26. Piedad, por favor

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Esmeralda
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Por el bolsillo trasero de su pantalón se asoma un preservativo y se lo coloca a lo largo de su gran erección. Esbozo una sonrisa de lado al darme cuenta que él también lo había pensado en algún momento.

Ambos queremos lo mismo desde hace un buen tiempo.

—Parece ser que tu también pensabas que iba a suceder algo más que masturbación mutua.—bromeo. Ladea la cabeza con un tinte divertido y niega levemente.

—En la vida siempre hay que estar preparados. Para todo—hace una pausa—. No solo para el sexo.

Vuelve a ponerse encima de mi y besa la linea de mis labios húmedos. Su lengua humedece la piel rosada de mis labios y entre sus dientes atrapan mi labio inferior. Un gemido escapa de mis labios y escucho los gruñidos que trepan por las paredes de su garganta. Una satisfacción placentera permanece dentro mío.

Su miembro erecto toca mi feminidad y la roza de arriba a abajo. Un sensación de placer absoluto pero escalofriante recorre toda mi espina dorsal.

—Solo hazlo, confió en ti.—afirmo.

Un suspiro se desliza por mis labios y por primera vez me siento amada en gracia al observar su cálida sonrisa. Una cálida sonrisa que es la misma que tengo posada en la curva de mis labios. En cuestión de segundos adentra lentamente y con mas cuidado del habitual su miembro en mi entrada. Aprieto los labios presionándolos en una tensa linea y arrugo la nariz, por la molestia y el dolor que siento.

El miembro de Gael las pocas veces que se lo admire, era realmente grande y el estar erecto, lo hacia más grande de lo que ya era. Suspiro pesadamente por el dolor que siento en mi intimidad pero no digo nada. Asumo que en algún momento pasara. Cruzamos miradas y devora mis labios, llevando una mano a mi clítoris frotándolo con una excitante lentitud. Aquello me hace olvidar un tanto del leve dolor que siento.

—Tranquila pequeña, te hare el amor como nunca nadie lo ha hecho. —susurra con su boca pegada a la mía. Su mirada solamente me transmite un solo sentimiento, adoración. En sus acciones puedo ver lo mucho que aprecia el tenerme junto a él.

Al observarlo a los ojos hay una presión aquí en mi pecho que grita en silencio a los cuatros vientos que Gael es el complemento de mi vida. Y que sin él... mi vida ya no seria la misma.

Difícil de admitir que esto no es solo sexo o un polvo más, estamos uniendo nuestros cuerpos y ambos sabíamos que aquello tenia un sentido apasionante y romántico.

Comienza a sacar su miembro y adentrarlo lentamente. Lo hace repetidas veces, sin dejar de besarme, hasta que mi feminidad se adapte a él. Siento como el dolor incomodo de hace unos minutos es remplazado por un inmenso placer en todo mi cuerpo.

—Continua, mas rápido Gael. —incito entre jadeos. Quiero ser suya, quiero sentir todo lo que me pueda dar de él. Quiero que nos fundamos uno en el otro.

—Deseaba que lo pidieras.—gruñe con una ligera sonrisa de lado. Muerdo mi labio inferior soltando una pequeña risa por lo bajo.

Separa un poco mis piernas con sus manos y comienza a hacer movimientos veloces y un poco bruscos. Movimientos que logran llevarme al paraíso y es que sinceramente... solo él lo logra. Siento el calor de su miembro dentro de mí un poco caliente y duro. Apoya sus manos en mis muslos e inclina su cuerpo hacia mi. Introduce su miembro con una profundidad que provoca que arquee la espalda drásticamente.

—¡Ah Gael!—suelto un gemido agudo.

La vergüenza luego me carcomerá viva por ese sonido que ha escapado de mi garganta con una melodía aguda que no me esperaba.

Lujuria UniversitariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora