4. Sin escrúpulos

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Capítulo 4: Sin escrúpulos


Me sorprendo al sentir a mi Esmeralda sentada a ahorcadas en mi regazo. Sin pensarlo ubico mis manos en la curva de su cintura, sintiendo sus manos agarradas a mi cuello. Su bonito aroma floral se filtra por mis fosas nasales y su cabello ondulado provoca cosquillas en mi cuello. Me pregunto cuándo habrá llegado que no la había visto, pero ella si a mí.

Su atención está centrada en la mujer que tengo en frente mío, con la cual unos minutos antes me encontraba bebiendo un café. Puedo ver una hipócrita sonrisa en la curva de sus labios y el ceño fruncido en enojo por parte de la mujer, quien es solamente una desconocida del bar en el que me encontraba.

—Se te ve muy feo eso, deberías quitártelo. —habla Esmeralda causando confusión por parte de la mujer.

—¿Qué cosa?—pregunta la mujer sin comprender.

—Tu terrible coqueteo con hombres enamorados. —aclara sonriendo hipócritamente. Esbozo una amplia sonrisa y doy mi mejor intento por no reírme. Esmeralda es irónica, desde lejos se puede notar. Las ironías son su forma de defenderse, su armadura. A diferencia de otras chicas, ella no se inmuta en echar humo, enojarse o simplemente lanzar una cachetada a la que la desafiara.

No, ella lanza puras ironías. Y eso la hace diferente.

—Zorr...

— ¡Ah! Cuida lo que dirás, a mi enamorada no la tratas así. —intervengo. Esmeralda fija su mirada en mí y me observa sorprendida.—Y ya vete de aquí, quiero estar a solas con mi novia. —agrego dejando un corto beso en la comisura de sus labios. Miro de reojo como desaparece aquella mujer, echando humos hasta por los poros.

Esmeralda se separa de mis labios, aun sentada en mi regazo. Enreda sus manos en mi cabello, jugando con él y algunos mechones. Hunde su rostro en mi cuello y no dice alguna sola palabra. Simplemente está en absoluto silencio, analizando lo que ha sucedido hoy o tal vez en su vida misma.

Se encuentra cansada, puedo notarlo tan solo por su respiración lenta y sus ojos cerrados. Por mi parte le brindo suaves caricias en su espalda, causando que todo su cuerpo se relaje y elimine toda tensión que hasta hace un momento se encontraba en ella.

— ¿Te encuentras bien? —pregunto con cautela. Asiente quitando su rostro de mi cuello y separándose de mi regazo. Al no tenerla cerca no puedo evitar sentir un pequeño vacio en mi, deseo volverla a sentir al lado mío, deseo sentir su presencia.

— ¿Así que ahora soy tu novia? Pensé que era tu alumna, profesor. —suelta. Encorvo mis labios en una ligera sonrisa y me encojo de hombros. Esmeralda no sabe cuánto deseo que sea mi novia, ser yo el único que la toque, bese, enamore y la haga feliz.

—Eres mi celosa estudiante de medicina, no iba a dejar que alguien te tratara mal. Además tú fuiste la que me sorprendió sentándose en mi regazo, por segunda vez. Tú comenzaste el juego, yo lo seguí. —reprocho divertido. Me deslizo por el asiento en búsqueda de su cercanía. Fija sus ojos en mí y sonríe irónicamente.

Acorto la poca distancia que yacía acercando sus labios hacia los míos pero sin juntarlos. Sus labios están demasiado cerca de los míos, podía besarme, pero por alguna razón desconocida no lo hacía. Y eso me frustra.

Quiero probar de sus labios nuevamente, pero solo lo haría si ella lo deseaba. Porque jamás la obligaría a nada.

Puedo sentir su fresco aliento mentolado impactar contra mis labios. Lleva sus labios pintados de un labial rojo que en ella luce perfecto, lo único que logra era provocarme más de tan solo verla y desear esos rojos labios. En cuestión de segundos pasa su lengua por mi labio inferior, humedeciéndolo en un acto excitante a mi parecer. Mi miembro se coloca duro y mi piel se eriza debido a su provocativa acción.

Solo ella provoca estas sensaciones en mí.

—Puedo cuidar de mi misma sola. Y no necesito a un profesor que me defienda. —murmura antes de guiñarme un ojo. Sonríe divertida y noto como se marcha del lugar. Dejándome no solo con la respiración agitada y con una notoria erección, si no también con una gran sonrisa de por medio debido a su fascinante carácter que tanto me gusta.

Posee actitud, carácter. Se atreve a decir las verdades directas, sin ningún escrúpulo. No le importa lo que pensará el otro, simplemente era ella.

Mi pequeña Esmeralda sin apariencias fingidas, pura y verdadera.

Lujuria UniversitariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora