Querida abuela:
Las noticias sobre tu triste experiencia han atormentado mi existir. Me siento impotente y culpable, debí haber estado allí.
Ni siquiera puedo comenzar esta carta con educación y protocolo, mi vehemente preocupación me obliga a dejar las vueltas e ir directa y bruscamente al punto. Pienso en ti cada día y los sucesos danzan frescos en mi cabeza. Agradezco a Tim por haberte ayudado y a tu Dios que siempre te mantiene a salvo.
Lamento la demora en escribirte, mi debilidad de carácter y falta de fortaleza es mi calvario. Admiro más que nunca tus cualidades y la forma en la que tus cartas siempre culminan alentadoras y alegres. Tu cariño ilumina mi corazón, por segunda vez en la vida me has rescatado. Temo por tu vida y la soledad que fría te acompaña, te ruego que te cuides y te mantengas dentro, no te arriesgues nana, cuidémonos para volver a vernos.
Siguiendo tu consejo he hablado con Timothée, sus palabras me confunden tanto como sus oscuros secretos, pero confío en él y en su buen criterio, que tal como el de su sabio padre siempre nos ha protegido.
No puedo guardarte secretos, incluso en la distancia, no me lo perdonaría. Debo confesar que el encierro me ha brindado amor y he formado un lazo sólido con mi compañero de piso.
Hiram es inteligente y ha sido golpeado por la vida, tanto como tú y como yo lo hemos sido. Es decidido, testarudo, pero apasionado y firme. Tiene unos bellos ojos verdes que brillan como dos luceros, me iluminan y encienden mi corazón triste por tu lejanía. Creo que lo aprenderás a querer con el tiempo, tal como lo hiciste conmigo, también sé que tu mano sabia al saludarlo sabría las cosas que yo ignoro.
¡Oh querida abuela, desearía tanto tenerte cerca para aconsejarme y cobijarme a la luz de la experiencia!.
Mi carta, extensa y confusa, debe terminar con una dosis de esperanza. Anhelo verte y abrazarte, sé que los deseos son las raíces de los sueños y los sueños las plantas de la esperanza, que real y firme crece para colmarnos de propósito. Por esa razón, te espero y te siento, estoy lista, expectante, aguardando nuestro virtuoso encuentro, ya veremos los frutos del amor y el tiempo.
Con cariño, Gia.
La lluvia junto con la llamada de Timothée limpiaron mis dudas y tristezas, decidida pude finalmente escribir a mi querida abuela. Doblé el papel con cuidado para luego depositarlo en el sobre, listo para ser enviado. Sentí el peso de todo finalmente desprenderse de mi pecho y pude volver a respirar con normalidad.
—¿Cómo estás? —preguntó Hiram de repente, habíamos pasado largas horas separados. Como siempre, se asomaba en el momento justo, como si supiera cuándo había terminado mi necesidad de soledad y estaba finalmente dispuesta a recibir compañía.
—Mejor, muchas gracias —respondí con una pequeña sonrisa tranquilizadora, él se sentó a mi lado—, ¿cómo te fue con el trabajo?
—Bien —dijo cortamente, mientras tomaba la lista que previamente hice para él, con mis libros—. Gracias —añadió, no supe si por la lista o por mi pregunta. Guardó la lista en los bolsillos de su jean—. ¿Qué hiciste a la tarde?
—Le escribí a mi abuela y llamé a un amigo, el que cuida de ella— dije entregándole su teléfono que había olvidado tener en mi posesión —. Estoy preocupada y confundida, las cosas que vio mi abuela y la actitud de Tim, siento que hay algo oculto detrás de todo esto —dije pensando en voz alta mientras descansaba sobre su regazo—, ¿no crees? —pregunté ante su falta de respuesta.
—No conozco a tu amigo así que no puedo saberlo Gia —respondió ignorando el verdadero sentido de mi pregunta.
—Hiram, pero sobre el virus... ¿No te parece extraño todo? —reformulé la pregunta rápidamente—. Hablan de un foco de contagio, de síntomas descomunales, se propaga demasiado rápido —Comencé a citar los factores que superan a la razón y que a mi comprensión no llegaban a alcanzar.
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El mar en invierno
RomanceTerror, pánico y desenfreno. El mundo colapsa, las calles vacías lloran las horas y no queda ápice de la vida cotidiana. Muerte y desolación, estado de sitio, las autoridades decretan el aislamiento obligatorio y las puertas de las fronteras se cie...