25. Deseo esplendoroso

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Una vez finalizada mi clase los jóvenes universitarios comienzan a salir del salón. Como siempre Esmeralda guarda sus cosas un tanto mas lento de lo usual solamente para quedarse en el salón unos minutos más sin que nadie se diera cuenta. Sonrío ligeramente al ver como menea sus caderas acercándose a mí.

—¿Qué tramas pequeña?—pregunto en un susurro al ver como se sienta en mi regazo. Muerde su labio inferior sensualmente y siento una pequeña erección crecer entre mis pantalones.

Esmeralda es la mujer más sensual y provocativa que he visto en todos mis veintiséis años, pero no lo es de la forma vulgar. Al contrario, Esmeralda provoca con su inocencia, su sensualidad, sus gestos, su actitud. No necesita demostrar atributos mas de lo debido, para provocarme una jodida erección y una excitación del infierno.

Una de las tantas cosas por las que ella es característica y exclusiva.

—Follame.—suelta entreabriendo sus labios un poco. Se acomoda aun más en mi regazo. Mi ceño se frunce observándola con alguna expresión incrédula, intentando descubrir si es solo una broma o si realmente lo dice en serio.

—¿Que? Pero cariño tu... —intento decir con voz ronca. Las palabras no salen de mis labios, quiero hablar pero las palabras simplemente se quedan atascadas en mi boca.

—Lo se, soy virgen. Por eso quiero que tu me tomes, me hagas tuya. Hoy y todas las veces que desees, te deseo Gael tanto como tu a mi desde aquella noche.—formula con la respiración agitada.

Suelto un jadeo mirándola fijamente y se me es inevitable no esbozar una amplia y cálida sonrisa. Deposito una suave caricia en su mejilla deslizando dos de mis dedos a sus labios, tanteando con ellos, provocándola más. De su boca solo se escapan sensuales jadeos

—¿Aquí lo quieres hacer?—cuestiono enarcando una ceja. Es realmente excitante hacerlo en un salón donde cualquier profesor o joven puede entrar y descubrirnos. La adrenalina recorre mis venas y siento un cosquilleo deslizarse por la parte delantera de mis brazos al pensar en los nervios de que alguien nos descubra.

Pero se que ambos compartimos mismas sensaciones.

—Lo hace más excitante y diferente a todas las primeras veces de alguien.—murmura con una leve sonrisa encantadora. Ladeo la cabeza divertido y beso sus labios con una amplia sonrisa en los míos.

Me alejo de sus labios y rio por lo bajo cuando suelta un resoplido. Camino hacia la puerta que yace cerrada y coloco el seguro para que nadie entre. Me vuelvo hacia ella y la cargo sosteniéndola de sus muslos y haciendo que sus piernas rodeen mi cintura.

Con mi mano libre lanzo todo a un lado lo que se encuentra en el escritorio causando que algunos objetos cayeran al suelo y otros se hicieran añicos. Escucho de su parte una pequeña risa que causa que sonría al unísono. La recuesto en el escritorio con sutileza y quito mi camisa dejando todo mi torso al desnudo. Todo de mi se derrite cuando atrapa su labio inferior entre sus dientes mordiéndolo sensualmente clavando sus ojos en mi cuerpo.

Me coloco sobre ella de una manera de no poner todo mi peso en ella y junto nuestros labios en un beso deseado y excitante a mi parecer. Sus labios provocan deseo consumidor en mi pecho.

Deseo que me consume por dentro y que ha estado oculto por tanto tiempo. Deseo que ahora despierta y que no quiere apagarse nunca mas.

Me separo de ella y paso la punta de mi lengua por su labio inferior en una lamida provocativa que causa una sonrisa discreta en sus labios. Mis labios descienden primero a su cuello, ocasionando que ladeara la cabeza hacia atrás.

—Con permiso.—digo llevando mis manos a los botones de su blusa. Comienzo a desabrocharla con necesidad y noto de reojo su sonrisa ladeada y totalmente descarada.

Lujuria UniversitariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora