Rumores.

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Aquella semana fue agotadora. Y para que hablar de la siguiente. Estaba haciendo los trámites de Julie, los cuales eran bastantes. Astrid me ofreció alojamiento y ayuda en Alemania, y comenzó enseñandome algunas palabras. Ella había estado conmigo las últimas semanas, nos estábamos haciendo muy amigas. Estaba terminando mi libro y además me tenía que ocupar de la casa. Paul estaba de gira. Los últimos días casi no dormía ni comía por lo estresada que estaba.

Además Paul estaría de cumpleaños dentro de una semana y quería hacerle una gran fiesta sorpresa.

Paul regresaba aquella noche de su gira. Deseaba verle, lo había extrañado bastante. Me miré en el espejo y vi mis grandes ojeras, tomé unas pastillas que me habían recetado para el cansancio. Cuando las tomaba andaba muy bien, pero si no, me sentía muy decaída.

Preparé una rica cena y me vestí con un lindo vestido. Martha llevaba puesto un chaleco que decía: Bienvenido a casa. Sentí que abrió la puerta. Envié a Martha a recibirle.

—Hola, Martha —sentí la voz de Paul.

Cuando me asomé al salón lo vida acariciando a Martha, luego leyó el mensaje y levantó la mirada. Me sonrió cuando se encontró con mis ojos.

—Bienvenido a casa, amor —le dije con una sonrisa.

Corrió a abrazarme y luego me besó.

—Te extrañé —dijimos a la vez y luego reímos.

Disfrutamos de una exquisita cena, hablamos de su gira y él me preguntó por los trámites de Julie. Pensé que Paul vendría cansado, pero me equivoqué, me llevó hasta la habitación y comenzó a besarme como si no nos viéramos hace años. Me recostó en la cama, me levantó el vestido y acarició mis piernas. Quitó mi vestido de una, casi desesperado, sin despegarse de mi. Yo le quité su ropa y recuperamos las noches perdidas.

—Te amo —dijo aún con la respiración agitada.

—Y yo a ti.  

Lo besé.

—Te extrañé —me dijo, me tomó, me puso sobre él y me besó.

—No se notó —dije con una risa.

Después de unas cuantas caricias nos dormimos.

Al otro día Paul había invitado a John a casa ya que Cynthia estaba de visita en casa de su madre y él estaría solo con Julian. Anna me había llamado temprano y la invité a almorzar.

—¿Cómo está el niño más lindo del mundo? —dije estirando mis brazos al ver que John traía a Julian.

—Estoy bien, gracias —dijo John.

—Tú no, él —dije quitándole a Julian de los brazos.

—¿Es mi idea o has perdido peso? —dijo Anna mirándome.

—Yo también creo que ha perdido peso —dijo Paul.

—No lo sé...—me encogí de hombros. —Iré a cocinar —dije cambiando el tema.

Anna me siguió, nos pusimos a preparar la comida mientras hablábamos. Los chicos estaban en el piano. Recordé que no había tomado mis pastillas.

—¿Están componiendo? —preguntó Anna.

—Sí, al parecer —dije yo observando de reojo.

Julian comenzó a llorar, me fui a ver que le pasaba, se le había caído un peluche. Me agaché y lo recogí. Cuando me levanté sentí un gran mareo y un intenso dolor de cabeza. Sentí que me iba a caer, me afirmé de la pared, pero no tuve fuerzas para sostenerme. Sentí que caí al piso y que todo daba vueltas. Julian aún lloraba.

Words of love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora