20. Atrapado

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―Eso es lo que hemos concluido, señor ―reportó Alex.

―Interesante, pero ¿cómo puede comprobarlo? ―preguntó Elías.

―Tenemos registros de los ataques psicóticos del sujeto.

―Sí, pero ¿cómo lo encausas con los asesinatos?

―Muchas veces, las dos personalidades ni se conocen, señor, por eso nos es difícil verificarlo, por ahora sabemos que el sospechoso trató de desviar la investigación hacia un sujeto inexistente y que eliminó pruebas como lo fue la desaparición del guante. Me parece más que pertinente hacerlo.

―¿Y si nos equivocamos? Sabes perfectamente que estas en algo muy delicado, fallar significa enfurecer más al sequito del asesino.

―A veces hay que tomar retos, señor. Confié en mí y en mi instinto.

―Haz lo que quieras, sin embargo, ten presente que la culpa de todo recaerá en ti.

―Le aseguro que enfrentare las consecuencias ―Una vez dicho esto Alex colgó.

El agente Reed se encontraba en su despacho con un monto de papeles frente a él, guardo su celular mientras suspiraba por el cansancio, su cuerpo ya no estaba listo para algo tan entrelazado, pero en el fondo le gustaba, se sentía en aquellos tiempos, donde podía hacer lo que quisiera.

Salió del despacho con paso lento, quería volver a su habitación de hotel lo antes posible, para su sorpresa los depredadores de información se le plantaron justo enfrente. Los odiaba, creía que fastidiaban toda investigación, sin embargo, en ese momento se sintió agraciado de verlos, se cerraron entorno a él, acribillándolo con las preguntas y acercándole un manojo de micrófonos a la boca. "Señor, ¿cómo va la investigación?" "¿Qué paso con William?" "¿Ya tienen al payaso?" "¿Lo cree un salvador o un asesino?" Las preguntas revoloteaban por todo el recinto.

―Señores responderé las preguntas, pero, por favor, una a la vez.

―¿Qué nos puede decir de la investigación? ―preguntó el periodista más cercano.

―Creemos que ya estamos por concluir, tenemos un sospechoso que parece ser el asesino.

―¿Quién? ―preguntó una chica.

―Me reservo esa información, aun así, el sospechoso solía trabajar en esta instalación, por ello la investigación se había retrasado tanto, solo queda informar que este ya ha sido retenido en una entidad de control, solo falta confirmar su relación con el asesino para encarcelarlo.

―¿Relación con el asesino? ―preguntó un chico de atrás.

―No sabemos si es el asesino o solo le aporta ayuda, de cualquier forma, está bastante inmerso en esto. Espero haberles ayudado. Adiós.

Alexander se abrió paso entre todos los periodistas que promulgaban más preguntas, llegó a su auto y se fue.

Y la información llegó a cada oído de Belltown.

Los foros de internet estaban atestados de comentarios referentes al payaso, no era posible que lo encontraran, jamás lo encontrarían. Lo que hizo no es más que promulgar la justicia. Incluso se estaban organizando marchas en pos de la nueva figura de la justicia en el pueblo.

Daniel Scott, al escuchar la voz de Alexander, centró toda su atención en el televisor, la ira se volvía a encender dentro de él. "Sigues pensando que es él, maldito". Salió de la estación de policía furioso.

Stephen Black, recostado en el sillón de su despacho, también estaba viendo la televisión, el mensaje lo volvió iracundo. "Estas yendo demasiado lejos, investigador de quinta" eso fue lo que gritó a todo pulmón.

Al otro lado del pueblo otra persona también se encontraba viendo las noticias, las veía con miedo, el hecho de no saber quién era la ponía de los nervios, allí en medio de la habitación, Emily Burton rezaba para que no fuera William el que estaba implicado en esto, pero estaba muy equivocada.

En el psiquiátrico, Inés veía la televisión incrédula, sabía que ese chico no podía hacer nada, desde que un sólo nombre lo pusiera nervioso, era alguien muy frágil y un asesino no es tan frágil.

Aun así, las opiniones de estas personas no importaban para Alexander, él sabía que estaba en lo correcto, lo había acorralado y por ello el payaso no había hecho nada en esos días, por ello Joffrey Grey pudo escapar de su cautiverio, porque el señor Reed había puesto en una trampa a su captor. Así antes de llegar a casa le apetecía algo más.

William Bolton había salido de su letargo, luego de su ataque le habían suministrado más medicina para calmarlo, había hablado con una señorita, una psicóloga para descubrir que pasaba, pero en ese momento no le apetecía hablar, así que el tratamiento de ese día no duró demasiado. Después de ello, no quería volver al salón principal, quería tener un espacio para pensar, para planear como salir de allí y como dar su jugada, una jugada que no permitiera otra, quería pensar cómo hacer jaque mate, y eso con un juego desorganizado era difícil, pero ya sabía muy bien qué le dolía a su oponente, su abuela, su padre, e irónicamente, un payaso. Tenía tres grandes fichas para aterrorizar al rey. Aun así, tenía que salir primero de allí.

Mientras pensaba como hacerlo, el guardia lo llamó.

―Tienes una visita.

―El horario de visitas ya pasó.

―Bueno, es "una visita especial". Vamos, no tengo todo el tiempo.

"¿Quién será?" pensó, luego la respuesta llegó a él. Cuando cruzó el umbral lo vio allí, con su pulcro traje negro, con las manos en la espalda, y esos horribles ojos verdes.

―Alexander, ¿Qué te trae por aquí? ―dijo mientras le extendía la mano.

William parecía seguro, sin embargo, por dentro, estaba muriendo de miedo.

―¿Conoces mi nombre?

―Sería descortés si no.

―William, pereces renovado.

―El lugar me ha sentado bien, más bien de lo que crees. ¡Ya ni me gusta el licor!

―Me parece excelente, que te guste el lugar ―Luego sonrió un poco―, porque te quedaras aquí. William Bolton queda arrestado por complicidad en el caso del asesino con traje de payaso.

―¿De qué demonios está hablando?

―Y es el principal sospechoso de los asesinatos, así que estará confinado a esta institución hasta que llegue la fecha de su juicio.

―Yo no he hecho nada.

―Eso es lo que dicen todos, William, por favor no se entierre más de lo que esta, recuerde que todo lo que diga puede ser usado en su contra ―Lo miraba cara a cara, luego vio al guardia―. Llévelo a su habitación y no le permita salir, solo yo tengo permiso de visitarlo. Adiós, señor Bolton.

El guardia tomó los brazos de William y lo estaba sacando de la habitación.

―Se acabó tu juego macabro, William.

―Espera, saldré de aquí y te voy a vencer maldito payaso asqueroso.

La puerta se cerró.

Ahora la trampa estabacerrada. 

La pesadilla de BelltownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora