2. Secuestro

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Cuando el conserje despertó ya habían pasado cerca de quince minutos, le dolía la cabeza y al incorporarse se asustó demasiado al ver el charco de sangre. Sangre que le empapaba el cabello donde llegaba todo el dolor. El señor no se acordaba de mucho, solo recordaba del dolor antes de caer. Su visión se aclaraba de a poco y por poco se cae al dar el primer paso, fue tambaleándose desde la pequeña cocina, hasta el despacho de Stephen, si le habían hecho daño, Dios sabría lo que le pasaría a los demás, y justo en ese pasillo, sintió miedo, tanto miedo que ni sus piernas podían moverse.

A medio pasillo, un hombre salía del despacho del psicólogo, arrastrando algo, no, no era algo, era alguien, lo llevaba de los brazos, pero ese alguien parecía muerto, sus extremidades no se movían, en cambio solo se movían por el impulso del hombre.

Entonces justo antes de doblar la esquina, directo al estacionamiento, ese hombre lo vio. El conserje, en su estado de terror creía que el hombre se dirigiría directo a él y lo mataría, pero eso no pasó, solo lo vio, con esos malditos ojos color esmeralda, detrás de esa mascará de payaso de mala calidad. Y luego, de la nada comenzó a reír, con esa risa macabra y tétrica que desde ese día se quedaría grabada en la mente de ese conserje, el cual corrió despavorido, por lo menos un kilómetro, antes de volver a razonar y llamar a la policía.

Fue ese el día, en el que el payaso consiguió llevarse a sus contrincantes.

Fue así como, William,todavía bajo los efectos del sedante, abrió sus ojos y vio como el auto en elque estaba se acercaba a ese edificio, gris y desgastado, con un gran ventanalen la fachada, donde por un momento, con la poca luz de la noche, pudo ver un parde piernas balancearse.

La pesadilla de BelltownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora