24. Replica deprimida

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Esmeralda
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Aún es incrédulo pensar que finalmente le he confesado todo mi pasado a Gael, todo por lo que había vivido. Mi historia. Por sorpresa mía se lo había tomado con calma, logro comprenderme, algo que nadie hace. Me hizo sentir segura y que puedo confiar en él, ni siquiera con palabras sino con un bello y tranquilizador silencio.

A veces entre tanto caos vivo hace falta un poco de silencio calmado.

Los grandes nervios que sentí al ver al niño pequeño en plena calle, con una fractura de tobillo, me encogió el corazón. No solo por verlo solitario y notar a miles de personas que pasaban y nadie se inmutaba en detenerse y ayudarlo. Sino también porque quería poner en practica lo que había aprendido en clases de la carrera y poder saber que se siente ayudar a una persona para luego ver como es ayudar a cientos de personas.

Porque la medicina es sanación donde hay veneno.

Suspiro antes de entrar a aquella habitación, la misma habitación donde días atrás había encontrado a mi hermana inconsciente en el suelo. Hace algunas horas me he enterado por mensaje que a Dafne ya le han dado el alta y que ahora mismo se encuentra descansando en casa. Entonces... aquí estoy una vez mas.

Inhalo hondo y sin pedir permiso me adentro a la habitación. La mirada de Dafne se clava en mí, tiene rostro pálido, mirada vacía sin algún sentimiento y expresión fría. No es la Dafne que suelo conocer, no es mi hermana. Es solo una triste chica vacía, sin alguna emoción o sentimiento. Y lo reconozco mas que nada porque esa misma Dafne fui yo años atrás.

—¿Cómo estas?—pregunto con cautela. Me acerco hacia ella y me siento a un lado de la cama. Suspiro colocando los ojos en blanco, debido a su silencio.

Muerdo mi labio inferior bajando la vista al suelo pero algo llama mi atención. Frunzo el ceño al ver las tres marcas rosadas en su muñeca. La manga larga de la remera que lleva puesta deja verlas al reojo. Incrédula deslizo la manga de la remera por arriba de su muñeca, dejándome verla con mas claridad. Ella se percata de esto e inmediatamente intenta quitar el brazo pero no se lo permito ejerciendo presión.

Definitivamente son marcas de cortadas.

—¿Te cortas? ¡Maldita sea! ¿Lo haces?—cuestiono incrédula. Resopla y en un silencio irritante desvía la mirada—. ¡Responde!—gruño. Es una desquiciada locura, no puede ser que mi propia hermana se este haciendo daño a ella misma y yo sin saberlo.

Aunque no me sorprendería, paso menos tiempo en esta casa con ella que del que paso conmigo misma.

—Maldita sea, ¡Si! Lo hago. Baja la voz, joder.— rechista en un susurro. Abro la boca incrédula con el ceño fruncido. Vuelvo a dedicarle una mirada a las tres marcas e intento comenzar a recordar.

Siempre fue callada Dafne pero en el ultimo tiempo pude notar que ni siquiera hablaba si yo no estaba allí. Se ve mas delgada, no se si come o no puesto que casi nunca estoy en casa y el vacío que transmite su ser con todo es jodidamente aterrador. No hay sentimiento en sus ojos, no existe emoción. Me aterra pensar que mi hermana menor puede estar en depresión.

—Ahora ya entiendo todo, no ingeriste la droga porque querías escapar de las discusiones violentas de papá y mamá, ingeriste la maldita droga porque te querías suicidar.—asumo recordando todas las piezas que en este preciso momento encajan perfecto. En todo este momento finalmente me dedica una mirada, una mirada completamente vacía.

—Pensé que eras menos inteligente Esmeralda, con el escondite tan patético e ingenuo donde habías escondido la droga, pensé que jamás lo descubrirías.—murmura más para si misma. Frunzo el ceño decepcionada por su comentario. Esta no es la dulce e inocente Dafne que en un momento llegue a conocer.

—No estamos hablando de mí—repuse seria—. ¿Por que? Tienes vida, ¿por que matarla de esta manera?—interrogo mirándola fijamente, expectante a una respuesta lógica. Suelta una risa seca que logra erizar todos los vellos de mi piel. Me duele ver a mi hermana en este estado tan depresivo y vacío.

—¿Tu crees que esto es vida? Escuchar sus gritos las veinticuatro horas del día y más, escuchar como se odian y lo demuestran en palabras, ¿tu crees que eso es vida?—entreabro los labios sin saber que decir. Suelto un leve suspiro—. Vivir con la ansiedad y necesidad de inhalar esa mierda solamente para no morirme ahogada, usar el inhalador mas veces de las que respiro, ¿tu crees que eso es vida?—no contesto. Sin soportar su mirada cristalizada, desvío la mirada—. No poder vivir tranquila porque tengo mas ataques de pánico de los que no quisiera, donde termino temblando y llorando en el baño sola, sin ti ni nadie. Me siento para la mierda Esmeralda y no me puedes culpar por la decisión que tomé porque tu nunca estabas allí.—reprocha con lagrimas derramadas.

Frunzo el ceño y arrugo la nariz clavando mis ojos en ella. Es incrédulo que mi propia hermana me este echando la culpa de algo que perfectamente no soy la culpable. Dafne es experta en victimizarse, desde pequeña lo hacia ¿por que no ahora? No te manipula, mas bien te hace sentir la culpable de todo lo que le sucede a ella. Y eso ya no lo voy a permitir, porque yo también sufro y no por eso voy culpando a los demás.

—No te atrevas... no te atrevas a culparme de tus problemas, de tus tristezas, de tu vida. Yo también sufro Dafne, sufrí toda mi puta vida desde que era pequeña, desde que nuestros padres se olvidaron de mi cumpleaños numero catorce por estar pendientes de ti—abre la boca sin esperárselo—. Yo también sufrí viendo como discutían, pasaba las mismas horas que tu aquí escuchándolos y observando todo el odio que se dictaba cada uno en cada palabra. Y aún así sobreviví, y déjame decirte hermanita que tu tampoco estabas allí cuando necesitaba a una aliada—hago una pausa relamiendo mis labios secos—. No eres la única que sufre aquí y en el mundo, te aseguro que hay personas que están peores que tu, mujeres con cáncer, niños con leucemia, personas durmiendo en la calle sin tener un maldito dólar para pagar un plato de comida. Asi que no te victimices, no te atrevas a hacerlo. Porque no eres la única que sufre, no te sientas el centro del mundo, lo que te pasa a ti no es exclusivo es igual de ordinario a lo que les sucede a todos.—trago saliva dificultosamente.

Un silencio se forma por parte de ella, sin saber que decir. No se lo esperaba, pero cuando yo digo la verdad, la digo completa.

Y Dafne y su victimización ya me habían jodido la paciencia.

—No eres alguien depresivo, no eres una suicida. Solamente eres mi hermana que piensa que todos sus problemas y dolor son lo peor que le pueden suceder, pero no es así. Te aseguro que hay gente igual o peor que tu y aún así viven con otra actitud, una mucho mejor que la tuya. Lo que te esta sucediendo solamente son problemas de una adolescente pero Dafne ¡La vida esta llena de problemas! Y si tu vas a optar por afrontarlos así, con esa actitud, te vas a ahogar en tus propias penas. Porque la humanidad es egoísta y nadie se atreve salvar a alguien cuando uno mismo esta roto. Si tu no haces algo por ti, por tu bienestar, por afrontar tus problemas desde una mejor perspectiva con optimismo y actitud, nadie lo hará por ti.—espeto tragando saliva.

Me levanto de la cama y me dirijo hacia la puerta. Antes de salir por ella murmuro:

—Descansa, duerme un poco y deja de pensar tanto.

Le dedico una ultima mirada y me marcho de allí.

Nunca pensé que tendría tantos problemas con mi ingenua hermanita y a la que quizás en un momento de mi vida creí inocente. Es incrédulo pensar todo el daño que te puede hacer tu propia familia y sobre todo tus padres. Porque Dafne solamente es la replica de todo lo que ha vivido estos años pero papá y mamá. Ellos... simplemente son dos personas que se hacen daño uno a otro y en ello dañan a sus hijas, aunque no quisieran hacerlo.

Sinceramente creo que el titulo de padres les queda muy grande, dudo poder llamarlos alguna vez así. Parecen mas dos desconocidos extraños que lastiman, en vez de dos padres que hacen todo por sus hijos y su bienestar.

Lujuria UniversitariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora