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Ignoraba cuanto tiempo llevaba en ese lugar, sin embargo, lo que sí sabía es que habían sido al menos dos largas horas

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Ignoraba cuanto tiempo llevaba en ese lugar, sin embargo, lo que sí sabía es que habían sido al menos dos largas horas. La posición de la luna en el cielo me decía que así era.

Dos largas horas en las que no había dejado de rememorar en mi mente las palabras de Gerard y la expresión de Viggo en ese momento. Dos larguísimas horas en las que no había podido dejar de derramar lágrimas hasta el punto de sentir mis mejillas agrietadas y resecas.

Sin embargo, esa extraña y siniestra paz que me rodeaba fue escasa, pues unos sutiles pasos se oyeron a mi espalda, y teniendo en cuenta que Gerard Argent no era la única amenaza que me había rondado en los últimos días, giré rápidamente mi rostro hacia esa figura que se acercaba a mí mientras mis ojos relucían de ese intenso rojo escarlata.

—Soy yo —se limitó a decir Derek, haciendo que rodara mis ojos antes de que los rayos de la luna iluminaran su rostro—. Pensé que me habrías olido desde que entré en la Reserva.

Limitándome a arrugar mis labios en una mueca, volví a esconderme tras mi encrespado pelo y clavé mi atención en el suelo.

¿Por qué estaba aquí? De lo que menos ganas tenía en ese momento era de hablar con alguien.

No... podía.

—Te están buscando todos.

Yo me limité esconder aún más mi congestionado rostro tras mi pelo cuando se sentó junto a mí en esa gran piedra.

—¿No vas a hablar?

—No.

El ahogado jadeo se deslizó de mis labios antes de que pudiera evitarlo mientras mis ojos subían al cielo, viendo cómo la luna resplandecía orgullosa en ese oscuro mar.

Volviendo a pestañear, más lágrimas se escurrieron por mis mejillas, haciendo que apretara mis labios en una nueva mueca. Mueca que supongo que fue más que evidente de lo que estaba pasando en ese momento por mi mente, pues Derek volvió a hablar.

—Sabes que no tenía razón —murmuró, haciendo que volviera a sollozar—. No tuviste la culpa.

—La tuve —hipé, frotando mis mejillas con el dorso de mis manos—. Porque soy débil... Por mi culpa mamá... Por mi culpa Viggo lo ha perdido todo.

Cuando una imperceptible risilla se oyó a mi lado, llevé mis empañados ojos hacia él para ver la... hermosa sonrisa que adornaba sus labios.

—Eres de todo menos débil... Eres irrespetuosa, psicótica, exasperante... una cría. Pero también eres valiente, fuerte y leal. No puedes considerarte débil —completó él.

Cuando él subió una de sus manos a mi cabeza y enterró sus dedos en mi cabello, un suave estremecimiento recorrió mi columna vertebral, haciendo que por unos segundos cerrara mis ojos.

Mi cuerpo permaneció durante segundos paralizado después de escuchar sus escuetas palabras. Había una especialmente que había logrado helar la sangre en mis venas. ¿Valiente? ¿Él pensaba que yo era valiente? ¿Alguien que no había sido capaz de afrontar la situación era valiente?

The Last Dawn |Derek Hale x OC|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora