Deslizo un poco la remera que lleva puesta hacia arriba, dejándome ver su espalda desnuda. Un escalofrío recorre su espina dorsal pero ella no se da cuenta de nada. Se encuentra tan profundamente dormida. He despertado hace algunas horas y además de procurar hacer un buen y delicioso desayuno, me encargue de admirarla varios minutos.
Admirándola descubro su perfección, admirándola descubro su magia.
Deposito húmedos besos en su espalda comenzando un recorrido así hasta su cuello. Siento su cuerpo estremecerse debajo mío y sonrío al ver los efectos que provoco en ella. Es fascinante saber que solamente yo provoco aquello en Esmeralda. Se remueve en la cama quedando boca arriba brindándome una preciosa vista de su rostro, su cabello desordenado y la parte de adelante de su cuerpo.
—Buenos días pequeña, prepare el desayuno.—hablo besando su frente suavemente. Nunca me cansaré de decir que su piel es tan suave y placentera de poder tocarla. Poder ser yo el que pueda sentir el tacto de su piel. Se sienta en la cama apoyando su espalda en el respaldo de esta y me observa con disimulada sorpresa. Me acerco hacia ella con el desayuno en manos, sonriente.
—Buenos días. No hacia falta que...hicieras esto.—contesta refiriéndose al desayuno preparado.
Ladeo la cabeza restándole importancia. Agarro una tostada, le unto mermelada de fresa y la llevo a su boca. Abre la boca y muerde un pedazo de la tostada disfrutando del sabor a fresa. Muerde su labio inferior, avergonzada por la situación.
—Entonces...—murmura en un suspiro.
—Entonces... ¿Cómo estas?—pregunto con suavidad. Llevo un pedazo de frutilla cortada a mi boca y mi paladar disfruta de su exótico sabor.
—Bien, estoy bien.—contesta neutra. Asiente con la cabeza y bebe un sorbo de su café. Ladeo la cabeza en comprensión, en este momento su mentira queda de sobra. Aún así ella dice que está bien hasta que ella misma se lo crea.
El problema es que una mentira jamás se puede creer.
—Oye conmigo no tienes por que fingir. No estas bien, lo noté ayer.—afirmo clavando mi mirada en ella. Dejo de lado lo que estoy haciendo y centro mi atención en Esmeralda. Ella suspira y ladea la cabeza desviando la mirada hacia la ventana.
—Ayer no fue uno de los mejores días de mi vida, simplemente fue un día en el que me canse de ser fuerte y me quebré. Todos tenemos esos días, incluso tu.—se excusa. Asiento estando de acuerdo con lo que dice. Es cierto, todos tenemos esos días.
—Esmeralda deja de fingir conmigo, déjame entrar. Déjame saber quien eres realmente, que sientes, que piensas. Déjame conocerte, pequeña.—suplico frunciendo el ceño. Esboza una sonrisa seca dedicándome una mirada.
—Tu no lo entiendes, maldita sea.—dice entre dientes. Frunzo el ceño confundido, claro que la entendía. Sufre, siente dolor pero no quiere demostrármelo. No quiere dejarme entrar y salvarla. Porque aborrece verse vulnerable y débil ante alguien. Hay un muro formado en ella que me lo prohíbe.
—¿Qué no entiendo? ¿No entiendo que estas rota? ¿Qué quiero salvarte y tu no me dejas?—pregunto frustrado. Lleva las manos a su rostro intentando mantener la calma y masajea sus sienes.
—¡No estoy rota! ¡No necesito ser arreglada! ¡No necesito que me salves! ¡Esta soy yo!—grita desesperada. Frunzo el ceño sorprendido por su respuesta—. ¡Lo se! Simplemente soy una chica que se droga cada vez que se siente triste para ahogar sus putas penas. ¡Lo se! ¡Soy patética! Y lo siento, lo siento mucho por ser así. Soy una terrible persona que tiene una horrible familia que me aborrece. ¡No soy nada para ti!—suelta dejándome incrédulo.
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Lujuria Universitaria
Fiksi Remaja« La lujuria merece tratarse con piedad y disculpa cuando se ejerce para aprender a amar. » Solo una historia erotica en la que la lujuria va a hacer que el profesor y su universitaria preferida se enamoren a traves de noches de pasión. Todos los d...