¡¿Por qué? ¿Por qué? ¡Era un estúpido atrevido! La había besado sin por lo menos pedírselo.
Frunció el seño. Ahora se sentía encolerizada. Además de haberla besado, prácticamente la condeno a estar a su lado por quien sabe cuántos días ¿Luna de miel? Que frase más tonta.
El viento le rosaba el cabello mientras ella sostenía una bebida en sus manos. No se había dignado a mirar a Justin, el por el contrario no le quito la mirada de encima ¿podía ser más cínica? A parte de que casi lo deja plantado ¿ignorarlo de este modo? No podía ser más inllevable...
… no, Jane no podía conciliar a nadie más complicado que su nuevo marido. Aparte de todo, el muy idiota, había tenido la ocurrencia de llevarla en una clase Yate hacia algún lugar del cual ella no tenía el más mínimo conocimiento.
¿ se arriesgaría Justin a que ella intentara algo Loco otra vez? No, no lo haría, no dejaría que como horas atrás, intentara fugarse. “No podría escapar si estamos en medio del océano...” - una malévola sonrisa cruzó el rostro de Justin, aunque fue del placer puro que le causaba el saber que otra vez, se había salido con la suya.
Jane se encontraba aturdida en la popa del barco, viendo el agua chocar con la elice. Lo único que quería, era salir de aquel barco del demonio y ocultarse bajo una roca, con suerte encontraría a alguien tan amigable como patricio estrella para compartirla. ¡Jane! ¡Calla! - se grito ella misma dentro de su cabeza.
Justin caminó solo Por la lateral izquierda del yate y vio la figura de Jane mirar hacia el mar. Esta chica...- pensó el castaño. - Aun tiene mucho que explicarme ¿Escaparse así? ¿Sin decir nada? ¡Quien se cree que es! ¡Debería de agradecer! ¡Corre con la suerte de que no la haya asesinado en un intento descabellado por callarle su atolondrada boca! - Justin la miró desde lejos, tan pacifica y tranquila, todo lo contrario a sus múltiples facetas, o sus arranques de enojos día tras día. ¿Cómo es que llegué al altar con una desordenada, sucia, irresponsable y maleducada como Jane? - se preguntaba mientras se estrujaba los sesos en busca de alguna clase de respuesta.- ¡Hey! ¡Tú! – le gritó sin dar un solo paso. Ella dio un respingo pero ni se inmutó a voltear ¿Lo merecía? Claro, la tenia prácticamente atrapada en ese estúpido yate. Justin sintió como si hubieran encendido su mecha, odiaba que lo ignorara, en cualquier momento explotaría enojado... Jane siempre tenía esa clase de efectos en el. - Creo que tienes algo que explicarme. - caminó vacilante hacia su “recién casada” y Se detuvo a un metro y medio de distancia de su espalda. - ¿Qué no piensas decirme nada?
- ¡¿Yo?! ¿Explicarte!? No me hagas reír! - exclamó ella con ironía - ¡Tú eres quien me atrapo sin por lo menos pedírmelo, trayéndome aquí – extendió sus brazos ofuscada - a mitad de la nada! ¿No deberías por lo menos estar avergonzado? - rodeó a Justin, evitando cualquier tipo de contacto piel con piel. Él le dio la espalda a la Popa, viendo a Jane. - Más ridiculez, imposible.
- No hubiera sido necesario si no te hubieras escapado en la mañana. - contestó el, frio y sereno, actitud que provocaba que Ella perdiera los estribos. ¡¿Que este chico no tiene la más mínima sensibilidad por el ambiente?! ¡¿No siente las malas vibras?! - se preguntaba cuestionándolo.
- ¡Ja! ¡JAJAJAJA! ¡Quiero verte escapar ahora! - cínico, Justin dio un paso hacia ella, acortando la distancia. - ! vamos! ¡Escapa ahora! - Un par de risotadas se escuchaban en el eco de la noche, tan serena. Que ironía, no, Esa era su primera noche como Marido o Mujer, su Luna de Miel. O más bien, Luna de Hiel. - se dijo Jane desanimada, pensando en los próximos seis meses que se extendían frente a ella.
- Eres un inmaduro ¿Lo sabias no?... - La sangre de Justin comenzó a hervir dentro de su cuerpo, claro, el no le tendría paciencia a la chica, menos después de todo las drásticas emociones que le había hecho pasar desde que despertó por la mañana. - Tan infantil. - le recriminó ella.
- ¿Infantil entonces? ¿Así es como catalogas a tu marido?
- Falso. Marido Falso, recuérdalo. - Dijo Jane a regañadientes. - Y sí, porque mi marido es un inmaduro infantil que tuvo que inventar un matrimonio para poder evitar a los paparazis. Y me obliga a estar aquí... Si eso no es ser infantil, no sé que lo sea.