Capìtulo 40

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Esmeralda
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Observo fijamente el techo blanco de la habitación, quedando hundida en mis pensamientos y recuerdos. Aún recuerdo las veces que miraba fijamente el techo de mi habitación, sintiendo los efectos de las drogas embargar mi ser y las lágrimas humedecer mi rostro.

Siempre he creído que observar el techo fijamente era una ayuda para hundirte en tus pensamientos y a la vez huir de la realidad. Observar el techo de mi habitación era mi estrategia especial cuando era una adolescente drogadicta.

Aun recuerdo las veces que he dicho que tenía el control sobre las drogas, realmente creía que lo controlaba. Pero la verdad era que no lo estaba controlando, al contrario, me estaba muriendo.

Si bien comencé en las drogas por intentar disminuir aquella tristeza tan profunda y a la vez huir de la realidad, jamás he tenido a alguien que intentara detenerme en el proceso de probar cada vez más, drogas peligrosas.

No recuerdo haber tenido un padre que se preocupara porque estuviera al borde de la muerte. Lo único que recuerdo eran voces diciéndome que debía ir a rehabilitación, pero nadie me obligaba a ir.

Afortunadamente ahora dejo de ser interesante para otros solamente por mi vicio a las drogas y me convierto en alguien aburrido. La manera de no ir a psiquiatras y psicólogos, es aburrido.

La manera de mirar demasiadas drogas y ver solo demasiadas drogas, no una desesperante adicción por ingerirlas, es aburrido.

Pero finalmente acabo de dañarme a mi misma.

Noto de reojo como Gael se acerca lentamente hacia mí y se sienta a mi lado. Percibo sus ojos puestos en mí, pero continuo observando perdidamente, el techo. Me observa preocupado, es entendible cuando ves a alguien que quieres, pasar horas acostado en una cama, observando fijamente un punto indiferente.

—No puedo imaginarme lo que sientes ahora mismo...—hace una pausa. —Pero si se lo que es perder a alguien que quieres. —rompe el silencio. No contesto, solamente pestañeo y continuo observando fijamente el techo. Aseguro que mi rostro ahora mismo se encuentra sin expresión alguna.

Suspira pesadamente y le dedico una mirada percatándome de como muerde su labio inferior. Mi actitud es indiferente y fría en estos momentos, aquello da asco. Sin embargo, Gael aún sigue a mi lado por más que mi actitud le colme la escasa paciencia que suele tener.

—No has comido y has dormido poco. Dime que comida quieres que te prepare y lo haré. —sugiere. Paso saliva y continuo en mi intento de descifrar dibujos lunáticos en el techo blanco puro. Al percatarse de mi silencio, baja la mirada y masajea sus sienes, exasperado.

Esto es demasiado para él y para mí. A Gael le cuesta soportar mi actitud fría e indiferente y a mi... a mi me cuesta vivir pensando que mi madre biológica madre ha muerto.

Al notar que nadie abría la puerta y que Livia no contestaba ninguno de mis gritos, Gael se dispuso a forzar la cerradura. Clavé las uñas fuertemente en la palma de mi mano hasta sentir un intenso dolor que hizo que dejara de hacerme daño. Percibí el ruido de la puerta ser abierta y en alerta me adentré a la casa con cautela.

Me detuve en seco al ver un cuerpo de una mujer inconsciente en el suelo. Un temblor sin control alguno comenzó a subir por todo mi cuerpo y las lágrimas no tardaron en ser derramadas.

—¡¡Mamá!! —un grito desgarrador salió de las paredes de mi garganta. Corrí velozmente hacia ella y sentí como las piernas comenzaban a fallarme causando que tropezara a mitad de camino. Desesperada gateé hasta poder llegar al cuerpo de mi madre.

Lujuria UniversitariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora