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"Abre los ojos"

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"Abre los ojos".

Una potente voz resonó en mi cabeza, despertándome abruptamente y obligándome a pestañear repetidas veces para intentar adaptar mis ojos a la profunda oscuridad que me rodeaba.

"Bienvenida, Nealie".

Esa grave voz volvió a resonar en mi cabeza, provocando que girara mi rostro en todas las direcciones, intentando encontrar la fuente de dicha voz.

Entonces me percaté de que no me encontraba en la veterinaria, el lugar donde me había dormido, sino que me encontraba en un oscuro espacio sobre una fina capa de agua que me devolvía mi maltrecho reflejo.

—¿Hola? —pregunté.

Poniéndome reticentemente en pie, y metiendo mis manos en los bolsillos de la chaqueta, me di cuenta de que, a pesar de que había estado tumbada en esa superficie de agua por vete tú a saber cuánto tiempo, mi ropa estaba seca.

"Llevo mucho tiempo esperándote".

—¿Quién está ahí? —volví a preguntar, caminando atenta por ese abismo de oscuridad con todos mis sentidos alerta.

Mis pasos se detuvieron en el momento en el que un desagradable olor llegó a mis fosas nasales, provocando que instantáneamente arrugara mi rostro en una mueca y me llevara una mano al rostro para cubrir mi nariz y boca.

—Me cago en la puta... pero que peste... ¿Qué cojones es este olor?

En ese momento, dos grandes ojos rojos aparecieron frente a mí, provocando que retrocediera varios pasos hasta caer de espaldas cuando se centraron en mi figura.

Un fuerte rugido resonó a mi alrededor, haciendo que mi cuerpo se estremeciera y que me encogiera sobre mí misma.

"Déjame salir, Nealie".

Volvió a rugir esa profunda voz mientras mis ojos se alzaban hacia esas grandes orbes escarlatas y mi pelo se alborotaba ante una nueva ráfaga de ese fétido viento.

Fue en ese momento cuando me percaté de la gran figura que portaba esos ojos rojos.

Un gigantesco lobo de pelaje negro con su boca entreabierta, que supongo que era de donde provenía ese fétido olor, me dejaba ver las imponentes hileras de dientes afilados que adornaban sus mandíbulas.

Una fina cadena, demasiado familiar para mí, rodeaba su cuerpo obligándole a permanecer tumbado frente a mí, inmóvil.

Lentamente me acerqué a una de sus patas para rozar esa cadena con las yemas de mis dedos, sin embargo, un brusco movimiento me obligó a alejarme de ese lobo del mismo modo que el lugar en el que me encontraba desaparecía frente a mis ojos.

Pestañeando frenéticamente con mis ojos, enfoqué el preocupado rostro de Scott mientras él sacudía suavemente mis hombros, supongo que intentando traerme de regreso al mundo real.

The Last Dawn |Derek Hale x OC|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora