Capítulo Veinticinco.

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Jon.

No he dejado de pensar en cómo pude dejarla ahí...

Desde que llegué a casa lo único que he hecho ha sido esperar un mensaje suyo, como siempre lo hace cuando peleamos... Pero el mensaje nunca llega.

Enciendo la televisión para distraerme un poco, pero me arrepiento al instante. En el canal de música está la canción que siempre está cantando ella. Su canción favorita... Me hace recordarla y desear que estuviera aquí conmigo.

Me siento como en su canción... Asustado, tan asustado como nunca he estado. Me siento sólo y parece que las horas no pasan...

Entro a mi habitación y encuentro el mismo desorden que dejé cuando me fui. Mi guitarra aún está sobre mi cama sin tender. Mi ropa está regada por todos lados... Ella ya hubiera arreglado este desorden.

Me obligó a mi mismo a limpiar un poco el lugar. Cuando termino ya hay por dónde pasar sin tener que saltar cosas o tropezarse con algo. La cama ya está tendida y todas mis chaquetas y ropa están en los lugares correspondientes... Pero aún así no se siente como si ella lo hubiera hecho.

Me recuesto en la cama y me dejo caer hacia atrás... El techo negro me hace perderme en mis pensamientos y en el sentir roto que llevo en el pecho.

Mi celular suena y miro la pantalla al instante, pero no es ella... Es mi madre, seguro para preguntarme cuando iré a verla.

Ignoró la llamada. Se la devolveré cuando esté en condiciones de hacerlo... No ahora.

Me incorporo y miro la pared... El fantasma de mi hermosa niña corre de una pared a otra y parece que puedo verla y escucharla... Está sonriendo, usando ese vestido de mezclilla que tanto me gusta que use... Con su corte de cabello tan despeinado, como a ella le gusta... Usando esos tacones con el sonido que me desespera y que la hacen ver más alta de lo que es. Me llega a los ojos con esos tacones, pero me gusta más su altura normal... Cuando su cabeza queda en mi pecho...

Tomo mi maleta y comienzo a sacar cosas para distraerme. Todo lo metí sin cuidado alguno... Pero de repente me encuentro algo que no es mío.

Es una camiseta pequeña con una pequeñita guía de encaje en el escote del pecho... Es negra... Es suya...

Me acerco su pequeña prenda al pecho y siento una punzada cuando su olor llega a mis fosas nasales... La extraño tanto que ni yo mismo me lo puedo creer.

Todavía puedo sentirla... Sus brazos rodeando mi torso cuando tiene frío, sus piernas rodeando mi cintura, sus brazos en mi cuello... Parece que fue apenas ayer que finalmente pude hacerla mía... Tiene unos cuantos días solamente y ahora sólo de recordarlo sonrío como idiota.

Guardo la camiseta debajo de mi almohada y sigo en lo mío hasta que ya no queda ropa en la maleta. Se siente todo muy vacío y en silencio cuando ella no está.

Tomo mi teléfono y me encuentro con muchos mensajes de Alexa y de todo mundo, menos de ella... ¿Acaso no le importa que me haya ido?

Decido abrir los mensajes de Alexa solo por abrirlos. Me invita a su casa hoy, pero le miento diciéndole que tengo ensayo y apago el celular. No me llamará ni me enviará un mensaje y lo más seguro es que Alexa me deje en visto, así que no hay ningún problema.

Son las 8, pero siento que ha pasado toda la noche, así que me pongo el pantalón de la pijama y me meto en la cama... Su camiseta descansa en mi pecho, pero extraño la sensación de protección que ella me daba al tenerla junto a mi. Me cuidaba de cualquiera que quisiera hacerme daño por las noches... Me cuidaba de mis pesadillas y de todo lo malo que podía recordar en las noches, pero ahora no está y supongo que debería comenzar a acostumbrarme a dormir y a vivir sin ella.












Este pasillo me resulta familiar... Es el que lleva a la habitación de Riley.

Entro en su habitación y enciendo la luz. Mi hermosa nena está parada frente a su espejo y junto a ella está Alexa.

—¡Jon! — Alexa se abalanza sobre mí y se cuelga de mi cuello, apenas dejándome respirar, pero Riley se queda inmóvil en su lugar. ¿Que carajos está sucediendo?

—Dile a Rye lo mucho que me quieres, cariño. — Me pide Alexa mirando a Riley con malicia.

—Te quiero... — ¡Mierda, no!
Mi boca se sigue moviendo a pesar de que trato de detenerla, y a cada palabra que digo, los ojos de Riley se llenan cada vez más de lágrimas.

Cuando veo que mi princesa está llorando, un impulso de correr a abrazarla invade mi cuerpo, pero no puedo moverme... Es como si el cuerpo de Alexa se hubiera vuelto de piedra sobre el mío.

—¡Te quiero! — Le sigo gritando sin poder detenerme.

«No, cariño, yo te quiero a ti...» Le gritó a Riley, pero parece que no me escucha y que el pasillo que nos separa se hace cada vez más y más grande hasta que se vuelve interminable.

—¡Vuelve, por favor! — Me grita a la distancia sin dejar de llorar.

—¡Claro que te quiero, Rye! ¡Te quiero como nunca he querido a alguien! — Sigo gritando, pero mi voz no llega hasta ella...

—¡Nunca me has querido, Jon! — Brama de vuelta mientras se aleja cada vez más.

—¡Te quiero con mi alma, Rye! ¡Rye!













Despierto de golpe, sudando y con la respiración agitada...
Muevo mi mano hacia el lado vacío de la cama pero no hay nadie... Ella no está.

Enciendo la lámpara de noche y me sorprendo sosteniendo fuertemente la camiseta de Rye. Ella es la única que puede salvarme de esto y del infierno que vivo cuando ella no está cerca.

Miro la hora en el celular... Son solo las dos de la mañana, pero no puedo quedarme despierto hasta la hora que me toca levantarme, así que Me recuesto nuevamente en la cama aún sosteniendo su camiseta en mis manos...

Voy a dejar la luz encendida al menos hasta que vuelva a despertarme. Ella me hubiera abrazado y me hubiera dicho que todo está bien, así yo hubiera podido dormir tranquilo, pero sólo estoy yo... Yo y un vago recuerdo de las noches que pasé con ella, el cual amenaza con comenzar a desaparecer.

Always •|Jon Bon Jovi|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora