El segundo ataque

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Después del incidente de Roma con Gandía, la banda se puso las pilas. Tenían que atrapar al asesino, antes que él los atrapara a ellos.

Nairobi se estaba recuperando lentamente; le quedaba poco para poder levantarse.

Bogotá ya había acabado la silla y, ya que Roma no sabía como curar, él se encargaba de cuidar a Nairobi.

Tokio, Río y Denver se encargaban de buscar a Gandía. Desgraciadamente, sin éxito.

Helsinki, Palermo y Estocolmo estaban en la biblioteca, mirando a todos lados por si aparecía Gandía.

Los rehenes no se enteraban de lo que estaba pasando, y eso, afectaba.

Y los cuatro soldadores seguían haciendo su trabajo sin parar (o eso pensaban).

Así estuvieron durante un día. Un día estresante.

Pero, al segundo día del ataque de Gandía hacia Roma pasó algo más.

Roma y Bogotá estaban en la habitación con Nairobi, hablando tranquilamente. La enfermera estaba limpiando la habitación.

Helsinki se había unido a la captura de Gandía. Tokio también. Él y Tokio estaban en el piso de abajo, en el almacén.

Estaban buscando a Gandía.

Decidieron separarse, aunque era una mala idea, para buscar mejor.

Helsinki vió una mancha de sangre en el suelo y, con mucho cuidado, la siguió. Caminó recto hasta una esquina.

Giró, pero no vió a nadie. Miró la mancha de sangre; allí acababa.

Helsinki miró para arriba. Pero una cuerda se le enredó en el cuello y lo levantó.

Helsinki tardó poco en darse cuenta que no podía respirar. Se le cayó el arma. Tokio lo escuchó. Corrió hacia él y una ola de pánico la invadió.

¡Helsinki! - Gritó.

Corrió hacia el hombre, que se movía en el aire.

Tokio necesitaba ayuda. Cogió su cominucador y la pidió.

¡Roma, Bogotá, venid! - Excalmó. - ¡Helsinki se ahoga!

Roma y Bogotá se miraron horrorizados.

¡Vamos! - Les dijo Nairobi.

Pero no te podemos dejar sola. - Replicó Roma.

Me quedo con la enfermera. - Contestó Nairobi.

Roma asintió y salió corriendo, seguida por Bogotá.

Llegaron, en menos de un minuto, donde estaban Helsinki y Tokio. La escena era horrible; Helsinki colgado del cuello por una cuerda gruesa, y Tokio levantándolo para que no ahogara.

Roma recordó que Bogotá llevaba una navaja siempre encima.

¡La navaja! - Le pidió.

Bogotá se la dió y corrió a levantar a Helsinki.

Roma subió unas escaleras (que daban a donde estaba la cuerda) y llegó a la cuerda. Cogió la navaja y empezó a cortar.

¡Vamos! - Gritó Tokio.

No me estreses. - Le pidió Roma, cortando la cuerda.

Lo consiguió.

El cuerpo de Helsinki se cayó al suelo, y todos sintieron un gran alivio.

Menos Bogotá.

Él sintió rabia.

¡Gandíaaaaa! - Gritó, enfadado.

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Hola gente :). ¿Qué tal estáis? Bueno, os quiero decir que este capítulo es muy corto. Hay otros con dos mil palabras y este debe de tener menos de mil. Bueno, espero que no os moletse. Lo he hecho porque queda mejor. O eso creo. En fin, también os quería decir que en el momento que estoy escribiendo esto (no en el momento que lo leéis) la historia está siendo muy apoyada. Solo quería agradeceros mucho, me alegra que os esté gustando. Bueno, os dejo seguir leyendo. Un beso :3, bai.

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Roma ~ La Casa de Papel [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora