Capitulo Extra: Sentimientos

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El pelinegro vio la silueta de Justin y Jane dirigirse hacia la puerta del bar tomados de la mano y un peso embargado en su interior quiso salir a flote. En ese peso, también se hacía un vacío hondo, que él sabía, jamás iba a llenarse. Se haría parte de él. Como aquel sentimiento profundo que permanecería en un pequeño lugar de su existencia propia, recordándole así la cicatriz, la experiencia para evitar volver a cometerla. Jane había sido una gran lección de vida. Una sobre el amor no correspondido.
Justin cruzó el umbral de la puerta y cesó, tras de él, la aglomeración de personas que estaban rodeándolos. El bar volvió a su normal aspecto mientras las personas se dispersaban y volvían a bailar.
El pelinegro soltó un suspiro. 
-Si me hubieras aceptado, Alan – escuchó decir a Alice - Quizá también estuviéramos así como ellos. Felices.
Él no dijo nada pero rió a la rubia al tiempo en que volteaba a verla.
-Ahora ya se te pasó la oportunidad – le dijo ella – Así que ni lo intentes.
Alan se cruzó de brazos mientras los ojos de azules de Alice miraban hacía algún lugar del bar.
Una sonrisa a medías quedó atrapada en sus labios.
-Lo bueno es que vuelves a ser tú cuando estás a mi lado – Le dijo. Alan le tocó el hombro llamado su atención y ella lo miró – Eso si lo que extrañaba de ti, Alice. – Ella frunció los labios - Además, Lo nuestro… Mmmm, no hubiera funcionado.
-Ahora lo sé - Aludió Ella – habríamos sido una pareja rara - 
-Si- Alice dejó sus ojos en el chico que las luces coloridas del bar habían iluminado y sonrió. 
– Te veo luego – Le dijo a Alan y caminó, alejándose de él con cada paso. No se sentía remordimiento o envidia, simplemente, no sentía nada malo. Contrario a eso, se sentía libre. Alice sintió que por fin, no necesitaba de nadie para ser feliz. 
Alan se quedó parado allí y no era como si fuera a moverse. Sin darse cuenta siquiera volvió la cabeza hacía la puerta por donde se había marchado Jane y suspiró. Recordó el rostro de la chica. Sus ojos, su voz, y esa expresión cuando le agradeció. Supo que aquella despedida con Jane lo había marcado, y que, en un punto muerto, había sido lo más sano para él ¿Acaso Amar llevaba a hacer lo que él pensaba? La respuesta era bastante obvia. ¿De qué le hubiera valido tener a Jane a su lado, si de todas maneras, ella siempre iba a tener la sombra del amor de Justin a sus pies? Vivir con ella sabiendo eso, hubiera sido peor que arder en el mismo infierno o, en su defecto, hubiera resultado más degradante para la poca fe que se tenía en ese instante. 
Se metió las manos en los bolsillos, apartando a Jane de su cabeza, y giró, para nuevamente chocar con alguien más, y por segunda vez en la noche, tirar una bebida.
-Sin duda, debe tener un problema de ojo – Marie miró al pelinegro y se sacudió el brazo, mojado hasta en antebrazo por el líquido, con su mano. - ¿O… es que acaso le gusta chocarse con las personas?
Alan sonrió por inercia. Y reparó en la chica que tenía en frente. Su rostro mostraba una expresión de serenidad y tranquilidad que le inquietaba. La había visto pocas veces, pero detrás de aquel parecido con Jane, esa personalidad de “ Soy como soy ” Era como lo que llamaba su atención. Y había empezado cuando la vio llegar a la mesa acompañada de Justin. En ese momento la castaña no reparó en nadie, pero él si se había quedado, aunque fueron solo segundos, mirándola. Esa misma expresión, esa misma sonrisa, y esa misma vibra, era la que sentía justo en ese momento, teniéndola en frente.
Era extraño que esa misma mujer la hubiera hecho sonreír de verdad, por segunda vez, esa noche.
-Digamos que me gusta chocar contigo - le dijo - ¿Qué dirías a eso?
Marie vaciló.
-Que tiene un problema. Generalmente no me gusta andar chocando con la gente. Y bueno, yo en sí, soy un problema.
-¿Un problema? 
Alan la miró curioso.
-Si – Marie terminó de sacudirse el brazo y lo miró a los ojos con calma. Sonrió. Alan pensó en el pañuelo que le había dado a Jane. De haberlo tenido con él, se lo hubiera pasado para que se secase.
-¿Quieres explicarme eso del problema? 
-No es algo que tenga importancia – Marie frunció los labios - Además, para una persona ocupada, como lo es usted, no creo que haya tiempo.
El pelinegro dejó escapar aire.
-La verdad, Marie, hoy tengo mucho.
-Ahhh – murmuró ella - Lo dice por lo que pasó con la esposa de Justin, que antes era su novi… - La castaña se detuvo de golpe y sus mejillas empezaron arder hasta sentir que casi le quemaban el rostro. Volteó a verlo al tiro y él no parecía haberse perturbado, pero algo le decía, que sí lo había hecho. Debía. Después de todo ¿Él siempre estaba junto a Jane, no? – Lo siento – le dijo – No quería hablar de cosas que no me incumben.
Alan ahogó una sonrisa triste.
-Supongo que habrás escuchado rumores sobre mí por ahí ¿No?
Ella se quedó callada y se miró los pies. Eso… se sentía incómodo.
-Unos pocos. 
-Bueno, supongo que quedarte soltero de la noche a la mañana debe dar para hablar ¿no? 
Marie lo miró a los ojos y vio en ellos el biso de la carga que debía ser para él, tener que soportar las habladurías de los demás, luego de que también se quedara sin novia. Le sonrió
-Realmente, Director Muller – Le dijo – Creo que no es para tanto.
Marie miró hacía la mesa y lo miró a él.
-Me iré a sentar - avisó y dio un paso para alejarse, pero Alan la detuvo, agarrándola por el brazo.
-No me has explicado lo del problema. – Marie negó con la cabeza - Puedes irte después de que me lo cuentes.
-¿Qué tal si te lo digo cuando volvamos a la mesa? – La castaña se le acercó y le dijo casi en el oído – Estos zapatos me están matando, solo me quiero sentar.
Alan no pudo no reírse y se dirigió junto a ella, hasta la mesa, que no estaba muy lejos.
-¿Le importa mucho lo que la gente pueda decir de usted? – Alan levantó una ceja, la miró de reojo - Es que lo veo ahora mismo y pienso ¿Cuál es la historia que hay detrás de usted? Siempre se muestra calmado o en su defecto, indiferente, pero hoy, es raro, se muestra como una persona normal, que además, está preocupada.
-¿Te parece? – él frunció el ceño.
-Sí.
En la mesa ya habían pocas personas cuando llegaron. Alan la dejó sentarse primero y luego tomó asiento a su lado. De repente, las palabras de esta chica, lo habían hecho sentir extraño. Nadie había reparado en él. O por lo menos no que él supiera ¿Se veía preocupado en verdad?
-Está frunciendo el ceño a cada momento, por eso es que lo digo. – Marie se cruzó de piernas y quiso sacarse los tacones, pero contuvo el impulso - Entonces ¿Me responderá?
-Digamos que… No me gusta ser noticia en boquilla de todos. No me gusta que se hable de mí.
-Ya…
-Pero ¿Y tú? – Alan volteó a verla. – No pareces ser del tipo que se preocupa por eso.
-No lo soy – Alan reparó en sus pies.
-¿Entonces porque no te quitas los zapatos?
Ella se quedó callada
-Bueno – le dijo – tampoco hay que perder la elegancia ¿No?
Ambos rieron y Marie pensó en que, él se veía mucho mejor cuando sonreía, o bueno, se veía mejor cuando demostraba que si tenía expresiones diferentes a las que ya había visto en su cara.
-¿Y porque dices que eres un problema? - preguntó él – Qué va, a mí no me parece.
Ella rió por un tiempo más.
-Es lo que mi hermano piensa. Dice que tengo mala suerte. 
-¿Mala suerte?
Alan la miró extraño.
-¿Por qué?
La chica se lo pensó.
-¿Quieres escuchar la historia del chico que terminó atacado por mi gata cuando tenía 17? ¿O la del chico que terminó arrestado por una cartera que no tenía que ver con él?
-¿Todo lo provocaste tú? – La chica rió negando con la cabeza.
-No lo provoqué yo. Pero, daba la casualidad que mi nombre estaba de por medio.
-Mmmm – tarareó Alan – A mí más bien me gustaría escuchar la historia de Marie… Pero no la que está en tu hoja de vida, tu historia real.
La chica negó con La cabeza.
-Bueno, No cuento esa historia a personas que no conozco.
Alan, con quedó le tendió la mano y sonrió.
-Soy Alan Muller, es un placer conocerte.
-Director Muller… – murmuró ella
-Alan - intervino él – dime Alan. Y sabes, tampoco me gusta hablar mucho de mí con alguien más, pero… No sé, siento que podría hablar contigo. 
Ella tomó un poco de aire y tomó la mano tendida del pelinegro. Una sonrisa se hizo en sus labios.
-Yo soy Marie Dallas, también es un placer.

***

Alice reconoció al acercarse, rodeado por varias chicas, a Zayn. Sus brazos estaban a lado y lado de las dos morenas que tenía a sus costados - una a su derecha y una a su izquierda - y esa sonrisa tan normal en él, que ni siquiera podía verse opacada por las luces de colores del sitio, adornaba su cara como premio a la compañía.
-¿Interrumpo? – La rubia se paró frente a él y le sonrió con calidez haciendo el ademan de cercanía que siempre sentía cada vez que estaba junto a él. Él ojos negros le sonrió a ella también y con gesto rápido le dio a entender a sus acompañantes que lo dejaran solo. Las morenas le hicieron caso, presumiendo al levantarse, las curvas que probablemente había hecho a Zayn elegirlas, pero el gesto en su rostro no era precisamente de estar de acuerdo. Al cruzar por su lado, miraron a la rubia de una manera que la hizo espantar.
<< Esto es… Tétrico>> Pensó 
-A mí no me interrumpes – Le contestó - Pero estas chicas no se pusieron nada felices. 
-Promiscúo – le regañó y se hizo a un lado de él. El chico le brindó una bebida que ella rechazó y prefirió solo verlo a él tomar. Ella no sentía muchas ganas de tomar nada.
-¿Has visto como ha terminado Justin? – La pregunta quedó en el aire mientras Zayn dejaba que el líquido caliente de un trago bajara por su garganta. En esos días el pelinegro había estado tenso. Como si la responsabilidad que había aceptado estuviera haciendo mello en sus hombros, todos los días un poquito más. Esa noche, por fin, sentía que podía darse un descanso y disfrutar. Olvidarse de lo que pronto empezaría por un momento.
-No lo vi – le respondió a Alice - No estaba dentro al bar. Pero ya me lo suponía. Justin es un tonto. Pero quiere a Jane. Yo mismo vi cómo fue para él estar alejado de ella.
-Si – murmuró Alice y bajó el rostro – La quiere.
Zayn arrugó la frente y se regañó a sí mismo. Había metido la pata. Recordó que Alice había tenido una extraña relación con Justin.
-Lo siento, Alice, yo..
-No. – Lo interrumpió - No te preocupes, Zayn. Ya yo no siento ese tipo de cariño hacía Justin. – el chico se quedó en silencio - Creo que, al final, estar como estoy ahora es lo mejor para mí. 
-¿Lo crees?
- Sí, Quiero que cuando alguien esté a mi lado sea porque así lo desee. Quiero que me mire de la misma forma en que Justin miraba a Jane hoy. De una forma que demuestra que realmente está enamorado. Ya no quiero querer yo sola nunca más. Eso es muy cansado. 
-Ya veo – aludió Zayn – prefieres la soledad en espera del príncipe azul.
-No me importa si no es un príncipe.- Alice rió - Ahora solo espero amor.
Zayn suspiró.
-Eh, Alice, a veces esa soledad no es buena ¿No te sientes vacía?
Ella frunció el ceño.
-¿Tu, si?
Él tardó un minuto en contestar. Sin siquiera saberlo, Alice había dado en un punto que para una persona como Zayn, era difícil tratar.
-Solo a veces. - El ojos oscuros hizo el biso de una sonrisa, solo que esta estaba cargada de tristeza - Pero estando en mi medio, Alice, donde hoy estoy aquí y pasado mañana en cualquier otra parte, las cosas no son tan fáciles como te lo esperas. No hay muchas personas en las que pueda confiar. Y el sentimiento de soledad es persistente a cada momento. Pienso que… quizás, sería lindo sentir amor por alguien. El problema conmigo es que no sé cómo querer a alguien.
-Vaya – Alice dejó escapar aire – No pensé que fueras tu precisamente quien dijera esas cosas.
-¿Verdad?
-Sí – La chica se cruzó de brazos y giró su cuerpo en dirección a él - Pero ¿Me dejas darte un consejo? – él asintió, mostrándose divertido – Si quieres que se acerquen a ti chicas buenas ¿No crees que deberías ser menos mujeriego?
Zayn soltó una carcajada y Alice alzó una ceja.
-¡Eh, Alice, Pero si yo no soy mujeriego! 
-¿Ah, no?
-No – respondió - Solo me gustan las mujeres.
Alice se echó a reír y le dio un golpe leve en el brazo
-Dime la diferencia, tonto.
-No hay ninguna.
-Si sigues pensando así, Zayn – le recriminó ella - No vas a encontrar a nadie capaz de hacerte sentir completo incluso cuando no esté contigo. ¿Lo entiendes? Mira, la verdadera soledad no radica en estar solo, radica en no tener nadie en quien pensar o que no haya nadie quien piense en ti. Si logras encontrar a una persona que sin proponértelo te saque sonrisas y te haga pensar en ella, entonces el vacío no será tan grande.
Zayn miró a Alice directamente y le sonrió.
-¿Y si te digo que acabo darme cuenta de quién puede ser esa persona? 
La rubia se quedó callada.

Amor Por Accidente-Justin Bieber {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora