Nació con una clara marca en su futuro. Lo más importante para ella es su hermano, pero todo cambia en su llegada a Beacon Hills. Siempre han sido ellos dos, nunca han necesitado a nadie más, pero esas defensas que se habían autoimpuesto se derrumba...
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La noche llegó con rapidez y mientras yo me dedicaba a recorrer el salón de la casa impaciente, Elizabeth se limitaba a seguir mis movimientos con sus ojos, supongo que comprendiendo la gravedad de la situación.
Llevábamos horas esperando a que Viggo llegara de trabajar con la información que le había pedido acerca de la matrícula, pero no daba señales de vida.
—No puedo seguir aquí perdiendo el tiempo de esta manera —zanjé, calzándome con las deportivas que descansaban bajo la mesa de madera y agarrando con furia las llaves del coche—. Necesito respuestas, ahora.
La pelirroja, en completo silencio, siguió mis pasos de cerca, lo cual me extrañó tremendamente, ya que llevaba sin hablar desde que había llegado a casa esa misma tarde.
—¿Estás bien? —pregunté suavemente.
Cuando ella asintió con su cabeza, no creyéndola ni un poco, dejé escapar todo el aire de mis pulmones y me acomodé en el asiento del conductor del Audi, volviendo a llevar mi atención hacia ella cuando se sentó a mi lado para ver la seria expresión de su rostro que distaba mucho de lo que ella pretendía hacerme creer.
—Puedes contármelo, Beth.
—Yo... Estoy un poco celosa —confesó en un susurro.
Por un momento llegué a pensar que me había imaginado sus palabras, sin embargo, cuando los acelerados latidos de su corazón fueron lo único que rompió el incómodo silencio que había en el interior del Audi y ella se dedicó a juguetear avergonzada con sus dedos en su regazo, supe que no había sido así en absoluto.
Así que, ¿de qué demonios estaba hablado? ¿Celosa? ¿De qué?
—Desde que he llegado me he dado cuenta de que ahora tenéis una vida a parte de nosotros, y lo entiendo, pero aun así es difícil asimilarlo. Tú tienes a Derek, y a esos dos chicos. Viggo tiene su trabajo...
—¿Estás celosa de Derek, Scott y Stiles? —pregunté entre risas, poniendo el motor en marcha y sacando el Audi del garaje—. Por Odín, Beth.
Quería dejar de reír, porque el rostro de Beth estaba increíblemente serio, pero era algo muy difícil de conseguir, teniendo en cuenta que estaba celosa de esos dos adolescentes y de Derek.
Por Odín... ¿Cómo demonios iba a estar celosa de esos tres?
—Y de Allison...
Esa escueta frase hizo que frenara abruptamente el coche frente a un semáforo en rojo y me giré en el asiento para inclinarme sobre ella y envolverla bruscamente con mis brazos.
—Sois nuestros Alfa, pero ni siquiera había sabido de vosotros hasta hace unas semanas, y estoy convencida de que el resto ni siquiera sabe de vosotros desde que vinisteis a esta ciudad.
Sabía que lo había hecho mal, y que era algo que no me iba a perdonar en mucho tiempo, sin embargo, que Elizabeth se sintiera celosa de esos cuatro...