La hija del Profesor

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Al séptimo día, el barco paró.

Eran las 4 de la tarde cuando la banda salió del barco.

Estocolmo y Denver iban cogidos de la mano. Nairobi y Roma iban hablando. Tokio estaba con ellas, pero en silencio. Y el Profesor y Lisboa iban cerca, hablando en susurros.

Allí habían 3 coches. Y 3 hombres.

Uno tenía el pelo corto y castaño, la nariz redonda, los ojos azules, y era bajito. Estaba de pie con los brazos cruzados. El segundo era más alto. Llevaba unos guantes y un gorro. El pelo que le salía por debajo del gorro era castaño. Era musculoso y tenía un bigote también castaño. Estaba apoyado en un coche, y estaba fumando. Y el tercero tenía poco bigote castaño, el pelo largo y la nariz recta. Era bastante alto, y tenía los ojos finos y marrones oscuros. Estaba de pie con las manos en los bolsillos.

Me gustan los ojos del primero. - Susurró Roma a Nairobi.

Es guapo. - Contestó Nairobi.

Roma se dió cuenta que el segundo hombre estaba mirando a su amiga.

Oye, el hombre ese te está mirando. - Dijo Roma.

¿Quién? - Preguntó Nairobi, mirando a los hombres.

El segundo. - Contestó Roma.

Nairobi miró a ese hombre, y él desvió la mirada.

Uy, uy Nai. - Susurró Roma, haciendo que su amiga sonriera.

Subiros a los coches. - Dijo el Profesor. - Conducimos Marsella, Lisboa y yo.

El tercer hombre se subió a un coche.

Así que Marsella. - Susurró Roma.

Nairobi y Roma se subieron al coche de Lisboa. Tokio se subió al del Profesor.

Nairobi se sentó en el asiento de delante, al lado de Lisboa, mientras Roma se sentaba detrás suyo.

Cuando ya estaban instaladas, entró uno de los hombres y se sentó al lado de Roma.

Hola chicas. - Saludó. - Soy Palermo.

Hola Palermo. - Dijo Nairobi sin girarse. - Soy Nairobi.

Yo Lisboa. - Contestó Raquel. - Vamos.

El coche se puso en marcha.

¿Y vos? - Le preguntó Palermo a Roma.

La miró a los ojos. En ese momento, Roma se dió cuenta que ese hombre tenía los ojos muy bonitos. También se dió cuenta que era Argentino. Y a ella le encantaba el acento argentino.

Roma. - Dijo.

Ah, tú eres la niña. - Contestó.

Y entonces tú que eres, ¿un abuelo? - Bromeó Roma.

Palermo se rió, y se la miró con una mirada desafiante y juguetona.

Roma le aguantó la mirada, con una sonrisa.

¿Cuántos años tenés? - Le preguntó Palermo.

17. - Contestó Roma. - ¿Tú?

44. - Contestó él, y le desvió la mirada.

Estuvieron todo el viaje hablando. Bueno, el que hablaba era Palermo.

Llegaron a una especie de iglesia.

Acá estaremos los meses en los que os explicaremos el atraco. - Dijo Palermo, abriendo la puerta del coche.

¿Tú ya lo sabes? - Le preguntó Roma.

Roma ~ La Casa de Papel [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora