Jane, casi boquiabierta, miró su ancha espalda cruzar las puertas abiertas del elevador y rechinó los dientes molesta ¿Se había atrevido a decirle tal cosa y parecer tan normal? Justin, el… ¿simplemente se alejaba con su sonrisa de “Si, soy lo máximo yo lo sé y tú también lo sabes” en su cara sin darle tiempo de defenderse o de decirle algo? ¿Era tan capaz? Lo dicho. La gente no cambiaba. Tras Justin salió Marie y luego los otros dos chicos, Zack y Mattew a paso lento y despreocupado. Marie….ella también se veía tan normal. La castaña se cruzó de brazos. De nada importaba lo simple y despreocupado que era. Aun y con toda la estupidez que el tonto ese cargaba, su corazón seguía acelerado a un ritmo que la espantaba a causa de él. La gente no cambiaba, ella tampoco lo había hecho.
Zayn, Alan y ella se quedaron atrás luego de que los demás salieran y Justin le dedicó una mirada de reojo antes de salir de su campo visual. Odiaba que él la mirara así. Con esos aires de suficiencia. Y mucho más de que le dijera esas cosas. No tenía duda de que ya había notado el parecido que tenía el guion con ellos, pero ¿Tenía que ser tan estúpido? Aquellas miradas no eran más que eso. Debería… hacer su trabajo y ya.
<<Observa bien como beso a Marie>>
Como si a ella me importara si la besaba o no. Que fuera y la besara como se le diera la gana.
Al fin y al cabo no era su problema. Ella solo estaba allí por trabajo. Nada más.
***
El escenario estaba montado cuando Jane llegó al pequeño set improvisado que Alan había hecho recrear. En “Practica” Marie y Justin estaban parados mirándose fijamente al lado de una fuente de agua color blanco hueso que tenía forma de Ángel. Jane pudo sorprenderse por la fuente. Para ser solo una práctica. Era bastante bonita. La escena consistía en que <<Jasón>>, por rabia y puro impulso, luego de haber discutido con << Annie Ford>> La chica por la que sentía amor desde hacía un tiempo, pero que no le correspondía, besaba a Jamie. La besaba para que <<Annie>> lo viera. Y a cambio son vistos por los paparazis.
Tks – Jane se cruzó de brazos – Justin se veía tan tranquilo mirando a Marie. Y no podía evitar pensar en que esa camisa azul… le sentaba bastante bien. Pensando estupideces. Aun no podía creer que tenía que ver algo como eso. Luego le pareció bastante gracioso. Es decir ¿A quién más podía pasarle algo como eso?
-A La cuenta de tres – Anunció Zayn dirigiéndose con la mirada a Justin y la castaña que tenía en frente. <Oh, miera> pensó Jane mientras Marie asentía preparada y Justin no decía nada. Solo se puso en posición – Uno – empezó Zayn el conteo - dos - Justin buscó con la mirada a Jane y una vez la encontró, de pie al lado de Alan, le sonrió y gesticulo <Mira bien> - Luego Zayn dijo: tres. Y él agarró a Marie por los brazos.
Ambos, Marie y Justin, se miraron un minuto, entonces él la empujó hacía su cuerpo con un movimiento rápido, para luego capturar sus labios y besarla.
Besarla. Los labios del rubio se mesclaron con suavidad y chispa con los de Marie, mostrando a los demás la sincronía y perfecta compenetración que tenían en uno con el otro. La chica sintió dulce los labios de Justin en los suyos, mientras él esperaba que Jane estuviera viéndolo fijamente. Porque iban hablar. De eso, iban hablar.
Asco. Jane se mordió el labio para ocultar que la escena era un asco. Llevaban algunos segundos besándose y no parecían querer detenerse ¿Por qué él no la soltaba? ¿Acaso el beso que ellos se dieron había durado tanto? Y para colmo de los colmos, él muy campante le decía que mirara. No tenía la más mínima pena con el dolor ajeno. ¡Como si le interesara! Eso era lo que más le molestaba. Que él actuara como si a ella le importara. ¡Idiota! Si quería provocarla o hacerla inquietar no lo iba a conseguir, eso no se lo iba a permitir.
Aunque le provocara dolor de estómago terrible tener que admitir que ellos si tenían bastante química.
Esa manera de besarse…
-¡Corten! – La voz de Zayn hizo resonancia en el set improvisado y Justin al instante soltó a Marie.
Ella le sonrió con disimulo, pero él en cambio buscó los ojos de Jane inmediatamente y le sonrió, gesticulando un <<Fue algo como eso, ¿verdad?>> con los labios, sin importarle que Alan estuviera cerca de ella y se diera cuenta. A Jane no le quedó más que voltearle los ojos con antipatía.
<<¿Fue algo como eso, verdad? >> Se mofó en su mente. ¿Por qué tenía la vida que patearle el culo de esa manera?
Recién había apartado su mirada de Justin y cruzado los brazos en su pecho cuando Zayn se le acercó sonriendo con un aura de cala única. Parecía bastante satisfecho, casi feliz. Si tenía que describirlo.
-¿Y qué crees, Jane? – Le preguntó. ¿Seguía sonriendo? Ella no entendía el porqué de su tediosa sonrisa - ¿Verdad que tienen mucha química? – Agregó - Es que Marie…
Jane volteó a verlo con demasiada seriedad para su rostro que siempre se mostraba tranquilo y él se quedó callado. Al verlo, la castaña se preguntó si era que él gozaba diciéndole eso de la química y yo no sé cosa y solo lo hacía a propósito o sí eso era lo que de verdad pensaba sobre Marie y Justin. Después de todo y el Justin eran bastante amigos.
-No está Mal - Dijo entre dientes con voz mecánica y una mirada que por mucho sorprendió a Zayn – Pero podría ser mejor - Y se alejó sin mirarlo. Ella no era para nada antipática, de hecho, siempre había sido amable, pero… aquel comentario de Zayn le había quitado cualquier deseo de mostrarse fresca. Además ¿Cómo es posible ver la “Química” que tienen dos actores solo por cómo se besan? No tenía sentido. O quizás sí, pero ella no se lo veía.
En su mente la imagen de una bebida bien fría prefería ocupar el espacio. Una Coca – Cola bien fría se le antojaba apetecible, aunque no hubiera desayunado aun. A lo mejor una gaseosa helada le haría bajar lo que fuera que se le hubiera subido a la cabeza.
Se dio cuenta de que estaba en camino a buscar una cuando se detuvo en seco y sonrió. ¿Una gaseosa? Más bien ¿Una Coca cola? Otra sonrisa escapó de sus labios. Jane nunca había sido amante de las bebidas negras y menos de la Coca cola pero, entonces ¿Por qué sentía tantas ganas de tomarla? Negó con la cabeza y continuó su camino, le gustara o no, quería una.
-¡Eh, Jane, Espera!
La castaña se quedó a medio paso de la puerta y se giró para verlo. No sabía exactamente en donde tenía la cabeza, pero estaba segura de que en ese momento y en ese ahora no era. Ni siquiera recordaba en qué momento se había alejado de Alan. Tampoco esperaba que fuera tras ella.
-¿Pasó algo? – Le preguntó ella cuando él se le acercó.
-¿A dónde vas?
-Pues… Tengo sed, voy a tomar algo.
-¿Sed? – El pelinegro rio por lo bajo, casi irónico - ¿Tienes sed o te molestó algo más?
¿Eh? Jane frunció el ceño y alzo una ceja ¿En serio?
-No veo que haya podido molestarme
Alan dejó escapar otra sonrisa falsa.
-Pues parece que eres la única que no lo ve, Jane.
Ese juego de palabras ya empezaba a fastidiarla. ¿Por qué simplemente no le hablaba claro? En ese momento Jane sentía como si Alan quisiera decirle muchas cosas, pero no decía ninguna. Como si una barrera se hiciera lugar entre lo que quería decir y lo que decía.
-¿Qué quieres decir? Dime Alan. Sé claro por favor.
-Qué no estoy ciego. Solo eso.
La castaña le apartó los ojos, buscando que decir, pero de nuevo no había nada. Era tercera vez en el día que Alan la dejaba muda. Y no le gustaba no poder decir nada. No poder decir que lo que pensaba era falso porque… sería mentir.
Que mierda.
-Es bueno saberlo, entonces. Quizás… es tiempo de que hablemos claro ¿No?
-Sí. Pero no ahora.
Jane miró al suelo y luego lo vio alejarse de ella. La sensación de mierda, de merecerse lo peor no se le iba de encima. Frunció los labios y miró hacia la puerta otra vez. Ahora… ya tenía la respuesta respecto a lo que debía hacer. Y sabía era lo mejor para ellos dos. Pero en ese momento necesitaba la Coca – Cola. Si, Esa bebida o iba a explotar.
***
La máquina roja, con el logo de la bebida escrito en blanco, estaba en el primer piso cerca del escenario en donde Justin y Marie habían hecho su “Practica”. No era muy grande, Pero parecía tener la suficiente cantidad de bebidas para abastecer la necesidad de las personas que trabajan allí, además de eso, había una maquina igual a esa en cada piso del edificio. Jane estaba de pie frente a ella aun con la moneda en la mano sin atreverse a meterla por la abertura de cobro. Tenía la mente enredada por todo.
Primero: No entendía porque iba a tomar Coca – Cola. No le gustaba.
Segundo: Se sentía jodidamente molesta con La actitud de Justin y con el beso ese que le dio a Marie, aunque solo fuera trabajo.
Tercero: Creía que estaba enferma y no sabía porque. Estaba sintiendo, de repente, varios malestares.
Dejando escapar un respiro metió la moneda en la máquina de refrescos y la lata del líquido gaseoso salió casi al instante. No pensó mucho antes de llevarla a su boca, y sintió filoso el líquido al bajar por su garganta. Pero también sintió alivio, aunque no tenía idea del porqué.
Se reclinó en la pared a un lado de la maquina roja y dejó que su mente volara un momento. Quería ir a un lugar en donde estuviera sola y pudiera volver a gritar al viento sin restricciones. Un lugar en donde pudiera jugar como una niña pequeña, tal cual lo hacía cuando sus padres vivían. Pero contrario a eso se topó con un lugar blanco. Un lugar donde estaba sola, pero solo eso. No podía gritar. Solo estaba ella y un infinito color blanco.
Regresó de su ensoñación y entonces lo supo.
No quería regresar al set.
No quería regresar por puro y físico temor, de Justin claro.
Algo en su cuerpo le gritaba que era una estúpida inmadura. Que seguía siendo una chiquilla que no era capaz de superar una herida. Y ella sabía que lo era, pero En cambio, también había otra parte en si misma que le decía que no era inmadura. Que Simplemente era una mujer. Y por naturaleza, las mujeres buenas, no superaban rápido. Incluso, algunas nunca lo hacían. Solo aprendían a vivir con eso.
Jane apretó el puño y dejó la lata de Coca cola Vacía dentro de un recogedor.
Era tan desesperante. Se dijo. Mucho ¿Quién se creía que era Justin para revolverle la tranquilidad de ese modo? Nadie.
Respiró decidida y se dispuso regresar al set improvisado cuando, una vez más, lo vio en su camino.
Mierda.
Sus ojos estaban brillantes y el rostro, aquel estúpido rostro que le gustaba ver, estaba inexpresivo. O más bien, no parecía tener una expresión en concreto.
Mierda de nuevo. Estaba caminando hacia ella.
La castaña dio media vuelta antes de que él llegara a su punto y apresuró el paso para evitarlo, pero fue imposible dejarlo atrás. Antes de que pudiera evadirlo o por lo menos prevenirlo, Justin la agarró de la mano y la hizo detener al acto, haciéndola girar en su propio eje y dejándola como resultado, de frente hacía él.
-¿A dónde crees que vas, eh? – Le dijo mirándola fijamente. Tan fijo que la perturbó.
Estúpido – pensó mirando la mano del rubio en la suya – déjame ir. La estabilidad de sus piernas se perdió al leve contacto entre su piel y su mundo empezó a dar vueltas otra vez. Se sintió mareada, pero peor. Jane llegó a la conclusión de que era Justin quien le provocaba los mareos. No había otro motivo.
Se soltó de su brazo con brusquedad y lo miró sería. Ocultando su turbación.
-¿Qué quieres ahora? – Él se rio de mentiras.
-¿Y lo preguntas? Quiero hablar contigo, por supuesto.
-Habla.
Justin frunció los labios en una línea fina y se mordió el labio al verla al rostro. Parecía tan indiferente. Como si de verdad no le importara nada, Pero ¿Era cierto o fingía? Su rostro, esos ojos no eran los mismos. No eran los mismos llenos de dolor y odio que él había visto la última vez en el aeropuerto. Los que lo habían hecho sentir como un hijo de puta que no se la merecía. Como si él fuera alguien a quien ella odiaba. El brillo que cargaban ahora era más pacífico y sobre todo, más profundo. Eran más Jane.
-Aquí no, Jane.
-Pues entonces, no hablamos.
-¿Segura?
¿A qué se refería exactamente con <Segura>? – se preguntó - Si ella decía no. Simplemente era eso. Y había dicho no. No respondió a su pregunta casi afirmación. Porque había sonado más a reto que a permiso y se hizo a un lado de él con las finas y claras intenciones de dejarle ver que las cosas eran como ella dispusiera o simplemente no se hacían cuando él volvió a agarrarla del brazo y la detuvo. Otra vez.
-Te dije que vamos hablar ¿No me escuchaste?
Ella rió por lo bajo
-Te escuché porque no estoy sorda. Si quieres hablar hazlo. Si no, me voy.
-Está bien, haz lo que quieras.
Jane se soltó por segunda vez de su brazo y respiró con suficiencia al verse ganadora de ese enfrentamiento. Lo miró a los ojos y sin decir nada más dio un paso para continuar caminado, pero entonces Justin la detuvo una tercera vez, y en esta oportunidad la abalanzó hacía él con fuerza agarrándola por las piernas para luego echársela al hombro con un bulto de plumas que no pesaba nada.
-Te dije que íbamos hablar, Jane – le dijo - y no aquí ¿La tienes?
La castaña ahogó un grito de sorpresa dentro de su cuerpo al verse pillada desprevenida y empezó a patalear como una niña en el aire mientras sentía los fuertes brazos de Justin sujetándola por el trasero y los muslos camino hacia el ascensor.
-¡Estúpido! – Le gritó moviendo las piernas – Bájame. ¿! Dónde crees que me estás tocando, idiota!?
El comentario le saco una sonrisa a Justin.
-No estoy tocando algo que no haya tocado antes, Jane.
No había duda. Era un idiota ¿Cómo decía algo como eso con esa serenidad?
-¡Estúpido!!Que me bajes!
-¿Si te bajo vendrás conmigo?
-No
-Entonces olvídalo.
***
Jane observó, por lo que podía ver colgada en el hombro de Justin, una superficie plana y limpia. Una superficie que estaba al aire libre. Pudo sentir algunos rayos solares en su piel y un viento rozarle el cabello. Después de unos segundos, él la bajó y sus pies pudieron tocar el suelo.
Suelo. Volteó a verlo, incrédula de semejante actitud. Pero el sitio en el que estaban logró llamar más su atención por ese instante. Era la azotea del edificio. Estaba segura. Debido a la hora, el sol era menudo y el viento mañanero erizaba el bello de la nuca de Jane. Ella, quien no sabía si gritar, golpearlo o irse corriendo.
-¿Tú no tienes vergüenza, verdad? -Le dijo enseguida - ¿Por qué sigues haciendo estas cosas?
Justin caminó hacía el borde de la azotea con una sonrisa en los labios y Jane lo siguió. Él estaba ignorando sus reclamos.
-¿No me estás escuchando?
Volteó a verla mientras se apoyaba en una barandilla de acero que actuaba como soporte del borde de la azotea.
-Claro que te escucho – Le respondió - porque no estoy sordo.
Estúpido. Encima, se le robaba las líneas.
-Solo estoy pensando Jane – Le dijo - que es muy triste ¿Sabes? Después de tanto tiempo sin vernos y ¿Ni siquiera eres capaz de saludarme? - frunció los labios - < ¿Cómo estás?> Tampoco a eso fuiste capaz de responder.
Ella se quedó callada. De tantas cosas que pudo haber dicho ¿Por qué decir esas?
-Ven – Le dijo él y le extendió la mano para que ella la tomara – Acércate y mira.
Tan fresco. Él podía cambiar de actitud tan rápido como un rayo caía en una noche de tormenta.
Y ser tan desconcertante como esos días en los que hacía un sol terrible por la mañana y por la tarde caía un lluvia incesante. Él era de ese tipo de persona que no podía ser leído fácilmente. Hacía un momento estaba imperturbable, firme, parecía tan confiado. Y ahora… ella lo veía tan vulnerable. ¿Acaso había pasado algo malo y ella no lo notó? Observó la mano en el aire que él extendió para ella y decidió no aceptarla, pero si se acercó a él, poniéndose de pie a su lado. Observó con Justin la amplia ciudad de los Ángeles que se abría paso ante ellos. Observó Como el sol tenue de las nueve de la mañana pegaba en los techos de los edificios vecinos y se reflejaba tan suave y calmo sobre ellos como un pacífico viento en primavera. Como si no hubiera nada más y nadie más que ellos.
-¿Bonito verdad? - Aludió él sin mirarla y Ella asintió. Justin tenía la vista perdida en el hermoso horizonte que tenían en frente y Jane pudo, en ese instante, observarlo sin miedo a que la pillara. Su perfil era como el de una escultura hecha cuidadosamente a mano por un genio del arte. Estaba fijo y tenso, y sus brazos parecían estar conteniéndose, pero mostraba ternura. Y una dulzura que ella antes nunca habría notado, aun cuando hubiera querido. Sus ojos brillaban tanto como su cabello al sol. Incluso en ese momento se le hacía difícil creer que fuera él quien estuviera allí y que la hubiera llevado prácticamente obligada.
Que fuera el tonto que la había herido.
-Estoy bien – le respondió casi en un murmuro – Muy bien, Gracias por preguntar. Las cosas han ido bien.
Justin giró su cabeza con lentitud y le sonrió. Pero aunque sonreía parecía que le dolía.
-Me alegra, sabes, saber que estás bien.
-Y tú… - Preguntó ella - ¿Cómo estás?
-Yo… - hizo una pausa - Yo estoy mal. Muy mal, gracias por preguntar. Esto… se siente cada vez peor.
-Justin…
Él se giró completamente hacía ella mirándola con firmeza, pero al mismo, su mirada le dejaba ver a Jane más claramente aquella vulnerabilidad que había visto antes. Y no sabía si él quería que ella lo notara o estaba luchando contra aquel sentimiento para ocultarlo de sus ojos. Justin tenía los ojos muy abiertos, parecía casi un niño y con esa misma delicadeza que un niño tendría llevó las manos hasta sus mejillas y las acarició, justo como lo había hecho antes.
-¿Crees que he podido estar bien sin ti? Si lo crees, estás equivocada.
La estabilidad en las piernas de Jane empezó a fallarle y sus manos empezaron a temblar al ritmo en que su corazón de aceleraba. Estaba perdiendo el control otra vez y no parecía poder ocultarlo. No cuando él le había dicho eso. No cuando él bajaba una de sus manos y la dejaba en sus labios.
-¿Eres feliz, Jane?
-¿Me trajiste aquí para hablar de esto?
Jane intentó apartarse de su cercanía moviendo el rostro, pero él no se lo permitió. A cambio se le acercó mucho más. Dejando sus labios cerca. Peligrosamente cerca.
-No me respondas con otra pregunta - aludió - ¿Quieres?
-No tendría motivos para no ser feliz.
Claro – se dijo Justin - ¿Por qué no iba a serlo?
-¿Y…- Empezó otra vez - Me has olvidado?
Cientos de litros de agua fría cayeron encima de ella. Y abrió bien los ojos antes de atreverse a verlo.
¿Olvidarlo…? ¿Eso era posible con lo cerrada que tenía la cabeza al futuro?
-Sí – Respondió - te olvidé.
-Mientes. Como siempre. Yo sé que no me has olvidado.
Jane se apartó con un movimiento rápido al escucharle la voz de firmeza con la que había hablado y se sintió irritada. Él siempre pretendía querer saber lo que ella estaba sintiendo. No era justo. No era justo porque ella no podía ver así a través de él.
-¿Miento porque no te gusta esa respuesta? - Justin tensó la mandíbula – Tu siempre crees que puedes hacer lo que quieres Justin, y vienes aquí, me ves, y crees que te pertenezco y no es así. Dices que has estado mal sin mí, que sí creo lo contrario me equivoco, pero dime ¿No te has enredado con yo no sé cuántas mujeres desde que me fui? Por más chismes que sean, las fotos no mienten y yo te vi con esa mujer. No te vi “Mal” te vi bien. ¿No crees que el que miente eres tú? ¿Qué pretendes buscándome, eh?
Los ojos de Justin la atravesaron y el silencio frio que vino después de eso, casi la hace salir huyendo. Pero lo único frio que había a su alrededor era ese silencio. Él la miraba de una forma tan cálida, que por un momento la hizo dudar. Si él decía una cosa, pero sus actos otras, y la confundía ¿Qué podía hacer con él?
-Que pretendo… - Murmuró Justin - Recuperarte. Jane. No sabes cuánto deseo que estés a mi lado de nuevo. – Ella levantó la vista hacía él con los ojos bien abiertos, sorprendida. Él Justin que conocía, no hubiera sido capaz de decirle eso. - Y si, es verdad. – Prosiguió - Me enredé con otras mujeres, Jane, Con muchas ¿Sabes? Hice algo como eso que no era propio de mí. Me dejé enredar, me dejé perder en lo que ellas pudieran brindarme en una noche y ya. Lo hice y lo único que conseguía al terminar era sentirme más solo que nunca. Más vació. Más vacío de ti y de tu presencia que me daba tranquilidad. Los pensamientos me martirizaban, porque no podía dejar de pensar en que posiblemente tú podrías haber estado haciendo con Alan lo mismo que yo con esas mujeres. No sabes lo desesperante que es sentirte de otro hombre. Lo único que quería era sacarte de mi interior, Jane. De mi piel, de mi cabeza. Pero no lo conseguí, nunca lo pude hacer, porque seguía pensando en ti, sigo pensando en ti, incluso cuando recibía un beso, te imaginaba a ti, besándome. Tocándome. Esa es la verdad. Te amo. Como nunca amé a nadie Jane. Y no sabes cómo me mata saber que te he perdido. Como me mata haberte encontrando Justo cuando me dije que te dejaría ser feliz y haría lo posible por dejarte atrás. Odio que Alan te lleve de la mano por ahí. Y odio que me mientas. Porque yo sé que no me has olvidado. Me cabrea que no te atrevas a decírmelo.
La castaña pocas veces era de las que se quedaba muda cuando se trataba de él. Siempre tenía algo que decirle, algo que pelearle, algo que reprocharle. Pero en ese momento, no había nada que pudiera tener respuesta a lo que él le había dicho. Ni un reproche. Ni una palabra. Lo único que tenía en la cabeza era el recuerdo de su adiós, de su corazón roto y del amor. De ese amor que sentía por él y estaba asfixiándola. Se quedó mirándolo fijamente con los cristalizados y la voluntad la reprimía con fuerza. No se atrevía a esbozar una palabra.
Él estaba allí y podía sentirlo tan cerca de su corazón. Como si él le hubiera permitido ver más allá de lo que ella hubiera podido. Que sentía que el pecho se le iba a explotar. No sabía porque tampoco, pero los ojos le picaban, como señal de que una lagrima quería salir.
-Me voy, Justin - Fue lo que pudo decir – Nos deben estar esperando. No es momento de estar aquí.
-¿Prefieres huir? – Él agarró su mano - Siempre eres así, Jane. Huyes. No lo hagas. Dime que no me has olvidado. Dímelo y nos vamos. Lo prometo.
-No puedo decirte eso.
-¿Por qué no es verdad?
<Porque en este momento no es correcto> pensó ella mientras él cerraba el puño y lo llevó a su boca - ¡Por favor – espetó - escribiste un guion con nuestra historia! Todo es tal cual fuimos nosotros. Tú y yo ¿Puedes decirme que no sientes nada, ni un poquito por mí, después de eso? No, Jane, tú no sabes mentir. Aun cuando tú lo dices, lo que haces te delata.
Jane bajó la mirada.
-Yo lo que necesito es que me mires a la cara. – Agregó - Dime.
-¿Por qué crees que es tan Fácil, Justin? - le espetó ella - Tú no sabes nada. Déjame.
-¿Dejarte? - Justin dio una zancada y volvió a posicionarse cerca de ella. - No, Jane – Le dijo - yo no puedo dejarte ir ahora que te he encontrado de nuevo. Ni por un pienso voy hacerlo. Lo hice una vez y casi me vuelvo loco.
-Justin…
La voz de Jane sonó quebrada. Débil. Sentía un nudo en el pecho que amenazaba con hacerla llorar y ni siquiera ella podía explicarlo. Lo que sentía superaba cualquier cosa. No sabía si estaba feliz o se sentía terrible.
-Jane, escucha – Justin le levantó el rostro con quedo dándose cuenta así de los ojos apunto de derramarse en lágrimas de Jane y se sintió horrorizado - No, no, Jane – Dejó escapar bajito – Yo no vine hacerte llorar. No. ¿Es que no puedo hacer nada bien? Yo… Te amo. Por Dios, te amo.
-Entonces…- Dijo ella - Déjame ir ahora. Por favor.
Justin sintió que el corazón se le detuvo.
-¿Realmente, Jane, eso es lo que quieres?
Se quedó callada. No quería. No quería apartarse de su lado jamás. Pero no estaba bien en ese momento. No podía mentirle. No podía, ni quería decirle que eso era lo que quería porque no era cierto. Pero sabía que tampoco estaba bien dejárselo saber. ¿Por qué le mentir? No lo había olvidado. No podía y lo amaba. También lo amaba. Y nunca antes había sentido ese alivio al reconocerlo.
-¿Sabes que era lo que más deseaba hacer cuando te viera de nuevo? - Preguntó él bajito cuando ella no respondió. Jane negó con la cabeza.
-Esto… - dijo y sosteniéndole el rostro, la besó.