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Después de correr durante larguísimos minutos por las oscuras calles de Beacon Hills, siguiendo el aroma de Derek Hale como una droga y maldiciendo en mil idiomas el haber dejado el coche en la casa de Stiles, llegué a la escuela, que se encontrab...

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Después de correr durante larguísimos minutos por las oscuras calles de Beacon Hills, siguiendo el aroma de Derek Hale como una droga y maldiciendo en mil idiomas el haber dejado el coche en la casa de Stiles, llegué a la escuela, que se encontraba absolutamente vacía. Sin embargo, la intensidad del olor de Derek era incluso palpable con los dedos, haciéndome saber de ese modo que él y su tío estaban aquí, pero ¿con qué intención?

Sin perder tiempo me adentré a los pasillos de la escuela, sintiendo cómo mi corazón bombeaba cada vez con mayor fuerza en mi pecho y mi cabeza parecía embotarse de los nervios y la ansiedad, hasta que estuve a pocos metros de los vestuarios masculinos, de donde salía una asquerosa mezcla de olores.

—No te ayudaré a matar a gente —escuché que dijo Scott.

Respirando hondamente y procurando hacer el menor ruido posible, me adentré a los vestuarios con mi nariz fruncida ante el desagradable olor.

Era evidente que hacía pocos minutos la sala había estado repleta de adolescentes sudorosos que se habían rociado en litros y litros de desodorante.

¿Había peor olor que el del sudor mezclado con desodorante?

Mi corazón pareció saltar de mi pecho cuando a través de la oscuridad de la sala, dejando a un lado al viejo Hale y a un semidesnudo Scott, mis ojos se encontraron con la imponente figura de Derek, quien me devolvió una penetrante mirada que ocasionó estragos en mi interior.

Difícilmente pude contener el suspiro que estuvo a punto de escapar de mis labios ante la fuerza de su mirada.

Contrólate, maldita sea, me reprendí mentalmente, queriendo ser capaz de dejar a un lado esa satisfacción que me provocaba su simple presencia y que no estaba dispuesta a hacer pública.

Si bien es verdad que no era ninguna santa y sabía apreciar la perfección inmaculada de Derek, tener presentes las emociones que me provocaba el pelinegro era algo completamente nuevo para mí, lo que me llevaba a preocuparme ligeramente.

—Bueno, no quiero matar a todo el mundo...

En el momento en el que el viejo habló con ese perverso humor, dedicándome una fugaz mirada por encima de su hombro, dejé a un lado cualquier tipo de calentura o problema que pudiera estar invadiendo mi mente en ese momento y enarqué una de mis cejas en su dirección.

—Sólo a los responsables. Y eso no tiene porqué incluir a...

—Allison —aclaró Derek, alternando su mirada entre Scott, su tío y yo.

—No lo hagas —murmuré, volviéndome a enfocar en el objetivo principal.

Suavemente negué con mi cabeza cuando sus claros ojos volvieron a centrarse en mí, permitiendo que mis instintos me dominaran y, por tanto, hiciera evidente el mal presentimiento que había surgido en mi estómago en el mismo momento en el que mis ojos se cruzaron con los de Peter Hale.

The Last Dawn |Derek Hale x OC|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora