¿Divorcio?
La palabra volvió a la mente de Jane como relámpago en medio de la tormenta mientras cruzaba la puerta de salida con rumbo al exterior, a los jardines de la casa en donde, muy fogosamente, la fiesta continuaba, anteriormente jamás se había tomado aquella palabra con tanta determinación, incluso temía el hecho de hacerlo puesto que muy en su interior, el deseoinconsciente que se había alojado era el de estar con Justin. Un bonito sueño, que para mal, cambiaba con las situaciones, y de un modo extremadamente irrevocable. Como si en un mundo paralelo el agua y el aceite pudieran juntarse. Todo a su alrededor entraba en lógica, en la lógica que la realidad le ponía en la mesa día a día << la de ella y Alan y él con Alice>> y era esa misma realidad la que le decía que el tiempo para ellos había acabado. ¿Acaso era posible acabar con algo que ni siquiera había empezado? Dos puntos razonables. Además estaba demasiado dolida como para no pensar siquiera en la posibilidad.
Divorcio.
Jane sintió el aire fresco de la noche acariciarle las mejillas y soltó el aire que tenía atrapado en los pulmones.
Al final ¿Todo iba a acabar así de mal? Se cruzó los brazos en el pecho acurrucándose del escalofrío que le recorrió el cuerpo debido al frio o a él. Jamás se habría imaginado tal cosa aquel día de locura, cuando después de una larga noche de deliberación, acepto el casarse por contrato. Se suponía que no fuera así, pero ¿Cómo esperas vivir tanto tiempo con una persona y pretender no tener algún tipo de sentimientos? Quizás si lo hubiera pensado con esta lógica en aquel entonces la situación sería diferente.
Pero…
Aquel entonces también era bastante diferente, y Justin era exactamente todo lo que ella nunca miraría en un hombre ¿Por qué iba a temer miedo de resultar enamorada cuándo ella podía jurarse a sí misma que nunca pasaría? La vida era tan inesperada y patética en algunas ocasiones.
Buscó con la mirada una parte del exterior de la casa que no estuviera tan atiborrada de gente para poder pasar el rato un momento pero se le hizo imposible hallar uno. Los invitados aparecían de todos lados. Izquierda, derecha, de frente ¿Cómo podría a la gente si quiera gustarle todas esas reuniones sociales en donde el único objetivo de algunos era buscar chismes de la vida privada de los demás? Se mordió el labio.
Estaba a punto de lanzar una ofensa al viento cuando, retirado de las decoraciones y las mesas e incluso de las personas, vio aquel columpio de madera que le había construido su padre cuando apenas era una niña. Estaba muy al exterior del primer Jardín y bastante lejano del barullo de las personas.
De repente, sintió que eso era lo único que necesitaba. Allí estaba su calma.
Siguió el camino cubierto de gramilla verde hasta llegar al balancín y una vez hubo llegado al lugar, dejó que su cuerpo de recargara sobre él. Se meció suavemente dejando que la brisa fría de la noche tropezara con su piel y las partes descubiertas de su cuerpo que el vestido no alcanzaba a tapar.
Sonrió para sí misma falsamente y frunció los labios, pensativa. Como si de un momento a otro se hubiera dado acceso a su propia burbuja personal y nada a su alrededor importara. Al final, realmente así acabaría todo con Justin. Dos extraños que se hicieron cercanos volverían a ser los mismos extraños del comienzo. Se zarandeó con quedo en el columpio una vez mientras la respuesta, clara como el inicio de un manantial, llegaba a su cabeza.-¿Y esa mirada es por…?
-¿Qué? – Jane detuvo el columpio al ser pillada de improviso por esa voz y giró su cabeza hacía atrás para verlo allí. Alan se acercó a ella con las manos metidas en los bolsillos de sus pantalones y le brindó una corta sonrisa silenciosa. Una sonrisa que ocultaba la gran curiosidad de que lo carcomía por dentro como espinita. La había estado observando hacía varios minutos desde las sombras, observando su rostro pálido, sus profundos ojos cafés y su expresión que la hacía notar como pérdida en alguna parte de si misma. Se preguntaba ¿Por qué? ¿Qué era lo que esa chica que lo traía vuelto loco, sin ninguna razón aparente, estaba pensando exactamente? ¿Qué era lo que sentía?
La silueta de Alan dio otro paso para acercarse, pero ella cambió la expresión de sorpresa de antes, a una de calma. Aunque no tenía una razón para no estar extrañada de su presencia allí, cuando ella creyó que estaba completamente sola, tampoco tenía una para mostrarse tan relajada. Supuso que una explicación lógica podría ser la sola esencia de lo que él era. Era Alan y Él siempre estaba allí para ella.
Alan se posicionó en su espalda y la meció con un suave empujoncito que la elevo unos cuantos centímetros del suelo.
– Lamento lo de hace rato, Jane – le dijo. La noche se estaba tiñendo de un color azul oscuro en el inmenso cielo a su alrededor y este apaciguaba la tensión que habían sentido hace rato con Justin, Alice y Zayn. El sonido de la música de la fiesta no era tan penetrante a esa distancia tampoco, y aunque no estaban del todo retirados tampoco estaban tan cerca por lo que se podía sentir la tranquilidad de la intimidad. De ellos dos solos. – Fui un tonto, sabes, normalmente soy muy pasivo en este tipo de situaciones
-No tienes que disculparte, Alan – pidió Jane. – Al final Justin se lo tenía merecido. No debió actuar de ese modo.
Alan volvió a empujar el columpió y frunció el ceño.
-No sabes cómo me jode que tengas que estar fingiendo esta estupidez con él, como me jode que te toque o te abrace como si de verdad tuviera algún derecho sobre ti. Como si… pretendiera… - se quedó callado.
Jane se mordió labio incomoda y se le hizo difícil dejarlo libre antes de sacarse sangre. Podía sentir el enojo palpable en las palabras del pelinegro y tenía la suficiente paciencia como para entenderlo. Pero aun así… Justin, derecho sobre ella. Era una estupidez.
-Pensar en eso ahora es perder el tiempo ¿no? – Jane fingió una sonrisa y luchó con mantenerla en su rostro, agradeciendo al cielo que en ese momento Alan estuviera detrás de ella empujando el columpio y no pudiera verla. En realidad, lo menos que quería era seguir hablando de tema. Quería evitarlo más que pudiera. Su cabeza no soportaría mucho si volvían a mencionar su nombre. Justin. Tenía que sacarlo de una vez por todas de su presente – Mejor dime como supiste que estaba aquí.
-Te vi salir de la casa hace un rato – respondió él – Te seguí. Y aquí estoy.
-Ya veo…
-Te ves hermosa esta noche - Le dijo de improvisto. Detuvo el columpio drásticamente y acercó su rostro al oído de la castaña por detrás – Muy, Muy linda.
Ella se sonrojó. Mierda. Sus mejillas estaban ardiendo.
-Alan… - el soltó una risita haciéndole sentir en su cuello el aire cálido de su respiración.
-Es en serio, Jane – Jane se quedó inmóvil como una roca y no pudo hacer nada para disimular que se había puesto nerviosa. Sentía el rostro de Alan tan cerca de su cuello. – Quiero decirte algo – Agregó él – Pero prométeme que antes de darme una respuesta, incluso si piensas que es una locura, lo pensarás ¿Vale? – Jane giró su rostro confundida y se encontró con la sonrisa de Alan peligrosamente cerca a sus labios. Volvió a voltear y tragó gordo.
-Lo prometo ¿Qué es?
-Vayámonos a los Ángeles
-¿¡Qué!?
Alan dejó escapar una sonrisa silenciosa.
-Sabías que ibas a poner esa cara.
Jane se mordió el labio y rio también, pero… solo pensar en la idea era… Una locura, tal y como él lo había dicho. ¿Cómo podía irse a Los Ángeles con él y dejar todo tirado? Giró su rostro directamente hacía el de Alan y lo miró fijamente intentado adivinar en esos ojos negros si era broma o de verdad le estaba proponiendo semejante cosa. Él no tenía cara de estar jugando lo que definitivamente convertía aquella propuesta en una real.
-Pero…
-Se supone que mañana tengo que salir de la ciudad – le explicó – Me gustaría que me acompañaras, el viaje es con relación a la película de Zayn. Así a medida que tú escribes el guión y lo avanzas, Nosotros podremos buscar de acuerdo a tus escritos, las mejores locaciones para el rodaje. Zayn está empeñado en que se Grave en la ciudad de los Ángeles.
-¿Nosotros? - murmuró - ¿No se supone que ese es el trabajo del director, en este caso, de Zayn?
El pelinegro sonrió de mentiras.
-Se supone, Pero es su primer trabajo, y Necesita un poco de Ayuda.
-Mmmm…
Silencio.
Jane quiso considerar la idea calmadamente dentro en su cabeza, como buscando una buena lógica para aceptar, pero el solo hecho de pensarlo la hacía entrar en pánico. Era una cobarde, debía admitirlo, la idea de irse tan lejos de su hogar no figuraba como un proyecto atractivo. Menos después de su mala primera experiencia cuando viajo a Rusia y resultó robada. Aunque sabía que esta vez era diferente, no… No estaba para nada convencida. Además, ella y él, solos en los Ángeles…. Era raro.
-No lo sé, Alan.
-Piénsatelo un poco Jane. - le pidió. Él ojos negros dio unos pasos para ubicarse frente a Jane. Jane frunció los labios hasta volverlos una línea delgada y le sonrió a ese rostro cálido que la observaba. Él se puso de cuclillas frente a ella, quien estaba sentada en el columpio, y su cabeza quedó a la altura de los hombros de Jane. Apoyó las manos en las piernas de la castaña para mantenerse estabilizado y le volvió a sonreír – Me voy mañana por la tarde – Continuó – Si de aquí a mañana no te has decido, no hay problema, pero eso sí, te llamaré todos los días hasta que regrese.
Jane rió un poco por el sarcasmo en su voz y olvidó por un momento la peligrosa cercanía que disimuladamente él había impuesto entre ellos dos. Era probable que estuviera acostumbrándose a la presión de tenerlo tan cerca, lo que era bueno, pero sabía aún no sabría de qué modo iba actuar cuando el pidiera más… porque estaba segura de que lo haría.
Después de todo ¿Era un hombre, no? Y era novios.
¿Un beso?
¿Sería capaz de hacerlo ahora si él llegaba a pedírselo? La última vez creyó estar tan lista y todo terminó siendo… nada. Respiró y alejó eso de su mente. Lo que importaba era que él estaba allí, con ella, mirándola con esos ojos negros, tan negros como esa noche.
-¿Lo pensarás? – pidió otra vez. - ¿Si? - Ella asintió con la cabeza, segura de que realmente le daría vueltas al asunto. No prometía una respuesta positiva, pero sí que se lo iba a tomar en cuenta.
Ella levantó su mano derecha y la puso a la altura de su cara.
-Definitivamente lo pensaré – le dijo y soltó una sonrisa divertida. Alan sonrió satisfecho al verla, y sin pensarlo si quiera solo actuó. Se levantó un poco de su agache y se le acercó lo suficiente para la que sis labios quedaran a menos de cinco centímetros de distancia. La hizo sentir su respiración en el rostro otra vez. y antes de que ella se lo esperara se levantó de su agache y se acercó aún más a ella. La agarró completamente desprevenida - Ahora que estamos aquí – Le dijo y el corazón de Jane se paralizó. Su Aliento esa noche era de canela. Un olor dulce, incitador - Alan llevó su dedo índice al rostro de Jane y lo puso en su labio inferior recorriéndolo con delicadeza- - ¿Te puedo dar un beso? – Jane tragó gordo, sin saber que responder. ¿Un beso? Otra vez… finalmente cerró los ojos dejándose llevar por el momento y lo decidió. Lo haría, estuviera bien o mal. Esa era su decisión. Sintió a Alan cerca y sonrió. Sabía que besar a un hombre como él no podía ser malo.
-No puedes. - ¿Qué? - Lo siento Alan pero no puedes besarla.
Jane reaccionó de golpe al escuchar la voz que escuchó. Mierda. Su mandíbula casi se desprende de su cara cuando al abrir los ojos, distinguió su silueta justo frente a ellos dos. Tenía los brazos cruzados en el pecho y parecía demasiado serio.
-Mierda – Dijo Alan, molesto y se levantó para mirarlo fastidiado. Era una mierda. Una jodida mierda. Otra vez él. Otra vez interrumpido ¿Por qué tenía que llegar justo cuando… la iba a besar? Justin caminó hacía ellos la expresión tensa y apretó el puño en el camino demostrándole que sin duda estaba a punto de partirle la cara ¿Qué mierda era lo que había visto? ¡Demonios! ¿Cómo era capaz de acercársele tanto a su mujer? - ¿Qué jodidos haces aquí? – espetó Alan, ocultando con su indiferencia, su rabia.
-Se supone que es mi casa ¿Por qué no estaría aquí?
-Justin… - Intervino Jane levantándose del columpio, pero él no la escuchó, solo la miró con cara de “¿Que carajos ibas hacer?” y volvió su vista a Alan, ignorándola por completo. Era un idiota ¿Qué demonios se supone que hacía? y encima ¿Mirarla de ese modo? Que le pasaba?
-¿No sabes que eso de pedirle besos a mujeres Ajenas, simplemente no te queda? - Justin sonrió con sarcasmo y el hielo de sus palabras le pegó directamente a Alan quien lo miró, con la misma actitud. Molesto.
-¡Mierda, Justin! – Volvió a decir ella - ¿Qué estás diciendo? – él la miró fríamente otra vez sin decirle nada y volvió su vista a Alan.
-¿Mujer? – Espetó el pelinegro con sonrisa irónica. Se acercó a Justin con una actitud provocativa y fingió serenidad al hablar – ¿No te lo había dicho antes? No es tu mujer.
Justin rio irónico también.
-¿No me case con ella?
-Eso no dice nada.
-¡Ya basta! – Gritó Jane de nuevo y los miró a ambos molesta. Ellos solo se miraron entre sí. Y aquí era cuando aplicaba el dicho de <<Las miradas son el lenguaje de los mudos>> A ellos no les hacía falta hablar para decirse que era lo que pensaban el uno del otro. Ambos estaban furiosos y sus ojos los delataban.
-Puede que nuestro acuerdo haya sido contrato – agregó Justin, fingiendo serenidad - pero Alan, el matrimonio es real. El padre nos casó y – miró a Jane - Ella es mi mujer.
Mierda. Jane volteó a verlo con cara de asesina.
-¡Párala ya, Justin! – Replicó la castaña mirándolo directamente a él - ¿Qué mierda se supone que haces?
-Párala tú – Replicó él a su vez, sin ocultarle un solo momento lo pendejamente molesto que se encontraba – Y eso quiero preguntarte ¿Qué mierda haces? Deja de jugar al novio y la novia cuando ya tienes a quien atender – Jane rechinó sus dientes. Desgraciado. Maldito egocéntrico ¿Se seguía creyendo rey del mundo?
-¿No crees que esas palabras te quedan demasiado grandes?
-Nos vamos – Le dijo, ignorándola.
-¡No se me da la gana!
-Te dije que nos vamos.
-¡Te dije que no! ¿eres sord… - Justin la agarró de la mano antes de que ella terminara de hablar y la abalanzó hacía él haciéndola avanzar unos cuantos pasos en su dirección.
-¿No me has escuchado? – Murmuró en tono firme, casi exigente - He dicho que nos vamos. – Jane lo miró con los ojos bien abiertos. No comprendía su actitud ¿Por qué de repente… creía que tenía derechos sobre ella?
-¿No has escuchado tu que ella no quiere irse? – Alan agarró el brazo de Justin, el mismo que sostenía la mano de Jane y lo miró demandante – Suéltala – le pidió con voz grave – suéltala mientras estoy siendo amable.
Justin se echó a reír y con el otro brazo apartó la mano que Alan tenía sobre él.