La Operación de Nairobi

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Denver, Estocolmo y Roma llegaron al vestíbulo, donde estaban todos los rehenes. Estaban siendo vigilados por Matías, ya que les faltaban personas.

Tenían que darse prisa, así que fueron rápido.

A ver, todos los que tengan sangre A- o O-, que levanten la mano por favor. - Pidió Estocolmo.

Una chica de pelo corto levantó la mano. Otra mujer de unos 40 años también. Lentamente, algunos rehenes levantaron las manos. Arturito también la levantó. Roma se acercó a una mujer.

Oye, ¿usted fue enfermeda, verdad? - Le preguntó Roma.

Ayudante de enfermera. - Contestó la mujer.

Vale, pues venga conmigo. - Le pidió Roma.

¡Vamos, los de la mano levantada, que me sigan! - Gritó Estocolmo.

Unos 10 rehenes, Denver, Estocolmo, Roma y la mujer enfermera subieron a la planta de arriba.

Lo prepararon todo (con la ayuda de la mujer enfermera, que se llamaba Paquita) y le empezaron a sacar sangre a los rehenes.

Hubo un momento, que a Arturito ya le habían sacado sangre, que se dispuso a hablar. Tenía a Denver delante.

Oye Denver, quiero pedirte perdón. - Le dijo Arturito.

¿Perdón? - Le preguntó Denver.

Sí, ya sabes, por lo del baño. - Contestó Arturito.

¿Que baño? - Preguntó Denver.

Lo que pasó con Mónica. - Siguió Arturo.

Denver se giró hacia Mónica, que estaba mirando unos paquetes.

No pasó nada, Denver. - Le dijo Mónica, al notar que la estaba mirando. - Me defendí sola.

Denver se enfadó, y Arturo lo notó, así que siguió hablando.

Sé que debe ser difícil cuidar un hijo que no es tuyo. - Dijo Arturo.

¿Pero qué dices? - Le preguntó Denver, cada vez más enfadado.

Sí, bueno, Mónica ya me ha dicho que lo podré ir a ver. - Contestó Arturo.

Denver se volvió a girar a Mónica.

¿Que lo va a ver? - Preguntó Denver.

No, al final no. - Contestó Estocolmo.

Denver se giró a Arturo, lleno de rabia.

Tú no verás a mi hijo, imbécil. - Le soltó Denver.

Es también mi hijo. - Contestó Arturo.

Denver le pegó un puñetazo.

¡Denver! - Exclamó Estocolmo.

Denver se dió cuenta que la había cagado.

Se agachó hacia Arturito, que se había caído por el impacto, y le dió una palmada en el hombro.

Va, levanta, que no ha sido nada. - Le dijo Denver.

Arturito se levantó.

Oye Arturo, tú no eres A-. Eres A+. - Dijo Estocolmo, después de un largo silencio.

Esas cosas no se saben, - le contestó Arturo - sabía que era A, pero no A+ o A-. Esas cosas no se necesitan.

¿Pero tú eres tonto? - Le soltó Denver.

Porque los he analizado, por casualidad, que si no no me hubiera dado cuenta. - Dijo Estocolmo.

Ay, lo siento mucho. - Se disculpó Arturo.

Roma ~ La Casa de Papel [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora