo.

Por el contrario, no se encontraba completamente alegre, se sentía molesto, muy molesto. Si bien es cierto que había logrado su objetivo al aterrorizar a esos malditos y se había ganado un sequito que transmitía el miedo. Como se había desarrollado el juego le irritaba, le irritaba tanto que no podía disfrutar el momento y cada golpe del agua contra la ventana le hacía doler la cabeza.

El intruso había desestabilizado por completo su plan, le había encerrado su objetivo haciéndolo sufrir más de lo que él pudo, una jugada sucia. ¿ese viejo asqueroso, retrograda, cree que puede atraparlo por medio de William? Vaya iluso. Puede que sea un gran investigador, pero la mente del payaso esta lista para lo que le pongan y sabe muy bien que esos detectives expertos que parecen inquebrantables, son más frágiles que el cristal, solo tenía que encontrar el punto donde golpear y lo tendría a sus pies, liberaría a William y podría seguir con su diversión, con su juego del gato y el ratón esperando el momento en que el ratón decida actuar, esperando que el verdugo emplee bien su papel. Pero mientras ese viejo viva, el plan será difícil de llevar.

Antes hubiera estado feliz, al ver como todo se complicaba y el saber quién era él fuera más difícil. Pero Alexander se había acercado demasiado, sabe demasiado y aquellos que saben deben morir. Aun así, él lo sabía bien, es como esas personas que saben jugar ajedrez, ninguna ficha muere en vano y él pensó bien al moverla, encerró a William para que él payaso no lo matara. Pero cuando vas por el rey, hasta un peón sirve para asustarlo.

El payaso pensaba enfrente de su computador.

―¿Cuál peón será? ―Se dijo.

En el monitor se encontraban tres imágenes, imágenes tomadas desde lejos, pero su objetivo era evidente, entre ellos, Eddie Fisher, Curtis Parker y Daniel Scott.

El payaso estaba próximoa descargar su rabia, a reír de nuevo. Y ese recinto vería la sangre una vezmás.

La pesadilla de BelltownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora