Yo voy

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Ese día, en la cena, estaban conversando animadamente. Antes de empezar a cenar, el Profesor decidió dar la notícia.

A ver. - Empezó a decir. - Os he reunido porque han detenido a Río. Creemos que lo están torturando.

Todos se callaron.

Tokio se miró al profesor, que lo tenía delante.

Al lado de Tokio estaba Roma, al lado de Roma Nairobi. Al lado de Nairobi estaba Helsinki. Delante de Helsinki, Mónica. Y al lado de Mónica, Denver.

¿Cómo? - Preguntó Denver.

Así es. - Contestó el Profesor.

En ese momento de detrás de una cortina apareció Raquel.

Todos se quedaron en silencio. Hasta que Raquel le cogió la mano afectuosamente a Sergio.

¿Perdona? - Preguntó Nairobi.

Es de los nuestros. - Dijo Roma.

Eso dice. - Susurró Tokio, pero haciendo que todos la oyeran.

Raquel se la miró con desprecio.

¿Inspectora? - Preguntó Denver, parecía nervioso.

Lisboa, llamarme Lisboa. - Dijo ella.

Raquel, bueno, Lisboa se sentó en una hamaca que estaba detrás del Profesor.

Han detenido a Río. - Empezó a decir. - Y le vamos a hacer otro pulso al sistema.

¿Cómo lo vamos a hacer? - Preguntó Helsinki, con su acento.

Robando. - Contestó el Profesor.

¿Robando qué? - Preguntó Nairobi.

Robando el oro. - Contestó Roma.

¿Tú ya sabes lo que haremos? - Le preguntó Nairobi.

Roma asintió.

¿Vamos a robar oro? - Les interrumpió Denver.

Oro no. El oro. - Insistió el Profesor. - La Reserva Nacional.

Roma sonrió.

Pero eso es liarla pardísima. - Dijo Tokio.

Nunca se ha liado tan parda. - Contestó Roma, con una sonrisa en la cara.

Yo voy. - Dijo Tokio.

Yo voy. - Contestó Roma.

Yo voy. - Dijo Nairobi, mirándose a Roma.

Yo voy. - Contestó Helsinki, con su acento serbio.

Vale, yo voy. - Dijo Estocolmo.

Ya la hemos liao'. - Contestó Denver. - Yo no pienso ir. Si está allí, es su problema.

Tokio se lo miró con desprecio, y Roma como si estuviera conociendo a alguien nuevo.

Lo que pasa es que no quieres perderla. - Dijo el Profesor, señalando a Estocolmo.

Lo que pasa, es que por tu puto plan, mataron a mi padre. - Contestó Denver, con una lágrima. - Y yo no quiero hacerle eso a mi hijo.

Denver, - dijo el Profesor - cuando Helsinki no borró las huellas del Seat Ibiza, la banda estuvo allí para arreglarlo. Cuando tú cometiste el error de llevar a Moscú a la terraza, Roma salió contigo. La banda estuvo allí. Cuando Tokio cometió el error de la Ruleta Rusa con Berlín, la banda estuvo allí. El que no está es Berlín. Ni Moscú. Ni Oslo.

Todos se callaron al ver que el Profesor tenía los ojos llorosos.

Y ahora, - siguió el Profesor - Río ha cometido el error de comprar esos teléfonos. Y dime, ¿la banda no estará allí?

Jodeer. - Dijo Denver. - Vale, yo voy.

Todos sonrieron y Roma volvió a ver al Denver que ella conocía.

Propongo un brindis. - Dijo Roma. - Por Berlín, Oslo y Moscú.

Todos se levantaron e hicieron un brindis (Roma con Coca-Cola).

Por Río. - Dijo Helsinki.

Por Río. - Susurró Tokio.

Estuvieron navegando una semana. No sabían a dónde iban, pero sabían el porqué.

Roma ~ La Casa de Papel [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora