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—Bien, dejemos las gilipolleces a un lado —hablé

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—Bien, dejemos las gilipolleces a un lado —hablé.

Estirando mis labios en una pretenciosa sonrisa, bajé del coche y cerré la puerta de un suave golpe, sabiendo que ambos me habían escuchado a la perfección.

—¿Me estás siguiendo? —preguntó Scott.

Fue inevitable no rodar mis ojos cuando vi cómo sus labios se estiraban en un atisbo de sonrisa a medida que me acercaba a ellos.

—Ya quisieras tú, niño —comenté con humor.

No obstante, sabía que en el fondo tenía más razón que un Santo.

Desde que los había conocido a Stiles y a él, nuestros caminos parecían estar unidos de forma irremediable, pero no era momento para pensar en eso.

Subiendo con una tranquilidad pasmosa los escalones del porche de la casa, alcé mis ojos hasta los de Derek Hale, ampliando la prepotente mueca que adornaba mi rostro.

—Hale... —saludé, viendo imperturbable cómo él rodaba sus ojos cuando me coloqué frente a él—. ¿Sabes quién mató a la chica?

—Era su hermana —aclaró Scott, provocando que yo le dedicara una rápida mirada mandándole callar.

—¿Te interesa mucho saberlo? —preguntó seco el pelinegro.

Sin poder, ni querer evitarlo, mi atención se centró en un silencioso Scott, terminando por arrugar mis labios en una mueca.

—¿En serio? ¿Le has venido a pedir ayuda a este tipejo? —pregunté con maldad.

Fueron escasos los segundos que tardó mi dedo índice en señalar a Derek despectivamente, acto que consiguió que un bufido malhumorado llegara a mis oídos.

—La pregunta que le he hecho es bien sencilla y de respuesta cerrada. Un sí o un no. No lo veo muy difícil. Teniendo esto en cuenta... ¿Crees que él te puede ayudar mejor que yo?

—Por algo está aquí —intervino ácido Derek.

Su tono prepotente y malicioso hizo que le dedicara una mirada de suficiencia mientras era consciente de cómo el pobre Scott alternaba su mirada entre nosotros, como si estuviera presenciando el mejor partido de tenis de su vida.

Oh, Cariño, si supieras con quién estás hablando, pensé inevitablemente antes de dedicarle una radiante sonrisa.

No iba a alterarme.

Por supuesto que no lo haría.

—¿Por qué motivo matarían a tu hermana? —pregunté suavemente, como si estuviera hablando con un imbécil, que claramente era lo que estaba haciendo.

Él se mantuvo en completo silencio, consiguiendo que mi paciencia comenzara a agotarse por segundos, algo evidente cuando comencé a golpear el suelo repetidas veces con la punta de mi pie.

The Last Dawn |Derek Hale x OC|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora