Nació con una clara marca en su futuro. Lo más importante para ella es su hermano, pero todo cambia en su llegada a Beacon Hills. Siempre han sido ellos dos, nunca han necesitado a nadie más, pero esas defensas que se habían autoimpuesto se derrumba...
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A la mañana siguiente cuando salí de la cama, después de una noche en la que había dormido de pena, desvelándome cada pocos minutos, me dirigí a la ducha y me aseé en tiempo récord para después vestirme con mis típicos jeans desgastados, una camiseta básica de tirantes y mis botines.
Con habilidad maquillé mi rostro y me eché dos gotas de perfume detrás de mis orejas antes de que mi hermano abriera la puerta de mi baño sutilmente, dedicándome una sonrisa al verme lista.
—Buenos días —se apresuró a decir, dejando toda sutileza a un lado, recibiendo una automática respuesta de mi parte—. Me ha llamado el sheriff Stilinski... Han encontrado el medio cuerpo de la chica junto a la casa Hale, ¿sabes algo de eso?
—Probablemente —respondí con una leve sonrisa en mis labios, colocándome la chaqueta de cuero y agarrando el bolso para acompañarle hasta la cocina.
—¿Para qué querían esos chicos tu número de teléfono? ¿Dónde estuviste anoche? ¿Debo preocuparme por algo? —preguntó atropelladamente, recibiendo como única respuesta de mi parte un sutil encogimiento de hombros.
—No hay nada de qué preocuparse —me limité a decir, estirando mis labios en una diminuta sonrisa antes de servirme un café bien cargado.
—Eso espero... ¿Puedes acercarme antes de ir a la escuela? —preguntó con suavidad.
Yo simplemente asentí con mi cabeza antes de que él besara mi mejilla y subiera a su cuarto a vestirse con el uniforme de sheriff, el cual, debo reconocer que le quedaba bastante bien.
Pocos minutos después, nos dirigíamos en mi Audi hacia la Reserva mientras mis dientes presionaban suavemente mi labio inferior como consecuencia de la incertidumbre que sentía en esos momentos.
No podía mentir diciendo que no estaba preocupada por lo que pudiera hacerle el chico Hale a ambos adolescentes. Debía estar tremendamente furioso. Y yo solo podía esperar que no se hubiera percatado de que también estuve anoche en su casa.
Lo que menos necesitaba era sumar un nuevo enemigo a mi larga lista.
—No he querido preguntarlo antes, pero ¿por qué razón permitiste que esto sucediera? —preguntó Viggo, adentrándose con el coche por el camino de tierra mientras le contaba escuetamente lo que había sucedido la noche anterior.
—Y yo que sé —susurré, llevando mis ojos al otro lado de la ventanilla para evitar de ese modo su interrogante mirada.
Él rio suavemente mientras detenía el motor del coche, haciéndome saber de ese modo de que ya habíamos llegado a su destino.
Mis ojos rápidamente escanearon el lugar, encontrando con facilidad a un serio Derek Hale, siendo guiado por un oficial hacia el coche patrulla, y que en esos momentos le dedicaba una mortal mirada a Scott, quien permanecía apoyado en el jeep de Stiles.
