Capitulo 34

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Sonrío tontamente observando a Esmeralda solo con mi camisa blanca puesta, preparando el desayuno y bailando sensualmente. Se me hace complicado no desviar la mirada hasta mas abajo, la camisa le queda suelta y deja poco a la imaginación. ¡Rayos! Creo que me estoy volviendo un adicto al sexo, no pasaron mas que veinticuatro horas desde que unimos nuestros cuerpos en uno solo, derritiendo cada llama apasionante por arder.

Me acerco hacia ella a pasos silenciosos y la abrazo por la cintura pegándola mas a mi. Aprovecho la accesibilidad que me brinda a su cuello y deposito un húmedo beso en el.

—¡Joder!—exclama llevando una mano a su corazón con un pequeño brinco en su lugar. Gira sobre sus talones y me mira con una mueca fastidiada. Frunzo el ceño confundido por su expresión y extraña actitud.—¿Ya has despertado? ¡Joder! Pero si aun es temprano.—se queja decepcionada con la mirada baja.

Abro la boca extrañado y rompo algunos centímetros que hay entre nosotros.

—¡Oye! ¿Qué sucede?—pregunto arrugando la nariz. Me mira con los labios entreabiertos y una mueca.

—Sucede que tu con tu habito de madrugar cada mañana has mandando el desayuno sorpresa para tu cumpleaños a la mierda.—responde haciendo un puchero jodidamente tierno. Ladeo la cabeza comprendiendo la situación y niego restándole importancia. Por eso había reaccionado asi.

Claro que no había olvidado mi cumpleaños, venia pensando en el día desde hace una semana. Todos mis cumpleaños fueron lo mismo, una celebración en grande junto a mis conocidos y amigos y una noche que terminaba probablemente con alguna mujer entre sabanas. Pero este año, este año iba a ser increíblemente diferente.

Sera el primer cumpleaños que pasare junto a la mujer que amo en cuerpo y alma. Y eso me hace completamente feliz, mas de lo que creo.

—Pequeña...—susurro suavemente escondiendo un mechón detrás de su oreja. Niega con un puchero añadiéndole la importancia que no hace falta.—Siento haber jodido la sorpresa.—murmuro sincero uniendo nuestros rostros. Nuestras respiraciones se mezclan la una con la otra. Ladea la cabeza colocando los ojos en blanco y se separa de mi lentamente haciéndose a un lado.

Abro la boca incrédulo al ver la maravillosa sorpresa que yace en la mesada de la elegante cocina. La forma del corazón hecha de deliciosos cupcakes con distinto glaciar y gusto. El relleno del corazón era de puras rosas blancas.

—Feliz cumpleaños querido profesor de anatomía.—anuncia con la mirada baja. Miro la romántica sorpresa y luego la miro a ella. Una sonrisa enamorada se esboza en la curva de mis labios y un sentimiento de un vacío olvidado se hace presente en mi interior. Me siento realizado, completo.

Una gota húmeda recorre mi mejilla lo que causa que lleve mi mano a aquella parte. Mi campo de visión se vuelve ligeramente borroso y es cuestión de segundos para que otra lagrima recorra mi mejilla derecha. Nunca pensé que derramaría lagrimas en mi cumpleaños y mucho menos creí que serian de felicidad.

—¿Por que lloras? ¿No te gusto la sorpresa? Siento la reacción de hace unos minutos, es que...—interrumpo sus palabras estampando mis labios contra los suyos uniéndolos en un necesitado beso de mi parte. Poso mis manos en su cintura y sus brazos se enredan en mi cuello.

Aún no recuerdo muy bien desde cuando comenzó el inmenso vacío que llevaba como una carga en mi. Solo se que cuando entre en la adolescencia, a la edad de los dieciséis años, ya no era el mismo niño sonriente y risueño. Era un vacío que no me permitía sentir algo. Recuerdo las veces que humillaba, maltrataba, denigraba a otros en plena etapa de rebeldía, solo por querer sentir el mas mínimo sentimiento de algo. Sea tristeza, enojo, satisfacción, no me importaba que era. Solamente quería sentir algo, sentirme como alguien normal.

Lujuria UniversitariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora