Capitulo 44

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Dafne
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Subo el volumen de la música intentando no oír los reclamos de mi madre porque he estado demasiadas horas fuera de la casa. Resoplo al darme cuenta que no puedo disfrutar de una buena lectura en plena serenidad.

—Dejas la música y me contestas de una maldita vez. —interrumpe mi madre quitándome los auriculares bruscamente. Le dedico una mirada fulminante y aprieto mis labios para no maldecir en voz alta.

Eso no es lo que mamá me ha enseñado, pero sinceramente tampoco me enseño algo positivo.

—¿Qué carajos quieres? —gruño frunciendo el ceño. Dejo el libro a un lado y la miro fijamente, su actitud esta acabando conmigo. Chasquea la lengua y niega incrédula cruzada de brazos.

—¿Quién te crees para hablarme asi? —hace una pausa. Desvío la mirada pasando saliva y clavando mis uñas en la palma de mi mano que ya ha comenzado a sudar levemente. —Quiero que te pruebes el maldito vestido. —añade.

Esta furiosa, se le nota. Echa humo hasta por los poros.

—No se ni por que lo compraste, te he dicho que no me gusta ese vestido. —enfatizo. Coloca los ojos en blanco y suspira negando con la cabeza.

—¡Diablos Dafne! Todo es culpa tuya, ¿Por qué nunca lo intentas? —rechista. Muerdo mi labio inferior fuertemente y me levanto de la cama sin soportar más sus palabras.

Me he cansado.

—¿Qué nunca lo intento? Pero si he intentado toda mi vida seguir tus reglas, cumplir con tus exigencias, ser la hija perfecta. He dado todo de mi para nada. —confieso con la mirada perdida. Ladeo la cabeza y me dirijo hacia el closet esquivando a mi madre. Comienzo a sacar algunas prendas de ropa y procuro armar mi maleta dispuesta a irme de esta casa.

—Ya entiendo, Esmeralda te lleno la cabeza ¿verdad? —insinúa. Rodeo los ojos y termino de preparar la maleta.

—Ella no me ha dicho nada, no la metas en esto. —suelto en defensa.

—¿Por qué la defiendes tanto? ¡Ella no es tu hermana! —exclama siguiendo con la mirada cada uno de mis movimientos.

—No, no es mi hermana, en eso tienes razón. —asiento lentamente. —Pero es mucho mejor familia que tú. —añado seca marchándome de la habitación. Ignoro la presencia de mi padre y continúo emprendiendo mi camino.

Suspiro una vez fuera de mi casa y resignada, camino hacia la casa de Gael, en este momento su casa era mi única solución.

(...)

Resoplo al tocar la puerta y percatarme de que no hay nadie. Hago una mueca pensando seriamente a donde ir o que hacer, realmente esta era mi única opción. Soy una chica de plan A, no suelo tener en cuenta una segunda opción por más que debería.

—¿Dafne? —giro sobre mis talones al oír aquella voz. Alzo las cejas al ver que era Charlotte, la hermana de Gael. Es una agradable mujer, he hablado pocas veces con ella, generalmente cuando estaba con Esmeralda.

—¡Oh! Hola Lotty. —respondo esbozando una sonrisa nerviosa. Me devuelve la sonrisa y camina a grandes zancadas hacia mí.

—¿Está todo bien? ¿Qué haces aquí? —cuestiona frunciendo el ceño. Abro la boca sin saber que decir y bajo la mirada relamiendo mis labios. Charlotte se percata de mi silencio y suspira levemente. —Mejor entremos ¿vale? —agrega. Asiento lentamente.

Pasa por mi lado y abre la puerta de la casa. Se hace a un lado dejándome pasar y tímida me adentro al lugar. Sabía que Esmeralda vivía con Gael, pero nunca supe como era el lugar en el que vivían. Hoy en día estoy conociendo su casa y me fascina la decoración que eligieron.

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