7. Al principio

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Esa noche no logré dormir en lo absoluto. Mi cuerpo dio vueltas, probando todas las posiciones posibles, pero ninguna fue efectiva. Mis ojos se sentían como una pesada carga sobre mi rostro y mis hombros rogaban por ser arrancados de mi contracturada espalda.

Me invadía el sentimiento de haber estado viviendo largas y angustiosas horas, sin lograr alguna cosa meramente útil que pudiera darme un propósito, por lo menos por un corto periodo de tiempo, para alivianar mi estresante mochila emocional. Al parecer Hiram también lo noto.

—Te ves terrible —expresó, en una voz que se sintió demasiado alta para mis cansados oídos. Tomaba con su mano izquierda una rodaja de pan en forma de desayuno y con la derecha acomodaba el sillón individual justo frente a mí. Se sentó recargando sus pies en la mesa de en medio de los dos, ignorando que yo estaba aún recostada tratando -sin resultado- de dormir en el sofá que en los últimos días, se había convertido en mi cama.

—Gracias, eres realmente amable, buenos días a ti también —respondí con ironía, y él solo siguió comiendo—, no pude dormir en toda la noche —afirmé masajeando mis sienes, no obtuve respuesta alguna.

Nuestras charlas diarias eran una especie de monólogo en el que yo hablaba sola y errante, pero de cierta forma sabía que él me estaba escuchando. Abrir las líneas de conversación con Hiram era mi apuesta diaria a la suerte para ver con qué versión de él me encontraría cada día.

Encendí la televisión y las noticias no eran para nada buenas, sin embargo no me sorprendían en lo absoluto ya que las había visto por la noche, hace apenas unas pocas horas. Notaba que los titulares amarillistas y especulaciones sobre el virus ponían incómodo y malhumorado a mi compañero de piso. Se hablaba sobre las estadísticas de muertes, medidas políticas y algún que otro transmisor fugitivo, entremezclando estos tópicos con segmentos melosos sobre cómo llevar el encierro grabando vídeos cortos y cocinando.

Toda la información era evidentemente controlada por las autoridades, notoriamente centradas en brindar noticias que mantuvieran contentos a los ciudadanos que realmente «importan», los hombres que realizan aportes al partido oficialista y sus respectivas amas de casa. Obviando, por supuesto, los testeos ilegales y la gente misteriosamente recluida en los «refugios», denominados así contradictoriamente, ya que hacen todo menos dar acogida y amparo.

Me sentía privilegiada por haber podido escapar a tiempo y evitar que me enviaran a esos dudosos refugios. Todo se lo debo a mi querido vecino Timothée, más bien a su padre Gabriel, el cual es un gran profesor de historia. Ellos me advirtieron de la situación a la cual el país habría de afrontar, de la verdadera situación. Ese pensamiento trajo a mí una angustiosa melancolía.

Extrañaba a mi querido vecino, es mi mejor amigo, solíamos pasar horas juntos viendo documentales y hablando, a diferencia de mi actual compañero, Timothée sí que hablaba y mucho, se caracterizaba por su verborragia. Me preguntaba qué pensaría al enterarse que estoy encerrada con el mismísimo Hiram Hannigan, pese a que no sé si alguna vez se han conocido estoy segura de que lo detestaría. Hiram representa todo contra lo que él predica y viceversa.

Era frustrante y lamentablemente adictivo ver los noticieros, llegaba a volverse una actividad masoquista. Me decidí a poner en modo silencioso el televisor en un intento de no alejar a mi anfitrión.

—Hiram, tenemos una apuesta que cumplir, podríamos ver una de mis películas esta tarde —Le sugerí con emoción, pese a que no era mi mayor deseo en estos momentos. Sabía que me haría bien escapar un rato de mis tortuosos pensamientos. El chico de cabello desordenado y malos hábitos lograba desconectarme de mí misma, volviendo su compañía una maravillosa distracción.

—Creo que prefiero abrir la puerta y que me lleven cautivo —respondió dramáticamente dirigiendo sus enormes ojos verdes hacia mí.

—No bromees con eso, no es gracioso —Lo reté en un tono serio.

El mar en inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora