27. Orgullo asesino

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ATENCION: Este capitulo contiene bastantes escenas violentas y quizás un tanto de angustia que puedas sentir al leer el capitulo. Si eres sensible a escenas violentas, te aconsejo que no lo leas. Aun asi queda a tu propio criterio. Aprecio muchísimo si comentas dando tu opinión acerca de que pareció este capitulo si lo lees, ¿Qué logro provocar en ti?

Aprecio demasiado si votas y comentas, ya que me motivan a seguir creando además de mi fascinación por la escritura. Sin mas les dejo el capitulo y les mando muchos saludos e inspiración en este momento. :)

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—Vas a aprender que conmigo no se juega, pequeña drogadicta.—susurra aterradoramente en mi oído. Una lagrima se desliza por mi mejilla. Estoy jodida de miedo y él lo sabe perfecto.

No tenía idea de lo que haría conmigo pero lo que si es algo seguro es que seria una horrible y traumante experiencia que quedaría en mis recuerdos. Al menos... hasta que logre superarla. Me tiene a su merced, no seria gentil. Él me lo advirtió, no tendría piedad de mí por mas que le rogara, y eso es lo que me aterra.

Rogarle piedad y que el demonio no me la conceda.

—Lo siento tanto pero te la pagare, lo juro.—murmuro derramando lagrimas descontroladamente. Lloro por miedo, honestamente temo por mi vida.

Nunca le llegue a temer a la muerte desde el momento en que caí en el hospital y fui revivida dos veces por un paro cardiaco a causa de una terrible sobredosis. Desde allí simplemente todo dejo de tener la gran importancia que le daba a la vida, si, estar a punto de morir causó en mi un efecto totalmente contradictorio al que debió causar.

Ahora mismo creo que puedo comenzar a valorar la vida y rogar por ella. Y que este Satán no me la arrebate, pocas esperanzas me quedan pensando lo capaz que es de aniquilarme en minutos. El mismo chasquido de dedos en que la aterradora y profunda muerte puede hacer posesión de ti.

Chasquea la lengua y ríe secamente para luego decir irónico:

—¿Y crees que con un lo siento arreglaras toda esta mierda en la que te adentraste tú sola?—paso saliva dificultosamente, quedándome en silencio—No cariño, tuve paciencia y fui muy benevolente contigo Esme. Te quiero, no creas que por lo que suceda ahora mismo, te aborrezco porque no es así. Pero debes pasar por las consecuencias y dejar de hacer caso omiso a las advertencias, debes aprender a que no se juega con un narcotraficante.—advierte cerca mío. Hago una mueca rendida y resignada a lo que el destino tenga deparado para mí.

En cuestión de segundos en un violento movimiento, me lanza al suelo, cayendo dolorosamente contra este y golpeándome huesos de mi espalda con las duras baldosas del cemento frio. Lo único que puedo hacer es mantener la mirada baja. Intento levantarme pero una patada fuerte en las costillas me lo impide. Vuelvo a quedar casi acostada en el sucio suelo.

Allí me doy cuenta que es mejor no luchar, simplemente quedarme a su merced. Se que si intento levantarme, siquiera intentar algún movimiento en contra de ellos para escapar de sus garras, me iría definitivamente peor. Son narcotraficantes, no idiotas. Y el intento de cualquier movimiento puede causar tu peor destino hacia la muerte.

Las manos de uno de los desconocidos me sostienen de los brazos, alzándome del suelo y clava sus uñas fuertemente en mis brazos. Dejaría marca, lo sabia. Esteban está frente a mí, sus ojos me observan con esa mirada que lo único que causa son puros escalofríos de terror... de temor.

Su mano cerrada en puño impacta contra mi rostro de una manera tan fuerte que causa que me tambalee hacia atrás. Aunque el hombre que me está sosteniendo detrás mío fuertemente no permite siquiera que dé un solo paso hacia atrás. Inmediatamente siento el ardor del golpe en todo mi pómulo y sangre deslizarse por mis fosas nasales. No se con exactitud si me ha roto el tabique o no.

Lujuria UniversitariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora