Jane no sabía que exactamente hacer cuando del otro lado de la línea, cuando el teléfono timbraba. Sus manos estaban temblando y estaba segura de que los nervios se notarían en su voz cuando alguna palabra saliera de su boca. Eso no era lo que quería, Pero no había tenido otra opción.
¿Alguna vez pensó en que una decisión bien tomada se revertiría en su contra? Se había jurado no llamarlo de nuevo ¿Cómo es que el destino seguía empeñado en llevarla hacía él? ¿Cómo es que lo hacía provocado por una situación tan… extrañamente triste?
La castaña no podía evitar sentir el corazón apresado por un sentimiento de preocupación cada vez que recordaba las palabras de Pattie al llamarla por teléfono. Ahora tenía los ojos aguados y en su cara probablemente se notaba el sentimiento acumulado que la socorría.
Pero esta vez Justin no tenía nada que ver con eso.
Su respiración se detuvo cuando él contesto el celular y al igual que su corazón dejó de latir en el pecho.
¿Cómo le diría?
-¿Jane…? - Lo escuchó decir. Justin del otro lado de la línea mencionó su nombre sin poder ocultar la maldita expresión de sorpresa en cada una de las facciones de su cara. Incluso había sonreído al hablar y se notó mucho más relajado de lo que había estado en las últimas horas. Lo que no estaba bien. Su voz lo tranquilizaba enormemente. Su voz. Mierda. – Hola – finalizo. Alice volteó la mirada hacia él apenas escuchó el nombre de Jane y se mordió el labio. Jane. Parecía ser que últimamente en su vida, en la vida de los hombres que le interesaban, siempre estaba ella. ¿Acaso era un castigo?
-Justin, hola – Respondió la castaña con tono indiferente, ignorando aquel estúpido sentimiento de felicidad que sintió al escucharlo hablar. No hubiera querido sonar tan fría como lo hizo pero sin darse cuenta, ese era ahora el único tono que podía utilizar con él. Se sentía protegida fingiendo que él le importaba muy poco.
Era tan patético comportarse de ese modo.
-¿Cómo estás? – Le preguntó él - Yo estoy, bueno, que me llames me…
-Escucha… – le interrumpió en seco y lo dejó con un “Me tranquiliza” a medio decir en los labios – Yo… ha pasado algo, te estoy llamando porque tienes que venir al hospital, Ahora mismo.
¿Hospital? ¿Ahora mismo? Justin tardo un segundo en asimilar sus palabras y una chispa dentro de si se disparó al acto.
-¿Te volviste a poner mal? - soltó agitado - ¿Qué es lo que tienes?
Jane se quedó en silencio pensando.
-No soy yo Justin – Murmuró después de un momento y con un nudo en la garganta agregó – Es la abuela.
-¿La abuela?
-Al parecer ha tenido un infarto y… está en coma.
La cara de Justin empalideció y dejó caer el teléfono al suelo, impávido.
No podía ser verdad
-¿Ha pasado algo? – Escuchó decir a Alice – te has puesto mal de repente ¿Que te ha dicho Jane?
Él levantó la mirada y tragó gordo. Cuando era niño, una vez escucho de su abuela que cada acción cometida en alguna época de nuestras vidas, fueran buenas o malas, tendrían en algún momento su recompensa. No quería pensar que la vida se iba a cobrar con la vida de ella ese egoísmo que había nacido dentro de él por no dejar el orgullo a un lado y alejarse de su familia.
No podía comprender tampoco como era que de repente, todo lo que parecía estar bien, estaba mal.
¿Por qué todo se complicaba? ¿Por qué su abuela había tenido que sufrir un infarto?
Se sentía terriblemente mal.
-Tengo que irme, Alice – le contesto - lo siento.
-¿Qué pasó?
-Es mi abuela, ella... te llamaré luego.
***
Las enormes paredes blancas y el penetrante olor a medicamentos que rodeaba el hospital hacían a Jane recordar el día en que había tenido el accidente con sus padres. Se veía a si misma prácticamente ilesa en una camilla de urgencias mientras envueltos en sangre y completamente inconscientes su padre y su madre era llevados a otro lado en el hospital. Nunca pudo olvidar el pánico que la sobrecogió en ese momento, aquella sensación de estar atadas de pies y manos mientras esperaba acostada en una camilla noticias. Noticias que no llegaban por más que preguntaba a los doctores, noticias que cuando llegaron hubiera sido mejor nunca recibirlas.
¿Quién podía adivinar que un simple picnic familiar terminaría en tragedia por culpa de un conductor borracho?
Nadie imagina su muerte cuando se va de paseo.
También es verdad que nadie olvida la voz y la expresión de la persona que se encarga de decirte la verdad. En su mente estaba plasmada la imagen del médico que la recibió y le habló de la situación respecto a sus parientes. Aquel hombre que debía tener algunos 39 años.
Su madre no pudo con la cirugía de cerebro que le habían practicado y murió en medio de ella, mientras que su padre, aquel hombre protector y seguro, al parecer había muerto 10 minutos después de ingresar al hospital. Muertos.
Aun tantos años después, pensar en eso le dolía como el primer día.
Siempre se preguntaba cómo carajos había sobrevivido a aquel accidente ¿Cómo fue que sobrevivió con solo algunos rasguños y moretones?
El olor a medicinas que se metió por su nariz otra vez la trajo al presente. Al hospital. Estaba sentada en un sofá acolchado color azul pálido en la sala de espera del segundo piso del hospital. La abuela estaba en un piso más arriba en la unidad de cuidados intensivos.
Si, estaba en el hospital. Había corrido hasta allí en cuanto pudo.
Y es que cuando la madre de Justin la llamó con aquel tono de necesidad, de “No puedo manejar esto sola” no pudo quedarse en cada, ya que de alguna u otra manera, se recordó a sí misma aquel día de marzo cuando sentada en una camilla de urgencia completamente sola rodeada por el blanco enfermizo de las paredes, el médico le dijo que sus padres habían muerto.
Afortunadamente, la abuela aún respiraba.
La mujer de cabello rojo, que había al baño un momento, regresó acompañada de Jeremy, el hombre de mirada cálida que era el padre de Justin. Se notaba a simple vista que Pattie había estado llorando. Sin saber el por qué se sentía mal ella también.
Soltó un suspiro y entrecruzó sus dedos. No sentía como si fueran a darle buenas noticias.
-¿Ha… pasado algo? – preguntó con un hilo de voz, preocupada. Pattie no dijo nada. a Jane eso le dijo mucho.
-Ha empeorado – Le contestó Jeremy – hace un momento ha convulsionado y su presión cardiaca ha decaído. ¿Has llamado a Justin ya?
-Sí – aludió ella desganada - seguramente llegara pronto…
-Y pronto es ahora – Su voz hizo resonancia en la sala tomándolos desprevenidos a todos, en especial a Jane y a Jeremy – Ya estoy aquí - Justin miró a su padre con ojos fríos, como siempre, y esté, como si fuera una mala e irrevocable costumbre, lo miró igual.
Luego sus ojos mieles se fijaron en su madre, quien se abalanzó hacía él en cuanto pudo, rodeándolo con sus brazos y mojando su hombro con algunas lágrimas. Justin pasó las manos por la espalda de su madre también y aquel frágil corazón se desbocó al contacto del decaído estado de animo de Pattie, mientras con los ojos perdidos en el cabello de su madre miraba a Jane sostenida de pie a un lado del gran sofá azul pálido.
Sus manos estaban entrecruzadas.
-¿Se pondrá bien? – preguntó él. Pattie se alejó un poco de él.
-Aún no sabemos - respondió ella – tu padre nos acaba de decir que ha empeorado.
-Ya veo.
Justin miró a Jeremy. Aquella mirada firme e inquebrantable parecía haberse ido de momento y él hombre fuerte parecía débil lo que no era un buen indicio y Justin lo sabía.
-Pattie ha estado aquí desde temprano, Justin – intervino Jeremy mirándolo fijo – Tal vez deberías llevarla a la casa para que descanse un poco. – Pattie soltó a Justin por completo y miró a su esposo casi molesta.
-Ya te he dicho que no me iré – Reprochó - ¿Por qué sigues insistiendo? Te lo dije no dejaré a la abuela sola.
-Yo estaré aquí, señora – La interrumpió Jane, sin saber porque carajos su boca había dejado escapar esas palabras. Captó la atención de todos, especialmente la de Justin – No se preocupe – continuó - aunque la abuela no me quiera mucho, sé que se alegrara si sabe que de todas maneras, esta nuera mal educada se quedó a cuidarla. No la voy a dejar ¿Vale?
Pattie la miró con agradecimiento y dio un paso hacia ella para abrazarla también.
-La verdad es que le agradas mucho – le dijo al oído – Una prueba de eso es que te busco su propia manera de llamarte “Chica pollo” ¿Recuerdas?
Jane sonrió para si misma mentalmente. “Chica pollo” Ya se había olvidado de eso.
-Solo descanse – le pidió a Pattie. La mujer de cabello rojo se separó de ella y le sostuvo de las manos – estaré aquí, puede irse tranquila.
-A mí también me agrada que seas la esposa de Justin – Definitivamente esa frase ella no se la esperaba. Jane arrugo el entrecejo medio confundida y bajo la mirada mientras Justin sorprendido de igual manera, buscó la reacción de la castaña ¿Cómo es que su madre había dicho eso? – Es confortante tenerte al lado de mi hijo como su esposa – agregó Pattie - y al mío como un apoyo, Jane…
Ella se quedó callada.
-Yo…- Aludió, pero no sabía que decir ¿Qué debía decirle a esa mujer que se había portado tan amable con ella? - Gracias… - Dijo por fin. Pattie la abrazó una vez más y ahora sin oponerse decidió dejar que Justin la llevara a su casa. Pattie caminó hacía la salida de la segunda planta y Justin fue tras ella, con la diferencia de que se detuvo justo cuando pasó por el lado de Jane y la miro directamente a los ojos para luego sin decir nada seguir el camino hacia la salida, detrás de su madre.
Su corazón dio un vuelco cuando él la miró de ese modo, no expresaba nada. Nada. Nada de nada.
Jane se quedó acompañada de Jeremy en cuanto ellos se fueron y se volvió a sentar en sillón. La sensación que la estaba bordeando en ese momento denotaba entre la alegría y la tristeza y parecía apoderarse de su piel. Era extraño.
Detestaba la idea de sentir esa felicidad interna que provenía del abrazó repentino y sincero que había recibido por parte de la madre de Justin. Detestaba sentirse como si de verdad fuera parte de una familia después de que ya había perdido la suya, ya que sabía que dentro de unos meses aquella familia ficticia se alejaría y ella volvería quedarse sola. Iba a extrañarlos y no quería sentir ese vacío.
La idea de que la abuela y Pattie la apreciaban la hacía sentirse bien. La cosa era que ni siquiera tenía una explicación lógica para eso.
***
Jane estaba sentada en el sillón con los brazos rodeando sus rodillas. Había pasado casi hora y media desde que Pattie se había ido a casa y empezaba a sentir la soledad del hospital. Ya eran pocas las personas que quedaban a su alrededor y estaba segura que dentro de unos minutos más quedarían menos. No podía parar de creer que los hospitales eran lugares muy tristes.
Solo veía a Jeremy ir y venir de un lado para otro, brindándole miradas fugaces y cálidas cada vez que pasaba cerca de ella.
Él no había regresado.
Probablemente no lo hiciera.
Pero si lo esperaba.
Quizás porque esto le relacionaba más a él que a ella. Quizás porque quería saber cómo estaba su suegra falsa que pronto dejaría de serlo. O simplemente porque sí.
Era tonto pensar eso ya que podía apostar que cuando lo viera otra vez no se animaría a decirle ninguna palabra, lo había comprobado antes, cuando llegó al hospital y llevó a Pattie, aunque lo miró, aunque lo tuvo cerca, de su boca no salió nada y realmente, ella no había pensado en articular una palabra para decir algo.
Bostezó mirando el reloj y luego hacía la entrada de la sala de espera del segundo piso. Aquella abertura rectangular y ancha ubicada por la izquierda. Eran las nueve y media de la noche y el silencio allí era de miedo, era como el presagio de cosas malas venideras, solo escuchaba el crujir de su estómago lo que peor, le recordaba que había olvidado comer y que tenía muchísima hambre.
¿Cómo podía olvidar algo como eso?
Miró una vez a la entrada de la sala resignándose a que él no llegaría y cerró los ojos escondiendo su cara entre sus rodillas sostenidas por sus brazos sobre el sillón azul pálido.
No supo cuánto tiempo pasó solo que escuchó su voz.
-¿Dormida, Jane? – levantó la cabeza y sintió sus dedos fríos sobre su cabeza. Creyó estar soñándolo y se frotó los ojos para aclararse su vista. Pero no parecía un sueño. Justin estaba allí con un abrigo negro que le llegaba hasta la mitad de la pierna y una bolsa blanca en las manos. Suspiró.
-¿Cómo esta Pattie? – preguntó en voz baja aclarándose la voz. Lo escuchó suspirar y luego lo vio sentarse a su lado.
Seguía confundida ¿Segura no estaba soñando? Él parecía muy tranquilo.
-¿Has comido? – Ignoró su pregunta.
-¿Y la abuela? – lo ignoró ella también
-Aún sigue igual – Jane se despertó completamente y estiró las rodillas. Sintió un calambre al hacerlo ya que por tenerlas tanto tiempo recogidas habían empezado a dolerle ¿Por cuánto tiempo había estado dormida? Solo sintió que cerró sus ojos cinco minutos.
Justin parecía algo callado. Se recordó entonces porque era que estaban allí.
-Se pondrá mejor – Intentó animarlo mirándolo de reojo – Solo espera y verás.
-Traje comida – le dijo él enseñándole la bolsa blanca que había visto antes, parecía querer ocultar lo que sentía y demostrar que lo que pasaba no le afectaba mucho, pero ella podía ver que no era así, algo en su corazón se lo decía, simplemente lo sentía – pensé en que seguramente no te moverías de aquí tal y como le dijiste a mi madre y que estarías hambrienta – Jane ahogó una sonrisa luego lo miró seria. Era verdad.
-No tengo hambre – Le dijo. Pero su estómago crujió dándole a entender Justin todo lo contrario. Justin abrió la bolsa blanca y sacó de allí un porta comida con ensalada y espaguetis a la boloñesa. Ella se quedó admirada por semejante comida. Se hubiera conformado con una hamburguesa, pero él tenía que exagerarlo. Justin medio le sonrió – te dije que no tengo hambre – volvió a decir con más firmeza pero Justin la ignoró y sin decirle nada puso el portacomida en sus piernas acompañado de una cuchara.
-Mi madre lo hizo para ti – Agregó - comételo – Jane bajó la mirada vencida y vio el espaguetis. Estaba ubicado en el espacio más grande del porta comidas, y en una pequeña subdivisión del mismo, estaba la ensalada.
-No creo que pueda comer en este lugar. – murmuró.
-Si puedes, anda.
Jane agarró la cuchara y accedió a comer. Más por hambre que por hacerle caso. Estúpido. Estúpido.
Llevó el primer bocado a su boca y sintió el alivio en su estómago cuando obtuvo comida. Nunca antes había sentido unos espaguetis tan deliciosos. Quizás era el hambre o de verdad estaban muy buenos. Volteó a ver a Justin después de tragar y se mordió el labio. Ahora que lo pensaba, no había sido tan difícil empezar una conversación con él después de todo.
-¿Hace cuánto estoy dormida? – le preguntó.
-No lo sé – respondió él – Ya lo estabas cuando regresé.
-Ya veo.
Jane jugueteó con la secunda cucharada en el porta comida cual el habló de nuevo.
-Mi padre ha dicho que la abuela podría morir, no se siente bien estar esperando que algo así pase.
Su serenidad al hablar la espantó de verdad, pero luego notó en sus ojos que de esta forma él intentaba ocultarle la manera en la que se estaba sintiendo realmente. Se preguntaba porque él era así. A veces lo único que se necesitaba para no sentir un peso gigante en los hombros era dejar salir todo nuestros sentimientos de forma natural. Sin retenerlos ¿Por qué a él le costaba tanto hacerlo?
-Ella es una mujer fuerte – aludió - seguro puede con esto.
Él sonrió falsamente, como diciéndole con esa expresión lo poco que confiaba en sus palabras.
-Cuando mi hermanita menor ingresó a cuidados intensivos por el cáncer también pensé que era fuerte – Justin escondió sus ojos de Jane y tragó gordo al sentir un nudo creciendo desde la boca de su estómago hasta su garganta – estar aquí, así, me hace sentir de la misma manera…
-No te dejes llevar por el pasado – le interrumpió ella – No es lo mismo, y la abuela no va a morirse, tengo fe en eso.
-¡Tú que sabes! - Replicó él y la miró medio molesto. No le gustaba que Jane quisiera abrirle camino en su mente a una pequeña grieta de esperanza porque después el golpe iba a ser peor. Después iba a dolerle más. Prefería dar a su abuela por muerta y sorprenderse si se recuperaba que sufrir por verla morir. – ¡No sabes lo difícil que es!
Jane frunció el entrecejo.
-¿Tu prefieres perder la esperanza y condenarla a tu abuela a morir cuando aún tiene oportunidad? Justin, eso no está bien.
El rubio enarcó los ojos y se cruzó de brazos.
-¿Alguna vez has estado esperando en un hospital por noticias de alguien cercano? – el sarcasmo en su voz era notorio, Jane bajó la mirada luchando contra el recuerdo de la muerte de sus padres, el cual había estado rondando por su cabeza todo ese día y lo encaró con los encharcados. - ¡¿Que sabes tú de esto?!
-La verdad es que sí sé – dijo casi inaudible – He estado esperando sola en un hospital por noticias.
Justin se quedó callado y se maldijo por dentro al recordarlo.
-¿Tus padres, verdad? – Ella asintió en silencio
– el día en que murieron estaba sola en el hospital. – él se sintió mierda.
La miró avergonzado.
-Soy un completo estúpido, Jane, todo lo hago mal, yo… disculpa.
-Tienes razón - recriminó ella - todo lo haces mal – él volteó a verla – y no te disculpo, pero por hoy, lo dejaré pasar. Solo deja de pensar de ese modo tan negativo, La abuela estará bien ¿Vale?
Justin le dio una sonrisa silenciosa llena de esperanza y por primera vez en mucho tiempo pudo tener fe. Una fe que había perdido después de la muerte de su hermana Avalanna.
-Gracias, Jane – susurró él – por estar aquí ahora, conmigo - ella frunció los labios.
-Tampoco me digas esas cosas.
-Oye… - Dijo él, queriendo agregar “No seas tan dura conmigo” pero ella lo interrumpió.
-Tú sabes que es lo mejor para poder llevar esto, sea lo que sea, de la mejor forma en que podamos Justin.
-¿Crees que no hablarnos es la mejor manera de solucionar la situación?
-¿Tú no? – Él No dijo nada - Es lógica, ya viste que si estamos cerca pueden pasar cosas de las que te puedes arrepentir luego.
-Entiendo que pienses que me he arrepentido de que hayan pasado cosas entre los dos porque yo me lo he buscado, pero ¿No es ir muy lejos? Yo… yo no quiero que estemos sin hablarnos, Jane, después de todo estamos fingiendo un matrimonio ¿No? No es lo mejor parecer extraños y a mi madre le caes muy bien, no quiero que piense que algo va mal entre los dos.
-No hay un “Los dos” Justin – intervino ella – y tu madre, tu padre y tu abuela, será lo único que extrañe de todo esto cuando nos divorciemos - la palabra la escupió de sus labios como una amarga bebida y fue duro escucharlas en el aire. Justin se quedó callado reflexionando sus palabras “Será lo único que extrañe” – A mí también me agradan mucho y me hacen sentir bien, En cuanto a lo otro de parecer extraños, ya hemos fingido antes, si es necesario lo haré otra vez.
Justin guardó silencio, sorprendido de verla actuar así mientras ella volvía a concentrarse en el plato de espaguetis que tenía en sus piernas. Estaba evitando verlo ya que por más que quisiera ocultarlo seguía afectándole mucho. Se metió una cuchara de espaguetis tras otras en la boca sintiendo la mirada de Justin sobre ella. no le importaba que la viera comer así.
-Te traeré agua – dijo él - parece que vas a necesitarla si sigues comiendo de esa manera - se levantó de la silla y la dejó sola un momento. El tiempo necesario para que ella pudiera estabilizar su mente y controlarse. Sobre todo esto último, controlarse.
Él volvió después de dos minutos con un botellón de agua y se la dio en las manos.
-Ten - Jane abrió el botellón y se lo tomo casi todo en menos de tres minutos, luego dejó de lado el portacomida y el botellón de agua vacío.
Estaba satisfecha. Y Justin estaba sentado a su lado. De nuevo.
-Tengo que agradecerle a Pattie por la comida cuando la vea. – comentó para alivianar la vibra, pero él seguía callado.
La castaña se preguntaba si estaría molesto por algo.
¿Lo estaba?
Lo estaba. No sabía porque pero no le gustaba que ella estuviera tan esquiva, tan lejana. Aún quería sentirla cerca y dejarla ir estaba volviéndose más difícil de lo que pensó.
Miró el reloj. 11 de la noche.
-¿No vas a ir a casa? – Le preguntó – debes estar cansada.
-No – respondió ella al tiro - dije que me quedaría aquí y pienso hacerlo, además no tengo ganas de estar sola en casa.
-¿Entonces prefieres estar allá cuando yo estoy?
-No he dicho eso.
-Deberías ir – insistió - yo me quedaré.
-Te dije no. Fin
-¿Por qué eres tan terca?
-Y tú ¿Por qué eres tan preguntón?
Ambos se retaron con la mirada y luego se apartaron la vista, colocándose serios.
-No soy terca – replicó ella refunfuñando.
-Y yo no soy preguntón.
Pasó media hora más,
Y luego otro media
Y Los ojos de Jane estaban pesados. Sueño ¡Otra vez sueño! ¿Cómo es que se había vuelto tan dormilona?
Justin seguía a su lado, erguido y sin moverse. No pensaba dejarla tranquila en verdad.
-Duérmete – Le dijo Justin. Ella volteó a verlo de inmediato frunciendo el ceño. ¿Qué le había dicho qué? – No me mires así, sé que tienes sueño. – Jane se cruzó de brazos pensando seriamente si era que acaso había adquirido habilidades mentales ¿Por qué adivinaba cada cosa? Primero lo de la comida y ahora esto.
No creía que fuera tan obvia como para que el notara sus ojos pequeños, además tampoco era que él la mirara mucho.
-¿Por qué no te sientas en otro lado si no me quieres ver despierta? - Justin suprimió una risita burlona y entonces volteó a verla. Se había olvidado por completo de su carácter fuerte.
-Porque no quiero que mi padre me haga preguntas sobre si hemos discutido o algo ¿Acaso se te olvida que los esposos están juntos la mayor parte del tiempo? tu misma dijiste que no te importaba actuar.
Mierda. – Pensó – era cierto.
-Vale – dijo - lo había olvidado.
-¿Entonces, te vas a dormir? Yo te cuido desde aquí.
-No te estoy pidiendo que lo hagas. – Justin le sonrió.
-Lo sé.
Si había algo que Justin no entendía de sí mismo, era esa manera que tenía de comportarse cuando estaba cerca de Jane. Estaba mal, lo sabía, había prometido no enamorarse de ella pero ¿podría cumplirlo? ¿Acaso no lo estaba ya? Cerró sus ojos y la miró. No le importaba si estaba mal.
Y ahora solo quería besarla otra vez, aun cuando había prometido que no lo haría de nuevo.
Suspiró llevándose las manos a la cabeza.
-Voy al baño – le avisó, ella se mordió el labio mirándolo.
-No tienes que decirme.
-Eso también lo sé
Justin se levantó del mueble. Dejó el abrigo negro sobre el sillón y se alejó, ella lo vio perderse al doblar hacía la izquierda hasta quedarse sola.
Era un idiota. Tonto. La descontrolaba. Si, la sensación de perder el control era lo que no le gustaba.
Se puso las manos en la cabeza y suspiró. ¿Hasta cuándo sentiría esas cosas?
Estaba en medio de un debate mental entre lo que debía hacer y lo que no, cuando dentro del abrigo negro que Justin había dejado sobre el sillón a su lado, escucho su celular sonando.
Lo primero que pensó fue en que sería Pattie, pero luego abandonó la idea, ella podría llamarla a ella en vez de a él o a Jeremy.
Dejó que la llamada se perdiera, pero este sonó una segunda vez y ahora impulsada por la curiosidad buscó dentro del abrigo el teléfono y miró el identificador.
Decía: “Numero privado”
La llamada se perdió de nuevo y volvió a sonar una tercera vez.
¿Contestarlo o no? Jane peleó con ella misma para no apretar el botoncito verde de aceptar la llamada, pero perdió y terminó hablando.
-¿Hola? – Dijo y el tono que escuchó del otro lado la hizo arrepentirse de haberse tomado ese atrevimiento.
-Jane – dijo Alice a su vez con cierto tono de desagrado - ¿Dónde está Justin? – la castaña se quedó perpleja al notar que a la rubia no le importaba ni un poco preguntarle por él suponiendo que ella era su esposa y que era jodidamente tarde para llamarlo. Maldita sea la hora en que había aparecido en su vida. Ella quizás sin saberlo era la responsable indirecta de su sufrimiento.
-está en el baño, no debe de tardar.
-¿Qué fue lo que le dijiste cuando lo llamaste hace unas horas? – Alice se escuchó fría y directa. – Interrumpiste algo importante ¿Sabías?
-¿Él… Estaba contigo? - la voz de castaña sonó tan débil como un hilo frágil y delicado. En ningún momento se le había pasado por la mente de que él estuviera viendo a Alice cuando lo llamó.
La rubia sintió cierto aire de satisfacción.
-¿No te dijo? - preguntó irónica. Hubo un silencio en la línea. Ella estaba tan confundida que se sentía estúpida ¿Qué era eso que Justin no le había dicho? - Hoy él ha venido a verme y me ha dicho que quiere estar conmigo, Jane, al final, yo me he quedado con su corazón
Como un cristal de hielo, de repente, la realidad de Jane se vino al piso y tuvo que mantenerse bien firme en su cabeza para no sonar quebrada al momento de hablar. Despues de todo, ella había ganado y había sido estúpido querer a Justin sabiendo cual sería el resultado de aquella absurda apuesta.
-Seguramente me lo dirá pronto – aludió Jane con indiferencia - y estamos en el hospital porque la abuela se ha puesto mal
-¿Qué tiene? – Jane se quedó en silencio.
-eso te lo dirá él, yo voy a colgar
-Está bien – dijo Alice – y una cosa antes de irte – la detuvo – No vuelvas a contestar su teléfono ¿Vale? Adios
Colgó. Jane se quedó con el teléfono en la oreja asimilando sus palabras a flor de piel cuando lo vio de pie justo a unos metros frente a ella.
-Jane… - murmuró él con los ojos bien abiertos al ver su celular en las manos de la castaña. Algo le decía que las cosas no iban a estar bien entre ellos, otra vez.
-Era Alice – Se apresuró a hablar ella con una fingida indiferencia marcada en su voz. Una indiferencia que ocultaba ese otro sentimiento.
-¿Alice?
-Te felicito, por estar saliendo.
Justin se quedó impávido y se le acercó a pasos rápidos.
- Iba a decírtelo. – le dijo. Jane sonrió burlesca.
-No es tu obligación decirme lo que haces – ella colocó el celular sobre el abrigo de Justin y tragó gordo. – La verdad no importa.
-Jane...
La castaña se levantó del sillón y se paró frente a él sin miedo de colocar distancia. Justin se extrañó. Ella le brindó una simple sonrisa y empinándose un poco alcanzó sus labios. lo besó suavemente por unos segundos en donde él la abrazó fuertemente contra su pecho y luego ella se separó de él de golpe.
Su mirada volvió a ser fría y a mostrar indiferencia pura en sus poros. Justin siguió sin entender la situación.
-Es el último – aludió ella sin quitarle los ojos de encima – Te lo prometo - Justin lo entendió entonces… aquellas, aquel beso. Jane estaba despierta cuando él había hecho esa promesa.
-Ese día… ¿Me escuchaste?
-No importa ahora. Igual que no importa que no me hayas dicho lo de Alice. Este fue último beso que nos dimos Justin, porque yo también estoy saliendo con alguien.
Un balde de agua fría se le vino encima al ojos miel y por poco se queda sin habla.
-¿Qué? – logró decir.
-Que estoy saliendo con Alan.