Pasó un día. Un día tranquilo.
Nairobi recibía visitas. Bogotá y Roma sacaban oro de la cámara acorazada. Denver fundía oro (ya que no quería estar con Mónica). Mónica, Helsinki y Río vigilaban rehenes (incluido Palermo). Y Tokio iba dirigiendo a todos.
Hubo un momento que Roma se fué a visitar a Nairobi. Estuvieron hablando. Roma se alegraba de verla bien. El brillo que siempre se veía en sus ojos volvió.
Cuando Roma bajó a la fundición se encontró a Bogotá construyendo algo, y a Denver construyendo otra cosa.
¿Y esto? - Les preguntó Roma.
Le estoy haciendo un corazón de oro a Estocolmo. - Dijo Denver, levantando lo que estaba construyendo.
Ah, es bonito. - Contesó Roma.
Como Bogotá no contestaba, Roma le preguntó.
¿Y tú qué haces? - Le preguntó Roma.
Una silla a Nairobi. - Contestó Bogotá. - La podrá conducir ella misma.
Que chulo. - Dijo Roma.
Se miró a los dos hombres.
Dos hombres enamorados construyendo cosas para conquistar al amor de su vida. - Dijo Roma, con una sonrisa.
Bogotá se sonrojó, y Denver se rió.
No, ahora enserio. - Dijo Roma. - Es bonito. Yo creo que les gustará.
Bogotá asintió, y Denver sonrió.
Pasó la tarde.
Roma se cansó de estar encerrada en la fundición, y le pidió a Tokio si podía ir a vigilar rehenes. Tokio le dejó, así que Roma se unió a Estocolmo, Río y Helsinki.
Hola. - Saludó, Roma, al entrar.
Helsinki y Río la saludaron, y Estocolmo le sonrió.
Sin poderlo evitar, Roma se giró a Palermo. Estaba atado en una silla, tal y como Tokio lo había dejado.
Cuando Roma llevaba una hora vigilando rehenes, Palermo la llamó.
Roma se acercó a él, un poco desconfiada.
Oye Roma. - Dijo Palermo.
Dime. - Contestó Roma, sin acercarse mucho a él.
¿Me das un vaso de agua, por favor? - Le pidió Palermo.
Pensaba que necesitabas algo importante. - Le contestó Roma. - ¿No te puedes esperar a la hora de la cena?
No, es que tengo mucha sed. - Dijo Palermo.
Roma giró los ojos en blanco y se fué a buscar un vaso de agua.
Palermo le susurró algo a Gandía, pero Roma no les hizo caso.
Roma le acercó el vaso de agua.
Palermo se la miró.
¿Me ayudas? - Preguntó. - Es que yo atado no puedo.
Roma resopló y le puso el vaso en la boca.
Gracias. - Dijo Palermo, al acabar.
Roma asintió.
Oye Roma, suéltame. - Le pidió Palermo, de repente. - Desátame, porfa.
Roma negó con la cabeza.
Lo siento, pero no puedo. - Contestó Roma. Bajó la voz. - Pero que sepas que yo estaba en contra de que te ataran.
Palermo se quedó sin palabras y Roma se fué.
Siguió vigilando rehenes.
Hacia las 6 de la tarde, Río y Roma se quedaron solos vigilando a los rehenes.
Roma vigilaba la parte donde estaban los escoltas del Gobernador y Palermo, y Río vigilaba la otra parte.
De repente, Palermo y Gandía volvieron a susurrar.
Roma se giró, para ver que estaban tramando.
Pero alguien la golpeó muy fuerte en la cabeza.
Roma se cayó al suelo, inconsciente.
La despertaron unos gritos.
¿Roma? - Preguntaba Tokio.
Roma abrió los ojos. Tenía a toda la banda mirándola. Menos a Río.
¿Qué ha pasado? - Preguntó Roma.
Gandía se ha liberado, te ha dejado inconsciente y se ha escapado. - Contestó Tokio.
Roma se levantó, la cabeza aún le dolía mucho.
Tienes sangre. - Le dijo Helsinki.
Roma se llevó la mano a la parte de atrás de su cabeza y vió que, efectivamente, tenía sangre.
¿Y qué vamos a hacer ahora? - Preguntó Roma. - Supongo que Gandía debe estar por allí haciendo algo.
Ahora nos tendremos que organizar. - Contestó Tokio, pensativa. - Río y Estocolmo, vigilad rehenes. Que no se escape ninguno más. Denver, tú baja a la fundición. Bogotá, tú no bajes, que me ayudarás a buscar a Gandía. Helsinki, sube y cúrale la cabeza a Roma.
Todos asintieron y se fueron a sus puestos.
Tokio, mientras subía las escaleras acompañada de sus compañeros, soltó un grito.
¡Nairobi! - Gritó.
Bogotá se la miró preocupada. Roma salió corriendo, aunque le dolía la cabeza. Y Helsinki se quedó parado.
¡Vamos! - Escuchó Roma, que decía Tokio detrás suyo.
Roma llegó a la habitación y se encontró a Nairobi llena de sangre, y vió como alguien se metía en el baño corriendo. También vió a la enfermera paralizada.
¡Nairobi! - Exclamó Roma, acercándose a ella.
La enfermera le puso el respirador.
Gandía anda suelto. - Dijo Nairobi, entre susurros.
En ese momento entraron Tokio, Helsinki y Bogotá.
Nairobi. - Dijo Helsinki, acercándose.
Un hombre la ha intentado matar. - Explicó la enfermera, que estaba en shock.
Gandía. - Dijo Roma, en voz baja.
Tenemos que capturarlo. - Dijo Tokio, mirándose a Nairobi.
Roma y Helsinki asintieron.
Bogotá simplemente se miraba a Nairobi.
Vale, Bogotá, irás conmigo. - Ordenó Tokio. - Helsinki, cura a Roma. Cuando acabéis, Helsinki vendrás con nosotros. Y Roma, tú bajarás a la fundición.
¿Qué? - Preguntó Roma. - No. Yo iré a capturar a ese mierdas.
¿Y quién irá a la fundición? - Le preguntó Tokio.
Denver está allí. - Contestó Roma.
Tokio se la miró insegura.
Y están los soldadores con él.
Tokio asintió.
Vale, - dijo - nos ayudarás a buscarlo.
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Roma ~ La Casa de Papel [Parte 2]
FanfictionQuién diría que de ser una chica a la que le gusta disfrazarse y arreglar objetos, pasaría a formar parte del atraco más grande de la historia. El Profesor había puesto 3 normas, pero las normas están para romperse, ¿verdad? ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~...