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Sin dudarlo ni un instante, me acomodé en el asiento del Audi y puse el motor en marcha, saliendo con rapidez del aparcamiento de la escuela

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Sin dudarlo ni un instante, me acomodé en el asiento del Audi y puse el motor en marcha, saliendo con rapidez del aparcamiento de la escuela. No quería saber qué había pasado con los adolescentes en la biblioteca.

Teníamos muchas cosas que hacer y yo no podía perder mi tiempo ordenando pilas y pilas de libros.

En escasos minutos detuve el coche frente a la casa, pasando por completo de meterlo al garaje pues sabía que íbamos a utilizarlo más tarde, así que me encaminé al salón, sorprendiéndome ante el profundo silencio que me rodeaba.

—¡BETH!

El fuerte grito se deslizó de mis labios mientras dejaba caer el bolso en uno de los sofás, provocando que en segundos, los apresurados pasos de mi Beta desde el que era su cuarto llegaran a mis oídos.

—¿Qué ocurre? —preguntó exaltada, llegando a la estancia envuelta en una toalla y su cabello chorreando agua.

—Vístete y ven, rápido —comenté con una sonrisa ladeada.

Retirando los botines de mis pies de una patada caminé hasta la cocina, agarrando dos copas de cristal, una botella de vino afrutado y un paquete de galletitas saladas.

Dejé todo en la mesita del salón y rápidamente subí a mi cuarto para coger el corcho de mi pared, varios folios en blanco y rotuladores de distintos colores.

Regresando al salón y dejando el corcho sobre el sofá, arranqué sin ningún tipo de sutileza el puzle que en su momento hice referente a los asesinatos de Peter y lo hice una pelota que tiré a la chimenea antes de enfocar el vacío corcho con mis ojos.

—Bien —murmuré, agarrando uno de los rotuladores.

—¿Qué es todo esto? —preguntó Beth cuando se colocó a mi lado enfundada en un fino vestido blanco que le llegaba hasta los tobillos.

—Es algo que deberíamos haber hecho hace mucho tiempo —murmuré, agarrando el rotulador azul y un folio que Beth había dividido en cuatro trozos—. Jackson es el epicentro del puzle.

Sintiendo la confundida mirada de la pelirroja sobre mi rostro, escribí el nombre del adolescente y lo pinché en el centro del corcho.

—Tiene un maestro —continué mientras a Beth se dedicaba a comer galletitas—. Y hasta el momento, estas son sus víctimas —finalicé, pinchando todos los papelitos alrededor del nombre de Jackson.

—¿Por qué el nombre del maestro es el único que no has escrito en el centro del papel? —preguntó Beth, provocando que le dedicara una suave sonrisa.

—Tengo dos candidatos —aseguré agarrando el rotulador rojo y escribiendo ambos nombres—. El profesor Harris y Matt Daehler.

—El tal Harris es el que dijo Viggo el otro día, el del coche —comentó Beth, acercándose a mí y tendiéndome una de las copas a rebosar de vino.

The Last Dawn |Derek Hale x OC|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora