Las semanas pasaban. Nairobi y Bogotá se entrenaban para entrar a la cámara acorazada. Denver algunos días también. Roma mejoraba sus habilidades reparando cosas. Tokio, Helsinki y Estocolmo mejoraban sus habilidades para curar a sus compañeros. Practicaban con animales muertos, lo que a Marsella no le hacía mucha gracia.
El Profesor les enseñaba planes con nombres de ciudades. Lisboa les ayudaba en lo que podía. Y Palermo... Bueno Palermo, cuando no les estaba enseñando algún plan, discutía con Roma. Ella lo ignoraba, pero le resultaba muy pesado.
Pasó el mes de Marzo. Fue el cumpleaños de Nairobi, y lo celebraron por todo lo alto.
La banda lo había celebrado con una comida y una fiesta. Roma le había regalado un collar muy bonito. Helsinki le había regalado una foto de ellos dos. Bogotá le había regalado un brazalete de oro. La chicas le habían regalado un pintalabios rojo (rojo putón según Tokio). Lo habían celebrado y lo habían pasado muy bien.
Una mañana de abril, Tokio y Roma se despertaron y salieron al jardín. Pasearon hablando de sus cosas, conversando tranquilamente.
Se sentaron en un pequeño muro, que dejaba a la vista el gran jardín del convento.
En ese jardín habían dos personas.
¿Y esos? - Preguntó Roma.
¿Están tumbados? - Preguntó Tokio.
Habían 2 personas, cada una en una camilla, estirados mirando hacia arriba.
Pero si son el Profesor y Lisboa. - Dijo Roma.
Ah, pues sí. - Contestó Tokio.
Se les acercó un monje italiano.
Buongiorno. - Saludó Roma.
El monje iba acompañado de una cabrita.
Buongiorno. - Dijo el monje.
¿Hablas italiano? - Le preguntó Tokio a Roma.
Ella se encogió de hombros.
Estos dos años me ha educado un profesor, y él era italiano. Así que a veces me daba clase de italiano. - Contestó Roma.
Oye, pues pregúntale si puedo tocar a la cabra. - Dijo Tokio.
La mia amica vuole sapere se riesce a toccare la capra. - Dijo Roma.
Certo, sicuramente. - Contestó el monje.
Era un hombre joven, de unos 30 años. Tenía la piel morena y los ojos marrones. No paraba de sonreír.
Se vuoi dargli da mangiare. - Dijo el monje.
Pregunta que si la quieres alimentar. - Le dijo Roma a Tokio.
Claro que sí. - Contestó Tokio.
No hizo falta traducción ya que el monje asintió, le puso la cabra en la falda y le dió un biberón lleno de leche.
Io tornerò ora. - Dijo el monje.
Roma asintió.
Grazie. - Dijo Tokio, que algo de italiano sabía.
Tokio se miró a la cabra, y la empezó a acariciar y a alimentar.
Que mona es. - Dijo Tokio.
Nairobi apareció.
Mírala. - Dijo, refiriéndose a Tokio. - Como si nunca hubiera roto un plato.
Yo quiero un hijo así. - Contestó Tokio, con una sonrisa.
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Roma ~ La Casa de Papel [Parte 2]
FanfictionQuién diría que de ser una chica a la que le gusta disfrazarse y arreglar objetos, pasaría a formar parte del atraco más grande de la historia. El Profesor había puesto 3 normas, pero las normas están para romperse, ¿verdad? ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~...