Capitulo 39

689 24 0
                                    

Seco una ligera capa de sudor, proveniente del agua caliente y experimento un leve cosquilleo al percibir las burbujas que suelta el jacuzzi. Miro embelesado a Esmeralda observando como ladea la cabeza hacia atrás y le da una calada al cigarrillo electrónico que tiene en mano.

La sutileza con la que fuma mi Esmeralda, es sorprendente.

El humo con olor a menta se cola por mis fosas nasales y le dedico una mirada de arriba abajo, admirando su cuerpo desnudo junto a las facciones relajadas de su rostro. Al observarla fumar tan libremente no puedo evitar pensar en el test de embarazo con resultado positivo, que había hallado en el cuarto de baño.

Ella aún no me lo ha dicho y no puedo parar de preguntarme cuando me lo diría o... si pensaba decírmelo.

—No deberías fumar.—sugiero con cautela. Ríe levemente y me dedica una mirada de reojo negando despreocupadamente.

—No estoy fumando. —hace una pausa. Enarco una ceja observándola fijamente. —Vapear no es fumar, no se inhala tabaco ni existe combustión. —explica encogiéndose de hombros. Coloco los ojos en blanco por su absoluta despreocupación y suspiro.

Escasas veces estábamos de acuerdo en algo, hoy no es la excepción.

—De todos modos, por más mínimo que sea, es peligroso. —incito a que me haga caso. Bufa colocando los ojos en blanco y con una mueca deja el vapeador a un lado. Ladea la cabeza cruzando mirada con la mía y sonríe hipócritamente. Esta vez fui yo el que coloca los ojos en blanco.

<< Sería patético tomar esta situación como discusión.>>

—Si, es totalmente patético tomar este debate de diferentes opiniones, como una tonta discusión. —murmura. Abro los ojos en grande y la observo incrédulo pensando seriamente si me ha leído la mente. —Lo has dicho en voz alta. —aclara sonriendo levemente.

—Oh...—rio levemente. Bajo la mirada y rasco mi nuca avergonzado.

—Creo que es hora de salir, alguien nos espera. —anuncia saliendo del jacuzzi. Le dedico una última mirada e imito su acción. Se coloca la bata de baño y se dirige a la habitación. Sigo sus pasos y me detengo en seco al percibir su mirada examinarme de arriba abajo extrañamente.

—¿Qué sucede? —cuestiono sonriendo divertidamente. Sus expresiones son graciosas y me encanta cuando frunce el ceño. El ceño fruncido la hace ver todo menos misteriosa.

—No piensas ponerte... no lo sé, alguna toalla tal vez. —contesta extrañada.

—¿Para qué? Ya conoces mi cuerpo y también a mi amigo. —balbuceo pervertidamente. Abre la boca sorprendida y resopla colocando los ojos en blanco. Se cruza de brazos y me fulmina con la mirada.

—¿Desde cuando te han vuelto las hormonas de adolescente? —ironiza confundida. Desato una fuerte carcajada por su pregunta nunca hecha antes. —Nos divertimos demasiado por las noches para que ahora estés en abstinencia. —agrega sin comprender. Rio aun más fuerte sin poder evitarlo.

Sus ocurrencias a veces me sorprenden.

—¿Cómo podré estar en abstinencia contigo, amor? —pregunto acercándome hacia ella. Hice ojos tristes y un tierno puchero abrazándola por la cintura. Nunca me he comportado así con una mujer, pero Esmeralda extrae lo mejor de mí.

—No lo sé, pero entonces deja de comportarte como un adolescente pervertido. Ya eres un adulto Gael, al igual que yo. Asi que compórtate como uno y deja las hormonas revueltas atrás. —reprende.

Parece mi madre regañándome, sin embargo, me causa gracia ver esta parte madura de Esmeralda.

—Bien, tienes razón. Anda, alistémonos y vayamos por nuestro caso. —aliento dirigiéndome al closet dispuesto a escoger mi ropa.

Lujuria UniversitariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora