Tan extrañamente vacío

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Antes de que su cabeza tocara el suelo, Justin la sostuvo en sus brazos apresurado, casi golpeándose con la pata de la cama que estaba cerca y cayendo al suelo. Fue como si todo lo que había estado sintiendo por toda la tarde, por todo ese día, e incluso por todos esos días anteriores, desapareciera de repente y solo quedara él, el silencio y el cuerpo inconsciente de Jane en sus brazos a unos centímetros del suelo. Sin pensar, sin poder moverse y sin saber qué hacer ¿Qué le había pasado?
Jane… 
Se apuró a levantarla con sus brazos por las piernas y la espalda y la sostuvo en el aire unos segundos, cargándola hasta llevarla a la cama. La acostó con cuidado sobre ella. Cuando la vio de frente sus ojos se colocaron pequeños y se tornaron confundidos. Eso no debía ser nada bueno. Se dio cuenta de que su piel estaba muy pálida y no solo eso, tiritaba de frio, y su frente estaba caliente además de sus labios completamente blancos.

Como cuando una persona es abatida por un fuerte viento y luego dejada a la deriva sin saber qué hacer, como reaccionar o que pensar. Exactamente, de esa misma forma se sintió Justin.

Y no porque no supiera que hacer, porque en realidad sabía que debía meterla bajo las sabanas para calmar el frio que de seguro sentía, poner una banda mojada en la cabeza y dejarla descansar por un rato. La razón de su sentir era otra y crecía desde el interior de su pecho como un pequeño incendio que se inflaba hasta el límite de un desastre forestal.
La culpa. 
Se sentía culpable por todo lo que estaba pasando, ya que sabía que en el fondo lo era
Ahora Jane estaba enferma. Y él ni siquiera había pensado en cómo se podía sentir mientras peleaba con ella. No había pensado en nada, ni en ella. O quizás si en alguien, solo en él. Fin. 

Le echó otro vistazo, con la preocupación a flor de piel y la cubrió con unas sábanas antes de ir a la cocina por un recipiente con agua y conseguir algunas bandas en su habitación.
<< ¿Qué era lo que le había pasado? >> Meditó mientras buscabas las bandas en la cocina y también una pastilla para calmar la fiebre. Sus pensamientos lo llevaban a la misma pregunta una y otra y otra vez. ¿Resfriado? ¿Era eso? ¿Qué la había enfermado? Los síntomas tenían cara de una gripe, pero ¿Y si no? ¿Se habría mojado con la lluvia? Ahora que lo pensaba ni siquiera se lo preguntó cuándo hablaron ¡Que estúpido! Pero ella había pasado la tarde con Alan, era imposible que se hubiera mojado estando en su casa ¿Verdad? a menos que... Y el incendio creciente dentro de su pecho se salió de control, quemándole la mente poco a poco hasta casi enloquecerlo. A menos que hubiera estado bajo la lluvia antes de ir con Alan. 
De cómo había parado Jane con él, no tenía idea, pero de que había sido un maldito idiota, estaba seguro.
Jane estaba enferma y todo pasó por su culpa, porque después de que él llegara de casa de Alice por la mañana y le dijera todas esas malditas cosas, que al final, no tenían la mínima pinta de ser reales. Ella no pudiera permanecer en casa. No porque era demasiado orgullosa para quedarse compartiendo el mismo espacio vital que él. Todo. Desde el inicio hasta el final, era una mierda.
Ahora estaba allí con ella, con la persona a la que le había dicho que no significaba nada para él.
“Desde hoy tu tampoco significas nada para mí, Justin” su voz, dulce como siempre, pero llena de amargura, pasó por su cabeza ¿Por qué seguía doliéndole el simple hecho de recordar esas palabras? Era una opresión en su pecho. Algo así como si una persona tuviera su corazón en las manos y lo apretara sin piedad. Si, estaba afectado. 
Aunque, de cualquier manera no iba a pensar en eso en ese momento, abrió la puerta de la habitación de Jane con rapidez cuidando de que el recipiente con agua no mojara el suelo y se le acercó con cautela. Esperaba que hubiera reaccionado pero Seguía igual:
Con el rostro pálido y los labios blancos. Le tocó la frente con la mano. Seguía caliente.

Dejó el recipiente con el agua fría sobre la mesa de noche junto a la cama y sacó la primera banda de la bolsa transparente en la que estaba envuelta. La mojó y luego, después de apartar algunos cabellos que le estorbaban en el rostro, la puso sobre la frente de la castaña.
Jane se removió en la cama y de sus labios salió una palabra, pero por lo bajito de su voz, Justin no pudo escucharla. Él dejó la venda húmeda en su frente y se quedó sentado junto a ella mirándola en silencio y sintiéndose tan diferente a lo que era él realmente.

Tan extrañamente vacío.

-Ma...má - Murmuró ella con voz entrecortada al vacío – Me… siento mal… - Justin volteó a verla al escucharla balbucear y con su mano agarró la de Jane cuidadosamente. 
Mamá” repitió él para sí mismo. Tal y como la primera vez que había cuidado de ella mientras estuvo enferma, aquella ocasión en la que todo el enredo de la casa robada había empezado y él la había echado a la calle cuando ella le pidió que le regresara la casa a cambio de su sinopsis, sonrío con quedo, pensando en que jamás imaginó que esa chica, a la que echó a la calle esa noche, lo colocaría en una situación como la que ahora vivía, aunque debió suponerlo ¿no? ya que desde el principio se pudo dar cuenta que sería un problema. Orgullosa, gritona e inmadura. No podía quedarse callada. Las cualidades que más odiaba en una mujer. Aun así, con orgullo y todo, aceptó el compromiso. Y aunque todo indicaba que con el pasar de los días él, él se preocupaba cada vez más por ella, no se dio cuenta sino hasta ahora que la quería ¿La quería? Si, él lo sabía, Pero… ¿Se puede querer a dos personas al mismo tiempo?

Se suponía que él no se iba a enamorar de ella.

-Mama… - Balbuceó ella otra vez, ahora con más claridad. él volteó a verla, no parecía estar mejorando – Me duele el corazón… 

“Le dolía el corazón” Justin se quedó en silencio observándola y el corazón le empezó a doler también. Su ritmo cardiaco perdió velocidad y su respiración se hizo débil, lo hizo débil en ese momento a él también. Sus ojos se cristalizaron observándola con la luz opaca de la lámpara de la mesa de noche, creando un nudo gigantesco en su garganta por el intento de retener un sollozo. 
Seguramente así se estaba sintiendo ella. Su chica de los ojos cafés. Que ya no era su chica. Pero él no podía hacer nada, No ahora que Alice había decidido dejarlo todo por él. 
Y lo sentía, lo sentía mucho, sin saber porqué. Alice era todo lo que él había querido siempre. No pensó que al momento de conseguirla, sentiría esa melancolía que parecía querer matarlo. Dios, era difícil. Muy difícil. Agarró la mano derecha de Jane y la beso varias veces con delicadeza.

-Estaba equivocado, Jane… - le murmuró, aunque ella no pudiera escucharlo – Tú no eres para nada, insignificante para mí…- hizo un silencio - posiblemente no me escuches – agregó y con su dedo índice empezó a dibujar figuras imaginarias en la mano que le tenía sostenida – Pero eres muy importante, aunque ahora, lo mejor es que sigas pensando lo contrario. 

Volvió a poner su mano en la cama y le cambió la banda mojada de la frente, sintiendo por primera vez, en toda su existencia lo que era sufrir por amor, aunque él aun no estuviera enterado de ese hecho. Aunque aún siguiera ciego. 
Toda su noche transcurrió así, cambiando las bandas de la frente de Jane y checando su estado. En tres horas no mejoró, pero después de las tres de la mañana, la fiebre le había bajado y había dejado de delirar.

Sus fuerzas también se habían acabado para eso de las cuatro de la mañana y el sueño lo venció sin que él se diera cuenta.

Se quedó dormido, Junto a Jane, en la cama.

Amor Por Accidente-Justin Bieber {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora