Words of love.

Bright are the stars that shine.

Disfrutaba de mi día libre después de unas semanas un tanto agotadoras. Aquel día me desperté más tarde.

Bajé las escaleras olfateando un delicioso aroma que me llevó hasta la cocina.

—Boungiorno principessa —me dijo Paul mientras se volteaba con un plato. Yo reí.

—¿Principessa? —miré el omelette que tenía un rico aspecto. —Los omelette son franceses no italinos ¿Capisci? —sonreí y me senté.

Paul agachó su cabeza con una sonrisa tímida.

Fue realmente adorable ,pensé, ¿Qué demonios pasa contigo, Caroline?

— Es una de las pocas frases que me sé en italiano —rió. —Y en mi defensa diré que un italiano también puede hacer omelette ¿no? —Se sentó frente a mí y dio una probadita a su desayuno.

Yo asentí. Estaba delicioso. Paul era muy bueno cocinando.

—Un inglés, que cocina con acento italiano una comida francesa —dije pensativa, ambos reímos y luego miré a Paul con una sonrisa.  —¿Ese es el secreto para que quede delicioso?

—Sí y algo más —susurró y luego hizo un movimiento con sus dedos para que me acercara. —Acercate. —Me acerqué y él susurró en mi oído. —Tienes que hacerlo con amor.

Me volteé a mirarlo y él sonreía ampliamente y asintió.

—¿Nunca has notado que las comidas que se hacen triste o con pocas ganas quedan malas? —preguntó él y comió nuevamente.

—Nunca me he fijado...

—Haz la prueba.

Terminamos el desayuno. Yo me había ido a vestir. Bajé y Paul estaba en el patio.

—He pensado...

—¿Piensas? —bromeé, él me miró molesto, me mostró la lengua y luego rió. Yo sonreí. —Está bien, ¿qué pensabas?

—Que, bueno, como tú no quieres contratar gente para que se ocupe de la casa, ni si quiera un jardinero. Podríamos dedicarnos hoy a arreglar un poco el jardín. —Me miró. —Ya sabes, decorar con flores como te gusten a ti.

—¡Claro!  —sonreí.  —Iré a ponerme ropa para trabajar.

Me fui a cambiar ropa. Las últimas semanas con Paul habíamos discutido el hecho de que otra gente trabajara en casa como empleados. Yo me negué rotundamente ya que la casa era como "mi lugar seguro", un lugar donde podía ser yo al 100% , Paul comprendió esto y aceptó.

Estuvimos toda la tarde arreglando el jardín. Paramos a almorzar y luego continuamos. Decoramos con flores, cortamos el césped, pusimos una terraza y hasta una hamaca, ya que se venía el buen tiempo.

Ya estaba oscureciendo cuando terminamos. Observamos el patio y sonreímos satisfechos.

—¡Que gran trabajo hemos hecho! —exclamé.

Paul miró el cielo y sonrió. Luego corrió hacia la casa y me gritó que me quedara ahí. Hice caso y al rato él llego con una manta y unos cojines.

—Desde que era pequeño, con mi madre y hermano , de vez en cuando, salíamos al patio a mirar las estrellas —dijo mientras ponía la manta en el suelo. Lo ayudé a poner los cojines. Él miró nuevamente el cielo. —Hoy la noche está perfecta.

Me miró y sonrió.

—Con Juliette nos dormíamos contando estrellas —comenté sonriente. —Yo preparaba leche y luego contábamos estrellas —sonreí nostálgica. —Lo hacíamos siempre que ella no podía dormir.