La ira de Palermo

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Hubo un momento que Bogotá salió de la cámara a cambiarse la máscara.

A los pocos minutos, Roma notó que le hacían la señal de abrirle.

Roma abrió el tubo, pero no se encontró a nadie. Le pareció extraño, así que decidió salir.

Se estiró en el tubo, hizo la señal para que le abrieran, le abrieron y se quitó la máscara.

¿Pasa algo? - Preguntó Roma.

Allí estaba Bogotá y, un poco más atrás, Tokio.

Nairobi está bien, ya se ha despertado. - Anunció Tokio.

Bogotá tenía una sonrisa enorme.

Roma salió del tubo y dejó la máscara en el suelo.

Vamos. - Dijo Roma.

¿No os cambiáis? - Les preguntó Tokio.

Roma asintió.

Yo no, que tardo mucho. - Contestó Bogotá.

Como quieras. - Le dijo Tokio, encogiéndose de hombros.

Roma se cambió muy rápidamente, y se metió al ascensor junto a Tokio y Bogotá.

Roma se empezó a pasar la mano por el pelo mojado, tratando de peinarlo.

Bogotá estaba a su lado, y Tokio a su otro lado.

Estuvieron un rato en silencio, hasta que Tokio se dispuso a hablar.

Oye Roma, lo que te dije el otro día.... - Empezó a decir Tokio.

Ahora no. - Le contestó Roma.

Tokio la interrogó con la mirada. Roma no quería que Bogotá supiese lo que sentía por Nairobi, así que lo aclaró.

Ya lo hablaremos más tarde. - Finalizó Roma, señalando con los ojos a Bogotá.

Tokio pilló en mensaje, pero Bogotá no se dió cuenta.

El lento ascensor llegó arriba y Tokio, Bogotá y Roma salieron de él.

Bogotá y Roma siguieron a Tokio hasta llegar a una habitación.

Allí estaba la enfermera, hablando con Nairobi.

Nairobi, al escuchar la puerta, se abrió y sonrió al ver a Roma y Bogotá.

¡Nairobi! - Exclamó Roma.

Se acercó a ella y la abrazó.

Nairobi sonrió, feliz de reencontrarse con ella.

Roma se separó y le dió el papel con la ubicación de Axel.

Ya no lo necesitaré. - Le dijo Roma.

Nairobi negó con la cabeza.

Quédatelo. Ya da igual. - Contestó.

Ah, bueno. - Dijo Roma.

Se giró y vió a Bogotá.

Bueno, os dejo solos. Yo me voy al baño. - Le susurró Roma.

Que cab... - Contestó Nairobi.

Pero no pudo acabar la frase, ya que Roma se fué y se metió en el baño.

Puso la oreja en la puerta, para escuchar a Bogotá y Nairobi.

Emm, buenos días. - Dijo Bogotá, nervioso.

Buenos días. - Contestó Nairobi.

Roma, en el baño y en voz baja, se reía.

Roma ~ La Casa de Papel [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora